Cómo convivir con los fracasos y convertirlos en mejores maestros que los triunfos

En una sociedad competitiva, en la que el error no se acepta con facilidad, es difícil pensar que no cumplir una meta sea algo de lo que se puede aprender
Por iProfesional
MANAGEMENT - 13 de Enero, 2014

La palabra fracaso está cargada de pena, frustración, dolor, culpa y enojo.

Se trata de un vocablo que las personas ansían nunca tener que pronunciar, que muchas veces disfrazan de error ajeno o incluso de casi éxito. Porque en una sociedad competitiva, en la que el error no se acepta con facilidad, es difícil pensar que no cumplir una meta sea algo bueno y de lo que se puede obtener un aprendizaje tan o más valioso que el que se logra de un triunfo, señala un artículo publicado por el diario chileno El Mercurio.

"Se nos ha enseñado que el aprendizaje es a partir del éxito. Que obtener lo que quiero hace que la conducta que me llevó a esa meta se tienda a repetir en el tiempo. Pero eso es verdad solo en cierto nivel de aprendizaje, como el desarrollo de habilidades que se potencian en la medida que las uso", dice al matutino Marco Antonio Campos, psicólogo experto en coaching.

Sin embargo, agrega, cuando se conoce solo un camino para cumplir las metas, "se deja de aprender otros para afrontar los problemas. Porque quienes han experimentado el fracaso, tienen una mejor adaptación a las condiciones adversas y son capaces de entender que una caída depende de muchos factores".

Patricio Celis, psicólogo y director de la Escuela de Psicología de la Universidad Andrés Bello, en Chile, complementa lo anterior desde un análisis psicoanalítico: "El error es una dimensión constitutiva de la subjetividad humana, que por algún mecanismo propio de nuestro psiquismo anulamos y recubrimos". Y aunque se trate de echarle tierra, lo cierto es que siempre está ahí. "Esa falla no es una anomalía, es parte de la constitución humana. Y el problema no está en equivocarse, sino en si somos o no capaces de aprender de la experiencia, siendo ésta catalogada como equívoco o no", agrega el psicoanalista a El Mercurio.

El error acompaña siempre. De ahí que el cerebro "esté preparado para reorganizarse y lograr niveles de comprensión y autorregulación emocional frente a las situaciones difíciles", dice el psicólogo Campos.

Sin embargo, y aunque es una tendencia natural del ser humano, hay situaciones que la persona no es capaz de ver por sí misma y necesitará ayuda. Porque para, efectivamente, salir de la frustración que provoca el sentimiento de fracaso, es necesario tomar distancia del error y poder mirarlo con otros ojos.

Cuando se evalúa el fracaso, dice Campos, un punto fundamental es ser capaz de determinar qué sentido tiene para la vida esa meta no alcanzada, sobre todo si se trata de un proyecto a largo plazo, como la vida en pareja. Esa reflexión ayuda a poner en su justo lugar el error y darle la importancia que merece.

Hacer ese ejercicio supone mirar de lejos la situación y observarla con ojos nuevos. Algo que se escribe fácil, pero no lo es en la práctica. "Hay que tomar distancia de esos ideales culturales de armonía. Hay que hacerlos conscientes, y para eso sirve verbalizarlos y reflexionar si esa exigencia social responde a mis necesidades más íntimas y privadas", agrega Celis a El Mercurio.

Porque, finalmente, lo relevante no es el error o fracaso porque este siempre estará presente, dice el psicoanalista: "Sino cómo cada uno aprende de su propia experiencia, para equivocarse de otra manera. Porque los seres humanos caemos tres o cuatros veces en la misma trampa. Y lo que debemos aprender es a no fracturarnos las piernas cada vez que lo hacemos, a salir cada vez lo menos dañados posible".

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