Tensión cambiaria: el dólar oficial volvió a subir, a pesar de la ayuda financiera de EE.UU.
El dólar oficial opera este jueves 16 de octubre con una suba de veinte pesos, a $1.425, en la pizarra del Banco Nación. En el segmento mayorista, la divisa se negocia a $1389. En cuanto a los dólares financieros, el contado con liquidación se vende $1.482 ( 1,6%), y el MEP se ubica a $1.463 ( 1,8%). Por último, en el segmento informal, el blue se negocia a $1.470.
El mercado financiero argentino volvió a moverse al ritmo de las señales internacionales. En pocos días, la volatilidad cambió de dirección: primero un desplome por la lectura política de ciertas declaraciones, luego una recuperación sostenida por la posibilidad de un nuevo esquema de asistencia desde Estados Unidos. Las expectativas giraron hacia la magnitud de ese apoyo y su impacto en la estabilidad cambiaria.
El paquete total alcanzaría los USD 40.000 millones, combinando un swap de divisas que reforzaría las reservas del Banco Central con una línea adicional destinada a cubrir vencimientos de bonos soberanos hasta 2027. De confirmarse, sería el mayor respaldo financiero otorgado a la Argentina en décadas, con efectos inmediatos sobre la liquidez y las expectativas del mercado.
El mecanismo técnico del swap y la reacción de los inversores reflejan dos dimensiones distintas del mismo fenómeno: por un lado, la mejora contable y operativa en el balance del Banco Central; por otro, la prudencia del mercado, que aunque reconoce el potencial del anuncio, prefiere esperar confirmaciones formales antes de convalidar precios más optimistas.
En medio de la incertidumbre política y económica, la nueva arquitectura de asistencia externa podría ofrecer un respiro clave para la autoridad monetaria. Pero al mismo tiempo, plantea interrogantes sobre su alcance real: ¿refuerza la posición del Banco Central sin agravar la deuda? ¿Aumenta las reservas netas? ¿O simplemente gana tiempo en un escenario todavía frágil?
Swap: intercambio contable que mejora la liquidez sin generar deuda
El economista Federico Machado, del Observatorio de Política para la Economía Nacional (OPEN), explicó que el swap con Estados Unidos debe entenderse como un intercambio entre bancos centrales, no como un préstamo. En esta operación, el Banco Central deposita pesos en la autoridad monetaria extranjera y recibe divisas a cambio. Ambos aumentan sus activos y pasivos simultáneamente, pero sin generar endeudamiento neto.
Machado aclaró, en su cuenta de la red social X, que los pesos involucrados en el swap no circulan en la economía argentina, sino que permanecen como un asiento contable. Por eso, el acuerdo no altera la base monetaria ni tiene efectos de emisión, dado que no hay transferencia de dinero al público ni al sistema financiero local.
El especialista precisó que el principal objetivo del swap es reforzar la liquidez operativa del Banco Central, es decir, su capacidad para intervenir en el mercado cambiario cuando lo considere necesario. Se trata de una mejora funcional en su "poder de fuego", sin impacto directo en la cantidad de dinero circulante.
El experto subrayó que el instrumento otorga flexibilidad, pero no incrementa el patrimonio neto: el activo recibido en dólares se compensa con un pasivo equivalente. En otras palabras, aumenta la liquidez, pero no la riqueza neta del Banco Central.
Reservas brutas, líquidas y netas: la diferencia que marca el alcance del swap
Para el economista, comprender el verdadero impacto del swap exige diferenciar entre reservas brutas, líquidas y netas. Las reservas brutas representan el total de activos internacionales, mientras que las líquidas son aquellas disponibles de forma inmediata, descontando elementos menos operativos como el oro o los tramos inactivos del swap con China. Actualmente, las reservas líquidas rondan los USD 20.000 millones.
En cambio, las reservas netas surgen de restar del activo total —líquido e ilíquido— los pasivos exigibles a corto plazo, como los encajes bancarios o préstamos externos. Este indicador mide cuántas reservas pertenecen efectivamente al Banco Central o al Tesoro y, según Machado, se ubican alrededor de USD 5.500 millones.
