Además de soja, la Argentina exporta gremialistas
Diego Sciretta Berkovich es un inmigrante argentino en Israel que se convirtió en líder gremial de los trabajadores de una cadena de tiendas de confecciones, e impuso el lema de la "lucha de clases", terminología desconocida entre los sindicalistas de ese país. Sciretta, de 43 años y padre de cuatro hijos, tomó la iniciativa de crear un comité de trabajadores después de negociar durante dos años, sin resultado, un aumento de salario con sus jefes de la compañía Castro, lo que causó poco menos que una revolución gremial.Esas negociaciones en Israel las lleva a cabo la Confederación General de los Trabajadores (Histadrut), que agrupa a los sindicatos y que pasó por alto la "rebelión" iniciada por el inmigrante argentino."También a mí me sorprende ser el primer sindicalista argentino, me miran como a un bicho raro, pero me llaman y consultan", dijo Sciretta a la agencia EFE, llegado en 1999 Córdoba a raíz de la crisis económica del país, donde poseía una fábrica de cerámica y "creo haber sido un buen patrón".Según la visión del líder gremial y tal como publicó el medio español El Economista, "los argentinos están acostumbrados a ser los actores de la película, los israelíes están habituadas a ser espectadores, quizá por los problemas de seguridad que tiene el país".
Pero ganarse el rótulo de gremialista tuvo su costo para Diego: debido a su iniciativa, dijo a EFE, ha sido víctima de intimidaciones como la prohibición de acceder a ciertas zonas de la planta industrial o sacar fotocopias que necesita para su tarea.
En una ocasión lo mandaron en un taxi a la oficina central de la compañía donde esperó tres horas sin ser atendido por nadie, antes de devolverlo a su hogar en la localidad de Gan Yavne."Todo empezó por negarme a darles el nombre de los trabajadores que me apoyaron para la formación del comité de empresa", relató.
"Les expliqué que no es ético pedirme esa información, y que se trata de algo democrático y legal", señaló. Israel "es una democracia pero la gente no tiene cultura democrática...en esta sociedad sobrevive el más fuerte", y "creo que se debe al impacto social de las Fuerzas Armadas, que por esencia, y en todas partes, no es una institución democrática".
Su salario mensual es equivalente a 1.700 dólares por jornadas de hasta diez horas, un ingreso modesto para mantener a su familia, lo que no es óbice para que su hogar sea la "Casa de Córdoba" para los latinoamericanos nostálgicos.
"Aquí la gente es buena, la empresa les es importante y también lo es para mí", pero "en la Argentina los trabajadores ya habrían ocupado la fábrica por una semana", señaló.
Los argentinos, comentó, "están acostumbrados a ser los actores de la película, los israelíes están habituadas a ser espectadores, quizá por los problemas de seguridad que tiene el país".
Tras la creación del comité, aseguró, la empresa concedió a los trabajadores un aumento del 10 por ciento: en lugar de pagarles a razón de unos cinco dólares por hora, les pagan cinco dólares y medio, y el directorio, inesperadamente, "abrió sus puertas a todos los trabajadores para escuchar sus problemas".
El director ejecutivo de la compañía, Gabi Rotter, informó a EFE de que la de Castro es la única de su ramo que distribuye ganancias entre su sus 1.200 empleados y obreros; el año pasado, indicó, la bonificación fue equivalente a cuatro salarios.
Los que firmaron la convocatoria de Sciretta fueron amenazados por representantes de la dirección con no pagarles ese aguinaldo. "En Israel tiene que haber justicia social pues sin ella no hay seguridad...esta, creo, debería ser la estrategia para defender al país y a la democracia", declaró.
La dirección de la compañía reconoció finalmente al comité de Sciretta en el centro logístico... pero le notificaron que, "según la ley no estamos obligados a hablar con los trabajadores". Made in ArgentinaTanto por su proactividad como por su flexibilidad para adaptase a las distintas situaciones, los líderes argentinos no pasan desapercibidos en el exterior. En este sentido, Daniela de León, directora de la consultora especializada en Liderazgo Dale Carnegie, apuntó que "una vez que el argentino pierde el miedo y el prejuicio que tiene para consigo mismo es capaz de un montón de cosas que ni él se imaginaba y tiene una actitud proactiva, de empuje y de ejecutar acciones".Consultada por infobaeprofesional.com, De León manifestó que "las crisis que ha atravesado el país les ha enseñado a los líderes y ejecutivos argentinos a sobrevivir y les han dado la experiencia necesaria para poder maniobrar las situaciones conflictivas".Al respecto, el coach y coordinador general de la filial argentina de la Consultora Alas, Leonardo Arilla, comentó que los líderes que están trabajando afuera tienen una gran capacidad de adaptabilidad, y agrega: "El líder argentino es muy versátil, se puede amoldar tanto a una empresa en crisis como a una compañía exitosa con las misma rapidez y facilidad"Desde su experiencia, Arilla no dudó en afirmar que "los líderes argentinos tienen mucha apertura y son mucho menos rígidos que los de otros países, y no sólo hacia el negocio sino también hacia la persona y el equipo que lo rodea, por lo que en este sentido es más cosmopolita".A su vez, el coach de la consultora Alas resaltó que "el haber pasado por crisis le da al ejecutivo argentino otro timing y otra cintura para enfrentar situaciones difíciles", mientras que De León añadió: "Que el argentino sea flexible es producto de todos los cambios que se fueron y se van dando en el país y ante los cuales no le queda otra que amoldarse". De León destacó la forma de moverse en el exterior que por lo general tienen los líderes argentinos: "Buscan ver que es lo que motiva al grupo de trabajo, qué valores los definen como persona y una vez que los encuentran ven como pueden influenciar en el otro".En situaciones nuevas y ante escenarios desconocidos, tienen una actitud de aprendiz, tratan de sacarle a las herramientas el mayor beneficio posible, tienen una actitud muy proactiva de ir un paso más allá que el resto. "No tienen una postura cómoda sino que van por más, buscan generar cambios", agregó la especialista en liderazgo."En términos generales, son más emprendedores y tienen mucho más el desafío como una meta, y a su vez están mejor preparados tanto desde un punto de vista formal de capacitación como desde su experiencia en la calle, en el día a día", resaltó Arilla.Así, una vez que observó y apuntó con quienes tiene que interactuar y quienes son las personas clave, investiga como generar influencias y realiza un análisis de la situación, y recién luego de estudiar el entorno es capaz de presentar una estrategia y sobresalir.Para Arilla, la proactividad argenta también es consecuencia de que el ejecutivo local tiende a vivir el día a día, y "no sabe lo que le va a pasar mañana".Además, los especialistas consultados por infobaeprofesional.com destacaron el componente emocional que poseen la mayoría de los ejecutivos locales cuando les toca liderar en el exterior."Tanto aquí como afuera, el líder argentino es muy expresivo y tiene componentes emotivos muy fuertes, es más entrador, rompe el hielo con un chiste y trata de buscar puntos en común desde la parte humana", afirmó De León, mientras que para Arilla la emocionalidad se evidencia en el contacto físico que tiende a establecer con sus pares, desde un saludo hasta dar un abrazo afectuoso.