La vuelta del abogado empresario

Lejos del tsunami de transacciones de los noventa y de los litigios durante la última crisis, el mercado jurí­dico se reacomoda y da lugar a nuevos lí­deres
Por iProfesional
LEGALES - 15 de Julio, 2006

Ya nada es igual...", dice nostalgioso un joven abogado de la City, y se abstrae de su escritorio mirando los veleros que se desplazan lentamente por los docks de Puerto Madero.La crisis dejó secuelas y hay que aceptar las nuevas reglas. Lejos quedaron las megatransacciones de los noventa y el caudal de litigios que originó la crisis del 2001.

Hoy, el mercado jurí­dico se sigue reacomodando y en el nuevo escenario –más estabilizado que durante la crisis pero mucho más restringido y competitivo- aparece una nueva camada de profesionales que se prepara para ocupar el lugar de lí­deres y pilotear el barco en la tormenta.

Quienes aspiran a aquellos lugares trabajan como alfiles en grandes bufetes, ya abrieron su propio camino apartándose de éstos o bien son captados por empresas importantes para que internamente desarrollen su actividad.

Tratar de identificar quiénes serán los próximos referentes fue la premisa de una nueva encuesta realizada por infobaeprofesional. (Ver ranking completo.)

Para ello, se consultaron a 168 socios y responsables del área de Legales de los principales estudios jurí­dicos y empresas radicadas en la Argentina, respectivamente, a quienes se les pidió que eligieran hasta tres abogados, en orden jerárquico de preferencia, que considerasen con mayor proyección para los próximos años.Con mayor caudal de votos, Guillermo Ucha, director de Legales del Citibank, fue distinguido como el abogado que liderará el mercado profesional.

Luego, y en orden decreciente, fueron elegidos Gustavo Garrido, socio de la firma jurí­dica que lleva su apellido, y Juan Pablo Cardinal, name partner de Richards, Cardinal, Tí¼tzer, Zabala & Zaefferer.

Guido Tawil, socio de M&M Bomchil y ganador de la encuesta del año pasado, ocupó el siguiente escalón.

 Reingenierí­aEn el sondeo hubo una reivindicación a los abogados internos de grandes compañí­as, quienes desde hace unos años, y como consecuencia de la última gran crisis económica, debieron tomar el timón en un escenario empresarial tormentoso.

Luego de diciembre de 2001, la labor jurí­dica se multiplicó. Apareció la necesidad de renegociar deudas, de reacomodar contratos y de afrontar una grestandartes de una inmensurable cantidad de tareas.

Con el objeto de reducir costos, gran parte de ese trabajo –que antes era tercerizado en estudios jurí­dicos externos- pasó a integrar la labor diaria de los profesionales internos.

Si bien actualmente se avizora un marco más favorable, los resabios de aquel vertiginoso 2002 aún persisten. Incluso, se potencian tras la creciente presión fiscal y el amplio desarrollo que tuvo la cuestión laboral, a partir de los cambios de criterio jurisprudencial y el impulso de un cambio normativo estructural.

En ese contexto, el abogado interno adquirió un nuevo rol, más activo, acompañando las decisiones del directorio, previniendo conflictos y trabajando sobre los ya entablados, tareas reconocidas por sus pares.

Según Guillermo Ucha, "nuestro trabajo evolucionó". Años atrás, la caricatura del abogado interno era un tipo que no trabajaba demasiado y lo que hací­a era pasar las consultas a los abogados externos.

Hoy, por la mayor exigencia y por un tema de costos, tenemos un rol oleada judicial, como estandartes más protagónicos en la empresa. Eso nos obliga a levantar el perfil".

Con 39 años, Ucha transitó sus primeros pasos en el estudio Beccar Varela, firma de la que se desvinculó en 2004. Por eso asegura que conoce ambos territorios, el del abogado interno y el del abogado de estudio. Y compara: "En este rol me pagan por tomar buenas decisiones.

Los abogados externos que acompañan al cliente recomendándolo aún son minorí­a. Igual creo que en los últimos años el número se ha elevado porque subió el nivel de exigencia".

