El coronavirus cambia el enfoque de la implementación de un impuesto digital
Minuto a minuto, segundo a segundo… el mundo está cambiando como consecuencia de la rápida propagación del coronavirus (Covid-19) y se enfrenta, constantemente, con panoramas hasta el momento desconocidos y, por cierto, para los que nadie estaba preparado.Cada área de la sociedad se ve afectada por restricciones, cada vez mayores, que se imponen a los ciudadanos de todo el mundo, a través del aislamiento y las cuarentenas. Esto plantea profundos problemas para las economías locales y los séctores políticos. Adviértase, que las negociaciones globales que brinden una definición sobre la conveniencia de establecer, o no, la gravabilidad de los servicios digitales no son una excepción.En plena época en la que la OCDE pretendía estar debatiendo la incorporación del "digital tax" a las empresas tecnológicas, a fin que paguen tributos por sus ingresos locales, en principio parecía totalmente olvidada. Las ya postergadas intenciones y debates para gravar a los gigantes, liderados por el famoso grupo GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) ahora parece recobrar una importancia y un sentido mayor al anterior.Sorpresivamente, la OCDE informó, recientemente, su intención de retomar en su calendario y en plena pandemia, la definición de un plan de acción común frente al impuesto GAFA.Hasta ahora, las discusiones globales en la OCDE se han centrado en establecer una "propuesta unificada", luego de las fuertes discusiones mantenidas durante el 2019 entre los principales promotores europeos (Francia e Italia), contra Estados Unidos. No obstante, el virus deberá cambiar el eje de la discusión y desviar las tensiones políticas a corto plazo, presentando nuevas alternativas para que los países en desarrollo, generalmente excluidos de estas negociaciones, participen también en la formación de un consenso global. Es cierto que, hoy por hoy, los gobiernos se encuentran utilizando toda su capacidad estructural para enfrentar la pandemia, ello significaría que los países invertirán menos recursos en la negociación del impuesto. La situación actual de aislamiento y cuarentenas, hace que los ciudadanos se vean cada vez más obligados a depender de los servicios digitales y on line, tanto para el trabajo a distancia como para el ocio. Ello, es indicativo cierto de la urgencia de elaborar un proyecto de impuestos digitales por parte de la OCDE y/o del G-20.Las Administraciones Fiscales del mundo están movilizando, radicalmente, sus sistemas impositivos para combatir una crisis económica inminente, presionando la capacidad fiscal nacional al máximo dando soluciones que, en algunos casos, exceden la creatividad fiscal habitual. Quizás, esta dolorosa pandemia demuestre que nos encontremos frente a una inmejorable oportunidad para establecer un impuesto digital a nivel mundial, que permita el ingreso de contribuciones derivadas de las empresas digitales quienes, sin duda, se favorecen de la crisis que empuja a millones de usuarios a la utilización y dependencia de los servicios en línea. Esta realidad no tiene antecedentes históricos. Tal vez, y sólo tal vez, esta dependencia por la utilización de los proveedores online, y su posible gravabilidad mundial, sirva como atenuación del apetito fiscal que las Administraciones Locales ejercen frente a sus "clientes habituales". La agenda original de la OCDE prometía una solución a este dilema para fines de julio de 2020. No cabe duda alguna que, para los países mas afectados o para aquellos cuyas infraestructuras sean más permeables a los efectos negativos de la pandemia, el Covid-19 representa un riesgo real y grave que sus puntos de vista e intereses puedan ser marginados en las negociaciones mundiales. Alertamos sobre la importancia de su integración. Queda por ver cómo el COVID-19 impacta económica y políticamente y genera la posibilidad de lograr un acuerdo mundial que grave a los servicios digitales. El tiempo dirá quien tenia razón.
Federico SchweizerGerente en Teresa Gomez-Carlos Quian & Asociados