Olivia comenzó hace 17 años en un pequeño local de Quilmes, en la zona sur del Gran Buenos Aires. Cuando Luciano Necchi y Adrián Esteban pusieron la primera empanada en el horno, ni de casualidad imaginaron un futuro en el que elaborarían unas 500.000 unidades al mes para abastecer a una cadena de 18 franquicias ni que llegarían a hacerse conocidos más allá del conurbano bonaerense.

Sin embargo, ese futuro es hoy y ahora Mariano Gutiérrez, el gerente general de Olivia, tiene planes aún más ambiciosos: "Mi objetivo es llegar a todo el país con unas 100 franquicias en los próximos 7 años. Estoy convencido de que es absolutamente posible", dice a iProfesional.

La cadena comenzó a formarse en 2010 con locales popios que los socios fueron inaugurando entre Avellaneda, Bernal y Berazategui. Sin embargo, según cuenta Gutiérrez, cuando llegaron a tener cinco locales, los dueños entendieron que para seguir creciendo sin poner en peligro la calidad de sus productos y atención, necesitarían apoyarse en el trabajo de terceros, ya que ellos solos no podían encargarse de la producción y la operación. Fue entonces cuando optaron por las franquicias para delegar lo comercial y concentrarse en la producción, invirtiendo en una planta que pudiera respaldar sus planes.

En la actualidad, Olivia no tiene locales propios, sino 18 franquicias y una planta de 800 metros cuadrados desde donde elaboran unas 500.000 empanadas al mes de 25 sabores diferentes,  además de 8 variedades de pizzas a la piedra.

"Con esta planta, podemos abastecer sin problemas unos 70 puntos de venta. Nuestro principal limitante es la capacidad de refrigeración; contamos con 15 cámaras de congelado y, previendo futuros inconvenientes, recientemente añadimos dos cámaras más, por lo que pudimos ampliar nuestra capacidad de almacenamiento y aún tenemos espacio para agregar más", aclara.

"El diferencial de Olivia es el servicio de calidad y sus empanadas, que además de estar cerradas a mano, están hechas desde el relleno hasta la masa con productos de primera calidad. La empresa quilmeña, Empa – Nec, también tiene otra marca llamada Sabor Nativo, que a diferencia de Olivia, no está pensada para el servicio de delivery y consumo en el hogar, sino para el consumo al paso, es decir, para los trabajadores que disponen de unos pocos minutos para almorzar tres empanadas y una gaseosa. Por ahora, hay dos sucursales, una en la zona del Congreso y la otra en el barrio porteño de Once, pero esperan continuar expandiéndose a través de franquicias.

De Quilmes a Córdoba y de Córdoba al país con 100 franquicias, ese es el plan de Olivia

"Sabor Nativo surgió a mediados de 2019 y llegamos a cerrar 10 contratos de franquicias, pero con la pandemia, los propietarios de la empresa decidieron dar marcha atrás, ya que el modelo de negocio de consumo al paso iba en contra de las restricciones de movilidad impuestas durante el aislamiento. Por lo tanto, se decidió esperar para no perjudicar a los franquiciados ni a la marca", cuenta Gutiérrez, quien ahora está nuevamente reuniéndose con posibles franquiciados para continuar la expansión de la marca.

Para abrir una franquicia de Oliva se necesitan u$s30.000

La clave del éxito, para Gutiérrez, es el servicio de atención, ya que, subraya, la calidad del producto ya está asegurada. "Si como cliente me atienden mal, soy de los que les cuesta regresar, por muy bueno que sea el producto. Por eso, la buena atención es clave para mí, desde la forma de saludar, la presentación de promociones y la limpieza del local".

La inversión total estimada para abrir una franquicia de Olivia oscila los u$s30.000 e incluye el acondicionamiento del local con su mobiliario (salvo que sea necesario realizar trabajos de construcción) y la mercancía inicial. "Es llave en mano y mensualmente, no cobramos regalías ni tarifas publicitarias, ya que nuestro negocio es vender empanadas, no franquicias. Tenemos un compromiso real y sólido con los franquiciados", afirma Gutiérrez.

El tiempo de recupero de la inversión suele ser de entre 12 y 18 meses, dependiendo de la ubicación del local, pero, aclara el ejecutivo, principalmente depende de cuán presente esté el franquiciado en el punto de venta. "No es necesario que estén en el local todo el tiempo, pero con solo ir de vez en cuando y estar atentos a lo que sucede, marca la diferencia entre las franquicias que más facturan y las que menos", asegura.

La clave del éxito es la buena atención, el resto es sacar del freezer y poner en el horno

En la actualidad, la franquicia que más factura alcanza los $10.000.000 y la que menos unos $3.000.000. Aunque la ubicación influye, insiste en que no es determinante y da el ejemplo de la franquicia que tienen en Ranelagh, una localidad de Berazategui con menos de 70.000 habitantes y que sin un gran centro comercial propio, la franquicia funciona muy bien porque, según Gutiérrez, el franquiciado es activo.

"Por nuesta parte, somos franquiciantes  muy comprometidos, lo digo con sinceridad, ya que sabemos que muchos dicen lo mismo pero después abandonan a sus franquiciados. Estamos muy presentes, ya que entendemos que si les va bien, también nos irá bien a nosotros. Prueba de ello es que tenemos franquiciados con más de una franquicia", concluye Gutiérrez.