"Plan B" de Enarsa: busca garantizar el suministro de gas y evitar cortes a industrias
Mientras cruzan los dedos para que el nuevo gasoducto troncal Presidente Néstor Kirchner comience a operar parcialmente en la fecha prometida del próximo 20 de junio, la empresa estatal Enarsa puso en marcha el "Plan B" que diseñaron las autoridades energéticas para poder garantizar el abastecimiento interno de gas durante los meses de frío y evitar el corte de suministro de las grandes industrias en plena campaña electoral.
La salida alternativa -que fue aprobada en los primeros días de enero por la Secretaría de Energía, que comanda la massista salteña Flavia Royón, para no correr riesgos con el servicio de gas a los clientes residenciales- ha sido la recontratación del buque regasificador de Bahía Blanca que se encargará de operar las cargas importadas de GNL que entregarán los barcos metaneros.
Tras haber estado operativo en 14 de los últimos 16 años, el buque regasificador, que había partido en setiembre pasado, arribará nuevamente al puerto bahiense en dos semanas para conectarse al sistema de gasoductos con el fin de poder inyectar, entre mediados de mayo y agosto, un promedio de 10 millones de metros cúbicos diarios de gas.
Como viene sucediendo desde 2007, la empresa que se adjudicó la contratación de la planta móvil regasificadora ha sido la estadounidense Excelerate Energy. Si bien desde el Gobierno no dieron a conocer oficialmente los números del contrato, fuentes del sector energético estimaron que el valor del alquiler diario del buque estaría oscilando entre u$s150.000 y u$s170.000 más un fee por la operación de regasificación estimado entre u$s1 y u$s1,3 por millón de BTU (MMBTU).
Junto con el buque regasificador de Bahía Blanca, también operará como proveedor interno del GNL importado el buque regasificador instalado en el puerto bonaerense de Escobar.
Tras haber empezado a operar en 2010, la "unidad flotante de regasificación" de Escobar se mantuvo siempre activa con una inyección promedio en los meses de invierno de casi 10 millones metros cúbicos. En este caso, la dueña y operadora del regasificador desde hace trece años es también la empresa Excelerate Energy.
El plan de Enarsa para evitar los cortes de gas en invierno
El funcionamiento de los dos buques regasificadores le permitirá al equipo energético que depende del ministro de Economía, Sergio Massa poder cubrir entre el 15% y 20% de la demanda pico que se registra en el sector hogareño en los días más fríos del año.
A principios de enero, la conducción de Enarsa, que encabeza el santacruceño K, Agustín Gerez, buscó aprovechar la marcada baja de precios que se registraba en el mercado internacional del GNL.
En ese momento, se lanzó una licitación para adquirir 30 cargamentos de GNL a entregar entre marzo y agosto. La convocatoria a los oferentes salió con tres cambios salientes con respecto a los procesos licitatorios de los años anteriores. En primer lugar, se estableció que las ofertas debían ser por bloques de 10 buques cada uno. En segundo lugar, se fijó el pago adelantado del 20% de cada carga a los cinco días de la firma de los contratos de adjudicación. Y, en tercer lugar, se pautó el pago del 80% restante de cada cargamento en cuatro desembolsos mensuales entre marzo y junio.
Los 30 barcos de GNL quedaron repartidos en partes iguales entre las petroleras BP y TotalEnergies y Vitol, la comercializadora global de combustibles y materias primas.
El monto total de los cargamentos ascendió a casi US$ 1.300 millones, con un precio promedio de u$s20 por millón de BTU (MMBTU) que se ubicó u$s22 por debajo del valor inicial que habían proyectado pagar las autoridades de Energía a fines del año pasado cuando planificaron las distintas fuentes de provisión de gas para 2023.
A esas 30 cargas se agregarían otras 10 más que están en proceso de adjudicación. De esta manera, para la atención de la demanda invernal de este año, el Gobierno se encamina a importar un total de 40 barcos de GNL, casi el mismo nivel de compras de 2022 que alcanzó un total de 41 cargamentos.
Además de las dudas por la terminación en tiempo y forma de las obras del nuevo gasoducto –que una vez habilitado permitirá transportar desde Vaca Muerta un promedio inicial de 11 millones de metros cúbicos diarios que ya no será necesario importar en el próximo invierno--, el hecho adicional que llevó a las autoridades energéticos a reflotar la opción del buque regasificador de Bahía Blanca estuvo dado por la nueva caída en los ingresos del gas boliviano que está prevista para este año.
Tras la última renegociación del acuerdo de importación con Bolivia que viene desde 2007, el Gobierno confirmó que entre junio y agosto los envíos previstos alcanzarán a 8 millones de metros cúbicos diarios, mientras que para el resto del año la provisión del Altiplano será de 4 millones de metros cúbicos diarios.
Esos volúmenes comprometidos para este año implican una reducción de casi el 40% con respecto a lo entregado en 2022 y están a años luz los 20 a 24 millones de metros cúbicos diarios que llegaron a importarse en el primer lustro de vigencia del acuerdo que habían sellado Néstor Kirchner y Evo Morales.