A la hora de ejemplificar, sostuvo que "cuando sos un abogado de estudio te vas a tu casa y le decí­s a tu mujer ‘qué buen asesoramiento di hoy y te dormí­s’. Cuando trabajas en una empresa, antes de dormir, te agarras la cabeza y decis ‘cómo vamos a solucionar este problema’ porque en definitiva a la mañana siguiente te levantas y seguí­s teniendo el mismo problema".ReconversiónMientras las compañí­as siguen desarrollando gran parte del trabajo jurí­dico internamente, los abogados que trabajan en estudios jurí­dicos acusan recibo y aseguran que es tiempo de reconversión.El nuevo perfil del corporate lawyer  se acerca cada vez más al de un ejecutivo que conoce la vida diaria de la compañí­a, se involucra en la toma de decisiones y apoya el trabajo del abogado interno."La práctica está evolucionando hacia la formación de abogados con más conocimientos de negocios, financieros y contables y muchos abogados de empresa pueden razonar con solvencia sobre esas materias", señaló Gustavo Garrido, de 44 años, especialista en M&A y el segundo abogado más votado por sus pares en la encuesta de infobaeprofesional.Según Garrido, esta mutación de la práctica lleva al abogado a tratar de generar negocios y acercárselos a sus clientes, a ser un referente de los clientes para debatir desde el prinicipio de una operación todos sus aspectos y a diagramar la estrategia para llevarlos a cabo.A su vez, muchas veces el abogado asi formado se convierte en el negociador de todos los aspectos de una operacion. Cambiaron las reglas de juego, el mercado jurí­dico es más estable –es cierto- pero mucho más restringido y hay que salir al ruedo con menos pretensiones."La economí­a tiene menos picos, las transacciones son de menor envergadura y los litigios bajaron sustancialmente desde la crisis. Ahora hay que acompañar a las empresas en el dí­a a dí­a", explicó Siro Astolfi, que tiene 39 años, integra desde hace trece el estudio Bruchou, Fernández Madero, Lombardi & Mitrani, y compartió con Jorge Davis y Roxana Kahale el quinto puesto.Según Astolfi, "no hay dudas que la actividad del dí­a a dí­a es menos glamorosa que ponerse al hombro un M&A. Sin embargo, es lo que hay y eso nos obliga ahora a saber un poco de todo: desde redactar un contrato de leasing, inscribir una sociedad en la IGJ o entender derecho ambiental".El acompañamiento en las decisiones de las empresas-clientes también reformatea el concepto tradicional del advising.

Para Guido Tawil, de 43 años, socio de M&M Bomchil y elegido como el abogado con mayor proyección en la encuesta del año 2005, "el trabajo de calidad parece ser menor que antes, hoy las empresas buscan solucionar todo adentro, negociar y evitar el litigio. De hecho, se piensa dos veces antes de ir a juicio".

Según Tawil, "a los abogados externos nos llegan solo los deals  muy grandes o directamente el mandato para hacer un juicio, cuando no se pudo arreglar el problema de otra manera".ProactividadTrabajar en la prevención del conflicto parece ser la gran lección que dejó la crisis. Asesorar activamente al cliente para que supere la contingencia y evite llegar a tribunales es la gran premisa que busca internalizar hoy cualquier abogado de la City.

Según Juan Pablo Cardinal, de 40 años, y tercero en la lista de preferencias de la encuesta de infobaeprofesional, ahora "hay que saber crear negocios, acercar ideas a los clientes, construir mas que destruir".Para el experto en propiedad intelectual que trabajó siete años en Abeledo Gottheil y abrió en 2001 su propio bufete, Richards, Cardinal, Tí¼tzer, Zabala & Zaefferer, la clave es "ofrecer al cliente algún valor agregado que no se quede en un asesoramiento pasivo".Coincidió Roxana Kahale, de 40 años, name partner de Beretta, Kahale, Godoy y quinta en la encuesta de infobaeprofesional.com. Según Kahale, "el cliente valora especialmente nuestra disponibilidad, nuestro rol proactivo y creativo en la búsqueda de soluciones jurí­dicas, que le brindemos un servicio eficiente, rentable y que le agregue valor a su negocio"."Para lograr ese objetivo -sostuvo la especialista en M&A- la clave es trabajar en equipo con el abogado interno, quien en definitiva es nuestro principal cliente dentro de la empresa".