Machado señaló que el nuevo swap impacta directamente sobre las reservas brutas y líquidas, pudiendo elevarlas hasta USD 40.000 millones si es de libre disponibilidad. Esa cifra equivale a la base monetaria ampliada, reforzando la capacidad de defensa del Banco Central ante presiones cambiarias.
Sin embargo, aclaró que el movimiento no modifica las reservas netas, porque lo que se suma como activo también se registra como pasivo. El efecto inmediato es operativo, no patrimonial: se gana poder de intervención, pero no propiedad.
Un paquete financiero que podría cambiar las expectativas
Desde la perspectiva de mercado, el analista financiero Nicolás Cappella, de la sociedad de bolsa Grupo IEB, evaluó que el eventual paquete total de USD 40.000 millones —compuesto por el swap de USD 20.000 millones y una línea adicional de otros USD 20.000 millones— podría transformar el escenario financiero argentino.
Según detalló en su cuenta de la red social X, el primer tramo se destinaría a fortalecer las reservas del Banco Central, mientras que el segundo permitiría garantizar los pagos de bonos soberanos hasta 2027, despejando el horizonte inmediato de vencimientos. De concretarse, sería una inyección de confianza sin precedentes.
Cappella remarcó que el mercado no esperaba un volumen de asistencia de esta magnitud, pero reaccionó con moderación. A pesar de la relevancia de la noticia, los precios de los activos subieron menos de lo previsto, reflejando un sesgo de prudencia.
El experto financiero atribuyó esa reacción a un cansancio del mercado frente a los vaivenes comunicacionales y a la falta de confirmaciones oficiales. Los inversores, señaló, necesitan pruebas formales antes de convalidar un cambio estructural en las valuaciones locales.
Liquidez no equivale a solución estructural
Pese al alivio que genera el refuerzo de liquidez, Machado advirtió que el swap no resuelve los problemas de fondo. Según explicó, existen dos riesgos que persisten: la calibración del programa cambiario y las limitaciones del Tesoro.
El primero está vinculado al nivel de la banda superior del esquema cambiario. Si se fijó demasiado baja, el mercado volverá a demandar divisas con fuerza. En ese caso, el Banco Central podrá vender los dólares que haga falta para mantener el techo, pero eso provocará una desmonetización severa con consecuencias negativas sobre la actividad económica.
El segundo problema es fiscal. El swap fortalece al Banco Central, pero no aporta recursos al Tesoro para afrontar sus compromisos de deuda. Si el Gobierno utiliza las divisas del BCRA para pagar vencimientos, desharía la capitalización lograda y volvería al punto de partida.
Machado destacó que el éxito del programa dependerá de que la eventual línea adicional de Estados Unidos efectivamente se concrete y permita cubrir los pagos sin erosionar las reservas. Solo así el refuerzo de liquidez se traducirá en un alivio duradero.
Entre la oportunidad y la cautela inversora
Desde Grupo IEB, Cappella coincidió en que el paquete de asistencia sería una oportunidad para estabilizar el frente financiero, pero subrayó que la confianza depende de la ejecución y de la claridad institucional.
El analista indicó que, si se confirma oficialmente la línea adicional, la presión sobre el dólar y los bonos podría reducirse y los activos argentinos tenderían a recuperar valor. Sin embargo, mientras no haya documentos firmados ni fechas precisas, el mercado seguirá actuando con cautela.
Cappella observó que los inversores ya no reaccionan tanto a las cifras sino a la credibilidad de los compromisos. Tras semanas de rumores y declaraciones cruzadas, la prioridad es la verificación concreta de los acuerdos.
El experto señaló que, aunque el swap y la línea extra representan una mejora sustancial, el verdadero cambio llegará cuando las autoridades formalicen los términos y los desembolsos. Solo entonces —afirmó— podrá medirse su impacto real sobre el dólar y sobre las expectativas.