Tensión entre Irán y EE.UU: por qué cerrar el Estrecho de Ormuz sería una catástrofe y desataría el caos económico
El Estrecho de Ormuz representa uno de los pasos marítimos más relevantes del mundo por su función estratégica en el comercio global de hidrocarburos. Situado entre Irán y Omán, esta franja de agua conecta el Golfo Pérsico con el mar de Omán y, a través de este, con el océano Índico.
Su ubicación lo convierte en un punto clave para el tránsito de petróleo: diariamente circulan por allí más de 15 millones de barriles, lo que equivale a cerca del 20% del comercio mundial de crudo, según datos de organismos energéticos internacionales.
Este paso angosto, de apenas 39 kilómetros en su punto más estrecho, no solo es fundamental para las economías que dependen del petróleo del Golfo, sino que también es un espacio con una elevada carga geopolítica.
La relevancia de Ormuz excede su valor como corredor energético, ya que también es un escenario de tensiones persistentes, especialmente entre Irán y Estados Unidos, cuyas relaciones se han caracterizado por períodos de alta conflictividad, sanciones económicas y enfrentamientos indirectos.
Importancia geoestratégica y energética del Estrecho de Ormuz
A lo largo de las últimas décadas, el Estrecho de Ormuz se consolidó como un enclave esencial para el flujo energético global. Países productores como Arabia Saudita, Irak, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Catar dependen de esta vía para exportar su petróleo y gas natural licuado hacia Asia, Europa y América. Las rutas marítimas que atraviesan Ormuz son utilizadas por grandes buques petroleros que, en muchos casos, no cuentan con alternativas logísticas viables para transportar sus cargas.
Irán, cuya costa norte limita con el estrecho, ha expresado en diversas oportunidades su percepción sobre el control de esta vía marítima como un elemento de soberanía nacional. En este contexto, las declaraciones de autoridades iraníes respecto de la posibilidad de cerrar el paso como respuesta a sanciones económicas han generado preocupación en los mercados internacionales.
Por su parte, Estados Unidos ha mantenido presencia militar en la región a través de la Quinta Flota de su Armada, con base en Baréin. Su objetivo declarado es garantizar la libre navegación en esta ruta estratégica y evitar interrupciones que puedan afectar la seguridad energética global.
Escenarios de conflicto y acciones militares recientes
La tensión entre Irán y Estados Unidos se intensificó en distintos momentos, especialmente en los últimos años, cuando se produjeron incidentes que involucraron ataques a buques petroleros en aguas del Estrecho de Ormuz. En 2019, el gobierno estadounidense atribuyó a Irán la responsabilidad de sabotajes a petroleros de países aliados en el Golfo, lo que elevó la alarma internacional respecto de una posible escalada militar.
Estos episodios se produjeron en un contexto de endurecimiento de sanciones contra Irán, luego de que Estados Unidos se retirara del acuerdo nuclear firmado en 2015. Como respuesta, Irán manifestó que podría adoptar medidas para restringir el tránsito en Ormuz, lo que se interpretó como un mecanismo de presión ante las medidas económicas impuestas.
El eventual bloqueo del estrecho es considerado un riesgo de alto impacto. Aunque técnicamente complejo y con consecuencias directas para Irán, la sola posibilidad de una interrupción del flujo petrolero provoca oscilaciones en los precios internacionales del crudo y activa mecanismos diplomáticos por parte de potencias dependientes del suministro energético de la región.
Repercusiones internacionales y rol de actores globales
La seguridad del Estrecho de Ormuz no solo involucra a Irán y Estados Unidos. Países importadores como China, India, Japón y Corea del Sur dependen en gran medida del petróleo que cruza esta ruta. Cualquier alteración en la dinámica del estrecho afecta los costos de energía y el equilibrio económico de estas naciones. Por este motivo, algunos de estos Estados han impulsado medidas diplomáticas para promover la estabilidad en la región.
Además, actores multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas han expresado en distintos foros la necesidad de preservar la libertad de navegación y evitar acciones que puedan poner en riesgo la paz regional. Mientras tanto, las potencias occidentales, especialmente los miembros de la OTAN, han desarrollado ejercicios militares conjuntos en aguas cercanas al Golfo como una muestra de respaldo a la seguridad marítima.
El impacto económico de un eventual conflicto prolongado en Ormuz sería significativo. La volatilidad en los precios del petróleo podría generar presiones inflacionarias a nivel global, afectando la recuperación de economías en desarrollo y aumentando los costos energéticos en mercados industrializados. En ese sentido, la estabilidad del estrecho es considerada una prioridad estratégica por gobiernos y organismos financieros internacionales.