Pymes: cómo recuperarse y reconstruirse luego de una situación extrema

Cuando ocurren situaciones como las inundaciones de Bahía Blanca o el terremoto y alerta de Tsunami en Chile, aparecen muchos "héroes sin capa"; gente común que por el rol que les tocó en ese momento destacan con gestos solidarios o llevando soluciones en momentos tan difíciles. Como ese empresario que destinó, en apenas horas de conocida la noticia, uno de sus depósitos como centro de recepción y distribución de mercadería donada.

Ventajas que tienen las empresas manejadas por sus dueños: la agilidad y la capacidad de ejecución. Esta misma decisión, a una corporación podría haberle tomado semanas o, incluso y según los marcos regulatorios que la impacten, tal vez nunca hubiese podido haber hecho un movimiento de esta naturaleza.

Las situaciones límite se manifiestan de diferentes maneras. Pueden tener alcance global, como la pandemia de covid-19, regional o nacional, como un terremoto, una inundación, una hiperinflación o una crisis social, o incluso particular, como ocurre cuando se incendia una fábrica.

En todos los casos, muestran algunos factores en común. El más importante es que nos desestabiliza, porque nos golpea desde varios ángulos: el económico, el emocional, el vincular. Y más allá del dolor que todos sentimos por aquello que se destruye, el empresario carga una mochila adicional: la responsabilidad de mantener las fuentes de trabajo.

Primeros pasos: cuidar de uno mismo y de los demás

Cuando un empresario enfrenta una situación catastrófica como la que se vivió en el sur de la provincia de Buenos Aires, el primer paso hacia la recuperación es cuidar de sí mismo: mantener su semblante y su motivación y, por supuesto, poner el foco en el bienestar de su propia familia. ¿Por qué? Porque es el referente, es a quien todos los demás van a mirar para saber si hay esperanza.

Si el empresario "se la cree", entonces lo puede transmitir y posicionarse como la persona más indicada para gestionar la crisis.

El siguiente paso es cuidar de su gente, en especial de las personas más estratégicas. La empatía es clave en este caso: debemos entender que están pasando una situación igual o peor que la propia. Al final de cuentas, un empresario que lleva veinte o treinta años de experiencia en la Argentina ya atravesó, seguramente, numerosas dificultades, algunas muy complejas o profundas, y cuenta con la capacidad y el pragmatismo para salir a flote.

Sus colaboradores, en cambio, pueden estar padeciendo una situación crítica por primera vez y necesitar del apoyo de su referente para saber cómo seguir.

El empresario deberá, entonces, armar un mapa con los nombres de toda su gente y preguntarle a cada uno de ellos, todos los días, cómo están y qué necesitan. Puede ser que alguno deba faltar una semana para apoyar a sus padres, mientras que otro prefiera recibir mucho trabajo para hacer, porque necesita pensar en otra cosa.

Demostrar de qué estamos hechos

Los empresarios argentinos vivimos acostumbrados a dar batallas, algunas de ellas muy fuertes, incluyendo contextos económicos muy desfavorables o crisis internas de magnitud. Cuando estamos ante una situación límite tenemos la oportunidad de demostrar de qué madera estamos hechos y cuáles son nuestros cimientos.

Dependiendo de cómo hayamos actuado hoy con nuestra gente, esas mismas personas recordarán dentro de cinco, diez o quince años que durante la catástrofe, tal vez el peor momento de sus vidas, tu empresa y vos como empresario estuvieron cerca. En este momento estamos creando historia, mitos, un relato clave para la cultura organizacional.

Lo mejor hubiera sido que esta tragedia (ni ninguna otra) jamás hubiera ocurrido. Pero se presentó y tengo plena confianza en que los empresarios argentinos sabrán cómo cuidarse a sí mismos, a sus familias y a su gente para que, cuando todo esto se empiece a convertir en un mal recuerdo, salgan aún más fortalecidos.