UN AMIGO DE LA REMISERÍA

Apareció el "testigo B" y contó por qué entregó los "cuadernos de las coimas"

El hombre -un expolicía retirado- fue el nexo entre el exchofer de Baratta y el periodista que reveló el escándalo de los bolsos con dinero K
Por iProfesional
LEGALES - 04 de Agosto, 2018

El "testigo B" de los cuadernos de las coimas tiene nombre y apellido: Jorge Bacigalupo. El hombre tiene 73 años, un pasado como policía federal y un lazo de amistad con Oscar Centeno, el exchofer de Roberto Baratta, que le pidió guardar los cuadernos por un tiempo.

Bacigalupo y Centeno se conocieron a finales de los años noventa cuando trabajaron en una remisería de la localidad bonaerense de Martínez. Centeno pasó en 2003 al Ministerio de Planificación Federal, donde conoció a Baratta, pero su amistad con Bacigalupo siguió intacta: se llamaban, se escribían por Facebook y se visitaban.

Un día, hace ya un año, Centeno le dio una caja con los ocho cuadernos y Bacigalupo prometió guardarlos. El expolicía juró que nunca los leyó, pero se los entregó al periodista de La Nación, Diego Cabot, porque había escrito "Hablen con Julio", un libro que reveló la misma mecánica de corrupción que la detallada en los "cuadernos de las coimas".

En una entrevista con el diario La Nación, Bacigalupo explicó: "Centeno me dijo que eran anotaciones sobre su trabajo en el Ministerio. Me los entregó por confianza. Se quiso cubrir ante una eventualidad. Más de una vez le dije que se presentara en la Justicia con esos papeles, pero este hombre estaba identificado ideológicamente con la gente para la que trabajaba hasta el lunes".

El policía retirado explicó que cuando tomó estado público la denuncia que realizó ante el juzgado de Claudio Bonadio la señora que convivía con Centeno, Hilda Horovitz, comenzó a sentir miedo. Miedo de, por ejemplo, ser sometido a un allanamiento en su casa. Bacigalupo admitió que, "más de una vez" y aunque nunca había abierto esos cuadernos, le sugirió a Centeno que se presentara con ellos ante la policía. "Ponete a disposición", le dijo.

"Pero en Centeno hubo

una serie de dudas que a mí no me cerraron. Entonces pensé: 'este muchacho está identificado ideológicamente con la gente con la cual trabaja", continuó. Este fue el origen de sus deseos de entregar los cuadernos a Cabot, en un intento por ayudar. "Mi intención era que esto se conozca. Esta gente se llevó puesto todo".

Bacigalupo también dijo que no sabía que el chofer tuviera la costumbre de escribir en un diario todo lo que hacía. "A mí no me cierra cómo una persona que hubiera querido extorsionar a nadie porque sino lo hubiera hecho, en ningún momento a Baratta le pidió nada". Así explicó que es probable que lo haya hecho para "cubrirse ante cualquier eventualidad".

"Tomé este riesgo porque esto va a ir cada vez peor. El que diga que no tiene miedo está loco. Esta gente se ha llevado puesto todo. El problema es que estos van a volver si no hacía algo", insistió. En marzo, cuando Baratta fue excarcelado, Bacigalupo le devolvió el material a Centeno, pero Cabot ya los había fotocopiado. Ya no había vuelta atrás.

Los cuadernos de Centeno, la decisión de Bacigalupo y la investigación de Cabot provocaron un escándalo nunca antes visto. Por orden del juez federal Claudio Bonadio, 16 personas, entre exfuncionarios y empresarios, cayeron presos, dos continúan prófugos y muchos más están preocupados.

Centeno fue liberado el viernes por la tarde tras convertirse en el primer "arrepentido". A la noche, Juan Carlos De Goycoechea, directivo de Isolux, también pidió incorporarse como "imputado colaborador". Ahora deberán decidirlo el fiscal Stornelli y el juez Bonadio.

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