Testimonio revelador: "Se recaudaban 300.000 dólares por semana para Néstor y Cristina"
El testimonio de Ernesto Clarens sacudió el juicio por los Cuadernos de las Coimas. En la tercera audiencia del debate oral, se leyeron los tramos centrales de su declaración como imputado colaborador, un relato que detalla cómo funcionó durante años un esquema de recaudación clandestina asociado a la obra pública en los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
Aunque la expresidenta no participó de la audiencia virtual, el financista cercano a Lázaro Báez dejó expuesto un circuito que, según sus palabras, movió unos 30 millones de dólares.
La reconstrucción de Clarens comienza mucho antes de que los bolsos de José López lo devolvieran a la escena pública. Su primera intervención, según narró, ocurrió en 2005, cuando Carlos Wagner —presidente de la Cámara de la Construcción— lo convocó a la sede de la llamada "Camarita". Allí le transmitió que el Gobierno había decidido obtener fondos de la obra pública mediante un sistema que requería su papel como receptor de aportes de las empresas. Él sería el encargado de recibir los pagos, convertirlos en dólares y asegurarse de que llegaran al secretario de Obras Públicas, José López, o a quien éste designara.
Cuadernos de la Coima: un testimonio revelador sobre la recaudación
"Las personas de la Camarita me dejaban una suma en pesos con una anotación de qué habían cobrado, monto y concepto. El monto dependía de la recaudación, eran alrededor de 300.000 dólares por cada entrega y con frecuencia semanal. Al principio eran montos grandes, luego fue bajando porque a las empresas les costaba juntar el dinero, eran rehenes del sistema, porque vialidad no les pagaba los certificados", fue una de las declaraciones de Clarens.
Y agregó: "El monto que me entregaban era el 10 por ciento de lo que habían cobrado. Y en otras oportunidades sumas menores ya que aducían que la Dirección Nacional de Vialidad no les pagaban a ellos".
Clarens explicó que había sido elegido por su vínculo con Báez, lo que lo convertía en un operador confiable dentro del circuito. Tras recibir instrucciones, consultó la operatoria con López y con el propio Báez, quienes le facilitaron el contacto de Daniel Muñoz, secretario privado de Néstor Kirchner.
Directivos, contadores y gerentes financieros de empresas constructoras —y en muchos casos sus propios dueños— acudían a las oficinas de Clarens, primero en Maipú y luego en Manuela Sáenz, para dejar sumas en pesos junto con un registro del monto y del concepto. En ocasiones era el propio financista quien se trasladaba. Entre los nombres mencionados figuran IECSA, ESUCO, HELPORT, CHEDIACK, CARTELLONE, DECAVIAL, COARCO y LOSI.
El rol de Clarens consistía en cambiar pesos por dólares en el mercado informal, para lo cual recurría a un corredor llamado Vallarino y a operaciones en "cuevas" financieras. En algunos casos también utilizó la mesa de dinero del Banco Finansur. Su ganancia, según admitió, provenía de la comisión obtenida en estas operaciones.
Cómo era el funcionamiento interno de la Camarita, según el financista
El financista también describió el funcionamiento interno de la "Camarita". Tras cada convocatoria de Vialidad Nacional, las empresas interesadas en los pliegos eran citadas a la sede para negociar entre ellas quién competiría y quién desistiría. Allí se acordaban los "pases" y se depuraba la oferta hasta que quedaban pocas firmas, que en algunos casos formaban UTE. Una vez definido el adjudicatario, se acordaba un precio que superaba el presupuesto oficial en torno al 20%. La mitad de ese sobreprecio se dirigía a coimas y la otra mitad al armado de fondos en negro.
En su testimonio, el imputado colaborador también mencionó episodios puntuales que vinculó directamente con la entonces presidenta. Uno de ellos fue la adjudicación de una obra en la Ruta 40 al empresario Cristóbal López tras la muerte de Néstor Kirchner. Según relató, José López le ordenó avisar a los interesados en la licitación que debían retirarse porque la orden presidencial era que la obra quedara en manos de López. Otro episodio estuvo relacionado con la empresa GOTTI, absorbida por Báez. Tras quedar paralizada por problemas financieros, Cristina Kirchner pidió a López que interviniera para sostenerla. Clarens gestionó entonces la cobranza y acordó un convenio entre GOTTI y COFICRED. Tiempo después, ROVELLA adquirió la firma para posicionarse en la Patagonia.
Hacia 2012 y 2013, López le informó que algunas empresas aportarían fondos para la campaña kirchnerista. Entre las mencionadas figuraron ESUCO, CARTELLONE, CHEDIACK, LOSI y ROGGIO. Luego de cambiar los pesos a dólares, Clarens entregaba la recaudación en un departamento cercano al Hotel Faena. Estos aportes, según dijo, se sumaban al circuito habitual de retornos.
El financista también reforzó un dato aportado por el propio López en su momento: que los pagos de Vialidad se definían con Cristina Kirchner, quien estaba al tanto del orden de cobro de las empresas.
En el cierre de la lectura, apareció uno de los fragmentos más impactantes de su declaración. Muñoz le contó que el dinero físico se guardaba en archivos metálicos dentro de una bóveda en la casa del matrimonio Kirchner en El Calafate. El traslado se realizaba los viernes en aviones oficiales que partían del sector militar de Aeroparque hacia Río Gallegos o directo a El Calafate, donde el dinero quedaba depositado. Con la muerte de Néstor Kirchner, el circuito comenzó a desarmarse, según afirmó.