En cadenas internacionales como el Sheraton o el Hyatt, el desarrollo de carrera es exigente, pero bastante previsible: desde un humilde inicio seguramente como recepcionista, es posible llegar digamos, 15 años después, con un poco de suerte y mucho de esfuerzo, al preciado cargo de gerente. A menos, claro, que uno sea Carl Emberson, el flamante gerente general australiano del Hyatt Park Mendoza y entonces pueda hacer un camino muy diferente, y más enriquecedor. El camino conocidoHijo de un médico que además es entrenador de rugby, combinación que no parece insólita en ese paraíso con mares de coral que son las Islas Fidji, Carl Emberson vivió en ojotas y sin televisión hasta los doce años, cuando sus padres lo enviaron pupilo a Australia donde tuvo la oportunidad de ponerse, por primera vez en su vida, un par de zapatos. Después de estudiar abogacía "para complacer a sus padres", y mientras hacía una tarea part-time como barman en Sydney, decidió que "lo suyo" era la carrera de hotelería. Una carrera en la que en pocos años inscribió gestiones exitosas en los Hyatt de Sydney, Montreux, Bruselas y Londres. Otra clase de uniónPero las vueltas de la vida quisieron que perfeccionándose en Suiza, Carl se enamorara primero de una uruguaya (con la que todavía está casado) y luego de Punta del Este. "Me casé con ella y me separé del Hyatt. Ya no estaba solo, y tenía ganas de armarme por mi cuenta". Y así fue como en 1988 llegó a la Argentina para hacerse cargo del Hotel Piscis de Las Leñas. Entre otras –muchas- cosas.Buen olfato y sondeos sui generisPero en ese glamoroso mundillo porteño que gusta de sazonar la buena mesa con buenos negocios, Carl Emberson es recordado, sobre todo, por haber sido uno de los "fundadores de Puerto Madero". Es que fue él quien abrió, hace diez años, el primer restaurant de la exclusiva zona, el también exclusivo Bice. "Hoy debe de haber ochenta restaurantes", calcula. "Pero hace diez años, cuando abrimos Bice y Mirasol, fuimos sólo los únicos durante un año".En aquel entonces y a falta de mejores métodos (o por descreer en ellos), Emberson hacía su propio análisis de mercado: enviaba a una amiga a contar cuántos autos pasaban por Alicia Moreau de Justo. Y en el año 93, entre las seis y las nueve de la noche, casi no pasaba ningún auto. Pero igual, lo abrí, porque imaginaba que eso iba a ser un éxito. -¿No era un negocio de riesgo?No, pero había que darse cuenta de eso. Si uno observaba bien el master plan de la zona, el puerto Viamonte, Puerto Madero, uno se imaginaba el boom. Lo importante fue que abrimos sabiendo que nadie iba a ir a Bice porque "pasaba por ahí de casualidad". Eso marcó nuestra estrategia de marketing. Y así fue que desde el primer día el éxito fue increíble, tanto Mirasol como Bice. Estaban siempre llenos.-¿Es olfato? Porque hay grandes proyectos, estudiados hasta el más mínimo detalle, que fracasaron estrepitosamente...Así es, y yo puedo dar un buen testimonio de eso. Yo puse dos restaurantes en la misma cuadra de Punta del Este. Uno, con mi mujer y otro con un socio. El público era similar, el management y el servicio eran parecidos, la oferta gastronómica era del mismo nivel, los chefs eran buenos. Pero uno fue un éxito y otro un fracaso. La única diferencia es que el que triunfó estaba en una esquina. Y aunque el peso de la ubicación puede explicar un éxito en gastronomía en un 90%, en este negocio hay una fórmula que nadie la tiene, que es la suerte del emprendedor, y que es un misterio. Además de regentear Bice y Mirasol, durante sus años en Baires lanzó el famoso Catering del Gato Dumas. Paralelamente, armó su propia empresa: Emberson Hospitalidad Corporativa Deportiva que brindaba servicios en acontecimientos como Fórmula 1, Abierto de Polo de Argentina, y todos los