FormatosEl nuevo rol de "apoyo" al abogado interno también reformatea la práctica jurí­dica. La fuerte presencia del Estado obliga a los abogados a jugar en un nuevo escenario. La combinación "menos transacciones-menos litigios- más regulaciones" define el marco en el que se desarrolla la actividad jurí­dica. Durante los noventa, el negocio se enfocó en la inversión, en la forma de asesoramiento en las privatizaciones o puesta en marcha de nuevos deals que se desarrollaron durante la década, especialmente en el sector servicios.A fines de los noventa y, particularmente, con la crisis de fines de 2001 y 2002, esa práctica enfocada a la inversión directa ví­a adquisiciones o negocios o a las operaciones de mercados de capitales comenzó a mutar hacia una de creciente litigiosidad, de reestructuraciones de deudas o renegociaciones de contratos, y residualmente fue dirigida a asesorar en las compras de empresas "de oportunidad" por parte de algunos inversores extranjeros.Una vez superado lo peor de la crisis, lentamente está bajando el nivel de conflictividad que dejó la pesificación y decrece el volumen de reclamos nuevos por ese concepto.Sin embargo, el componente de litigiosidad sigue pesando a la hora de elegir qué rumbo seguir en los estudios jurí­dicos y el nuevo paradigma de negocios que se instaló en el paí­s es bastante diferente al de una década y media atrás: menos deals  y una tí­mida recuperación de las transaccionescomerciales de la mano fundamentalmente de jugadores locales.ParadigmaEso sí­, hasta los advisors más sofisticados y menos combativos reconocen que "la profesión cambió sustancialmente", que el componente de litigiosidad está presente en casi todas las operaciones en las que intervienen y que el escenario es prácticamente el mismo en todas las especialidades.Por ejemplo, apuntó Guido Tawil, durante la década del ‘80 la actividad profesional más relevante se centró en la obra pública. Esa actividad fue reemplazada en la década siguiente por las privatizaciones y la consolidación de los nuevos sistemas de regulación económica para dirigirse nuevamente, a partir de enero de 2002, a actividades vinculadas con la creciente intervención estatal en la economí­a, la alteración de los sistemas regulatorios creados una década atrás y los conflictos derivados de las decisiones polí­ticas adoptadas en ese sentido. Los abogados que asisten al sector financiero pasaron de ocuparse del ingreso a la oferta pública, el desarrollo incipiente de los mercados decapital y el acceso al financiamiento internacional a la ruptura de los acuerdos (default generalizado y ruptura en la cadena de pagos) y las reestructuraciones de deuda y contratos.Según Jorge Davis, de 44 años, socio de Klein & Franco y quinto en el ranking 2006, "tras la crisis, ocupamos gran parte de nuestro tiempo buscando soluciones a medida, nuestro gran desafí­o es encontrar instrumentos jurí­dicos que den seguridad a nuestros clientes, ya se terminó la época de las transacciones estandarizadas de los noventa, donde las soluciones eran masivas, el trabajo ahora es mas artesanal".En la misma lí­nea, Ucha sostuvo que "ya no va más el modelo del abogado- asesor que deja que el cliente sólo tome el riesgo y le dice: tome, esta es la solución a su problema. Ahora hay que buscar la solución a ‘nuestro’ problema"."A los clientes no les cierra la idea de un abogado que se sienta enfrente y le diga: si usted hace esto le puede pasar aquello, pero no recomiendan que hacer, se limitan a asesorar". "El chiste clásico del asesor como el hombre al que se le pregunta la hora y dice ´son las cuatro y catorce’, esa cosa de la obviedad, de no mojarse y no arriesgarse es cada vez menos frecuente", concluyó Ucha. LEER MAS:Ver ranking completoGuillermo Ucha: "No me defino por ser abogado, soy más que eso" (Entrevista)

Esta nota fue extraí­da de la Revista Infobaeprofesional, distribuida gratuitemente junto al diario INFOBAE

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