"Uno de los changuitos más saludables son aquellos que portan los hombres entre 30 y 50 años que viven solos, en ellos se nota un marcado interés por el cuidado de su físico y por el bienestar general". Además, este segmento está particularmente informado. "Es un tipo de consumidor que está atento, que conoce lo que es un alimento funcional", argumentó la nutricionista Alejandra Volpatti de la Asociación Argentina de Nutricionistas (AADYND) a infobaeprofesional.com.Son los llamados "changuitos verdes". Allí retozan alegremente los productos orgánicos, las leches fortificadas, las aguas saborizadas, los energizantes y los panes funcionales. Según relevamientos del mercado, el incremento de los productos light o reducidos en calorías registran crecimientos en los últimos cuatros años que pueden variar entre el 8% y el 44%. Este incremento es totalmente proporcional a la mejora económica. Obviamente, no sólo se cuida el que quiere sino el que puede. Y no nos referimos a la inevitable y esquiva voluntad solamente, sino a disponibilidad adquisitiva.Incluso, el efecto "cuidado" se derrama desde los sectores altos hacia la base de la pirámide. Siendo el "dulce de leche light" uno de los productos vedette del consumo masivo que además se enrola dentro de lo saludable. Desde otro ángulo también se evidenció un crecimiento de las categorías de productos reconocidos técnicamente como "funcionales", aquellos que aportan alguna mejora para la calidad de vida. Algunos investigadores de mercado admiten que en los sectores populares se considera al Actimel casi como una obligación. "Una entrevistada sentía culpa porque su hijo se había enfermado y temía que era porque no le había dado Actimel", confió una especialista.Los consumidores se mueven en un territorio semiconocido. Escuchan recomendaciones profesionales, ya sea personales o mediáticas, leen las etiquetas, son bombardeados por publicidades y promociones. Y luego se enfrentan directamente en la góndola con la decisión de llenar el changuito. Hay una mezcla entre conocimiento, intuición y curiosidad. Mucho juega la "prueba y error" y la recomendación.
Gran parte de las confusiones surgieron a partir de la falta de homogeneidad en las nomenclaturas, por eso la
Secretaría de Ganadería Pesca y Alimentos (SAGPyA) lanzó una guía de rótulos para homogeneizar las ofertas que están vigentes desde el 1º de agosto de 2006.
Lo básicoHay algunos
elementos que tienen que estar sí o sí en las etiquetas de los productos que se comercializan en el Mercosur como:- denominación de venta del alimento- lista de ingredientes- contenidos netos- identificación del origen- identificación del lote- fecha de duración- preparación e instrucciones de uso del alimento cuando correponda- rotulado nutricional
Kit nutricionalUno de los grandes avances pasa por la especificación de la necesidad de contar con un "rotulado nutricional". Allí se especifica qué componentes se deben declarar como los carbohidratos, las proteínas, las grasas totales, las grasas saturadas, las trans, la fibra alimentaria y el sodio.Claims nutricionalesLa normativa también estipula qué formatos se pueden utilizar para referirse a todo aquello que en última instancia termina llamando la atención del consumidor que quiere cuidarse.Uno de los grandes cambios que se produjo es la eliminación del vocablo diet. Este término generaba confusión. Un producto puede ser dietético porque tiene modificada su composición original, pero no por ello ser reducido en calorías. Para evitar confusiones se optó por desterrar esta terminología.La reglamentación indica entonces en qué medida pueden utilizarse ciertas declaraciones tipo "sin sal, reducido en...", o "rico en ...". Y todo ello conforma un mix de estimulantes para el consumidor cuando se enfrenta a la góndola y tiene que decidir qué meter en su changuito.Ovalo saludableLa necesidad de conjugar las apetencias de las marcas con los requerimientos de información del consumidor indujeron a repensar los parámetros de la alimentación. Clásicamente se pensaba en la pirámide nutricional. "El ícono incluso causaba confusión porque la gente pensaba que lo que figuraba arriba era más importante y no tenía en cuenta las proporciones" admitió la nutricionista Perla Manera, representante de la AADYND. La asociación de nutricionistas tomó cartas en el asunto y decidió lanzar sus "Guias Alimentarias para la Población Argentina" con recomendaciones básicas para el consumidor.
A su vez, la entidad generó una nueva simbología alimentaria representada por un óvalo. "En este caso no sólo se enfatizó la parte alimentaria sino que se tuvo en cuenta el consumo de agua y la práctica de actividad física", argumentó Volpatti. El óvalo permite visualizar de manera más clara cuáles son las recomendaciones alimentarias. Por otra parte, se consideran especificidades de cada mercado alimentario. "En Argentina sería ilógico, por ejemplo, incluir manteca de maní o mandioca", detallaron las nutricionistas.El rol que han encontrado los profesionales de nutrición y salud en este nuevo contexto es clave. Son buscados para dar el crédito, para poner el sello o incluso para dar la cara por las marcas. De allí resulta "la funcionalidad" del matrimonio entre la nutrición y el marketing. Hoy se necesitan avales y sellos de calidad para dar crédito de la saludabilidad. Justamente es en el terreno de vender la "funcionalidad" de los alimentos donde este matrimonio resulta ampliamente funcional.Alicia Vidal (avidal@infobae.com)Infobaeprofesional.com