partidos internacionales de rugby en el país, deporte que practicó casi a nivel profesional en Australia. "Ansias de cambio y pasión por la aventura: el espíritu del hotelero", como define este afable y dinámico bon vivant a su modo de vida trashumante. En el lugar indicado, en el momento justo"Mi sueño siempre fue ser gerente de un Hyatt a los cuarenta años", confiesa Emberson. Ya había pasado por muchas cosas, y quise volver a mi sueño. Ya tenía una hija y sentí deseos de redireccionarme. Entonces me contacté nuevamente con la gente del Hyatt. Para ese entonces yo estaba en Buenos Aires, con el Gato Dumas Catering y Dique 4 en Puerto Madero. Me iba bien, pero tenía 36 años y quería volver a la hotelería.-¿Y qué les dijo?: "Estoy cerca de la edad indicada, vengo por mi sueño" Todo fue muy rápido. Llamé a un amigo que estaba en el Hyatt Hong Kong. Le conté que me interesaba volver, le pregunté qué estaba pasando en Hyatt. í‰l me contactó con el vicepresidente de Hyatt América Latina. Y así nomás me ofrecieron ser subgerente ejecutivo de Hyatt Acapulco, que justo estaba vacante. Estuve en el right time at the right place. Yo había estado fuera de la línea del 88 al 99, desde que hice la primera llamada hasta que asumí el cargo pasó un mes y medio. Pero por las dudas, también estaba en otras entrevistas con las cadenas de la competencia. Gracias a Dios fue el Hyatt. Un emprendedor en una multi-¿Qué le aportan esos once años de experiencia a la cadena Hyatt?Yo puedo traer ese espíritu emprendedor, porque he ganado y he perdido. Puedo hacer un buen coaching al transmitir la sensación de que cada cliente que ganás es un triunfo y cada peso mal gastado es como si saliera de tu bolsillo, porque lo he vivido. Por otra parte, yo he sido y soy un buscador de nuevos negocios, y en Hyatt gran parte de mi responsabilidad es asegurar el éxito comercial del hotel, y lograrlo "haciendo sociales": visitar gente, agencias, clientes corporativos, multinacionales, entidades de turismo, compartir golf o fútbol con los clientes. Y es lo que he hecho toda mi vida: conocer gente, pasarla bien con ellos y hacer buenos negocios. Brasil-Argentina, ¿un empate?- Hasta hace un mes, usted era el gerente general del Grand Hyatt San Pablo; ha hecho negocios con argentinos y brasileños, ¿cuál es la diferencia entre ambos? Es una pregunta difícil para un australiano que, dicen, somos los más latinos de todos los angloparlantes. En Mendoza (y en Buenos Aires en gran medida también) todo es muy cerca. Entonces los empresarios llaman y a los diez minutos pasan. San Pablo es una enormidad, todo es por e-mail. La relación humana es más difícil, todo se agenda "para la próxima semana". Es una ciudad con 28 millones de personas, Buenos Aires no llega a cuatro. Yo hace un mes que estoy en Mendoza y ya conozco a casi todos los que tengo que conocer. En San Pablo en cambio hay mucho de todo: hoteles, tráfico. Esto hace que los paulistas sean más nerviosos y ansiosos que el porteño, por ejemplo, pero son muy divertidos aunque un poco más formales. Los hombres de negocios en Brasil son fundamentalmente, alegres.- No sé si eso estaría muy bien visto acáEllos separan muy bien las cosas y se toman todo muy en serio. Yo soy alegre también, pero business is business. Los argentinos son muy cálidos. Me abrieron sus casas. Son muy receptivos con alguien nuevo, invitan a cenar, colaboran, dan información, eso no lo tenés en todos los países. Aquí no me costó llegar al número uno de las empresas. Claro que también fue un gran trabajo de mi antecesor. Por eso no nos costó nada adaptarnos. Mis hijas llegaron de Brasil a Mendoza un domingo, y el martes ya estaban sentadas en el banco del colegio, con uniforme, libros, con todo listo.
Florencia Bernadou fbernadou@infobae.com