Organismos fiscales de la Argentina y Brasil aliados contra la evasión
Los organismos recaudadores de la Argentina y Brasil, la AFIP y la Receita Federal, tienen un acuerdo de intercambio de información impositiva desde hace menos de un mes, merced a que los negocios desarrollados en ambos países, a partir del Mercosur, hacen necesario este intercambio.
Claves del convenioEn diálogo con el titular de la Receita Federal (Secretaría Federal de Impuestos y Aduanas), Jorge Antonio Rachid, explicó que el convenio con la AFIP apunta a intercambiar información de los tributos internos impositivos y los de comercio exterior. Asimismo, el convenio permitirá intercambiar informaciones puntuales. Además, se busca elaborar informes sectoriales que sean para interés de ambos países.
Por otra parte, se compartirán las mejores prácticas de administración tributaria de cada uno de los países. Si bien no habrá una fiscalización on line de las operaciones, los organismos fiscales compartirán sus plataformas teconológicas, se comunicarán para eventuales fiscalizaciones simultáneas en la Argentina y en Brasil.
En virtud del Mercosur, Brasil pasó a ser el mayor inversor latinoamericano en la Argentina, desplazando a Chile. Desde el 2002, muchos inversores externos salieron del país.
Inversión sin subsidiosPero en estos últimos tres años fue el capital brasileño el que más aportó al país recursos externos genuinos, sin subsidios, y evitó eventuales caídas de grupos económicos locales que hubieran provocado mayor desempleo.
Hoy, el capital brasileño, tomado como un solo empleador, justifica y sostiene en la Argentina más de 10.000 empleos. La profusa información reciente sobre las diferencias entre los dos principales socios del mercado regional, conducen inevitablemente al interrogante de si la Argentina es víctima o beneficiario del proceso integrador del Mercosur.
Si tomamos fríamente los datos del intercambio bilateral, se advertirá que el saldo comercial favorable para la Argentina ha sido una constante desde el inicio del Mercosur en 1991, hasta que se presenta una situación distinta en sólo los últimos dos años en 14 que lleva de iniciado el proceso integrador.
El capital brasileño evitó caídasSi tomamos las cifras de inversión externa de los últimos dos años tenemos que, mientras las empresas argentinas no encontraban respuestas para salir del default o de sus propias dificultades corporativas ante una realidad sobreexigente, se advierte que el mayor flujo de capitales en los últimos dos o tres años tuvo un claro origen en el mercado del Brasil.
Casos que pudieron generar sensibles impactos negativos para el empleo interno, y para la estabilidad de los mercados nacionales, fueron neutralizados merced a la inversión que capitales brasileños realizaron en operaciones con grupos nacionales como Pérez Companc, Loma Negra, Acindar, Quilmes, Grafa, Alpargatas.
También se generaron asociaciones en segmentos de alta tecnología como es el caso de Techint a través de su subsidiaria Tesur, hoy asociada a una líder en tecnología del Brasil, ACECO TI.
Empresas brasileñas del sector del caucho o harinero analizan operaciones de establecimiento de inversiones en la Argentina, inclusive, descartando opciones con ventajas fiscales en su propio país.
En todo este proceso, la inversión brasileña ha operado con recursos propios, sin subsidios ni beneficios fiscales, ni de Brasil ni de la Argentina, orientada a sectores industriales en energía, petróleo, metalmecánica, alimentos, bebidas, textiles, o interactúa con sectores como las finanzas, la minería, transportes y otras áreas que exigen capital intensivo.
Necesidad de coordinar polí¬ticasEn este escenario, queda para los líderes políticos de ambos países generar sus propias políticas de Estado para orientar las economías de ambos países hacia un proceso de integración en el que prevalezca la complementariedad por sobre la competencia bilateral. Además, también es necesario profundizar la búsqueda común de terceros mercados adonde dirigir productos competitivos de origen Mercosur, como se intenta con China, India y aún con los mercados de países árabes.
En este marco también es preciso generar políticas activas para recuperar la capacidad industrial en competitividad y en escala, para la economía argentina de modo que la integración con Brasil no continúe transitando bajo un complejo de inferioridad ante un socio industrializado que detenta, por su propio esfuerzo y sus propias políticas, el 75% del PBI del Mercosur, con una economía creciente.
Para el empresariado argentino, el desafío es actuar con inteligencia y sagacidad para descubrir los rangos de complementariedad competitiva. Para el empresariado brasileño está latente el desafío de no actuar lesionando la sensibilidad de su principal socio comercial.
La Argentina se ha beneficiado, pero se perjudica a la vez porque tiene una economía más abierta que Brasil. También es cierto que Brasil mantiene mecanismos paternalistas para su economía y a la vez preserva situaciones institucionales que le impiden profundizar acuerdos supranacionales.
Descubrir la inteligencia para el crecimiento del Mercosur nos hará alejar del interrogante simplista de si Argentina es víctima o beneficiaria del Mercosur.
En el caso de la UE, cuando se alcanza el Acuerdo de Maastrich, de carácter fiscal, se intentan disminuir y equilibrar las asimetrías y los diferentes grados de solidez económica, fiscal y monetaria.
Hoy el Mercosur aún no es un mercado común pleno, no tiene un Tratado de Maastrich, ni tiene las instituciones que le den canales formales de solución de controversias y por ello está más expuesto que la UE a los humores políticos o corporativos antes que a la planificación y la racionalidad imprescindibles.
Por Ricardo Sarmiento Consultor del Mercosur y presidente de Servicios Regionales del Sur SA.