• 18/12/2025
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Es emprendedora, tiene 24 años y se sumó al boom del "oro verde" con su propia marca de pistachos

Milagros Mac Donnell invierte su dinero y su tiempo en un cultivo que exige paciencia, mientras posiciona Nushka como marca de pistachos mendocinos
06/10/2025 - 16:52hs
Esta joven emprendedora se sumó al boom del 'oro verde' y ya tiene su propia marca de pistachos

La planta de pistacho tarda años en dar sus frutos. Siete, diez, a veces más. Requiere paciencia, constancia y confianza ciega en que esa semilla diminuta, algún día se transformará en un árbol fuerte. Eso lo entendió Milagros Mac Donnell, una joven emprendedora que decidió apostar por este cultivo que muchos llaman "el oro verde" plantando 150 plantas en la finca familiar. Mientras espera su primera cosecha, lanzó su propia marca: Nushka.

Su padre, contador de profesión, compró una finca de unas 10 hectáreas en Mendoza cuando tenía 24 años. Allí, en Finca La Cristina, la familia cultiva viñas y olivares. Pero nunca imaginó que Milagros, su única hija, elegiría el agro como camino.

"Siempre decía que no me iba a meter en esto, que era puro sufrimiento. Veía a productores esperando meses a que las cooperativas pagaran, a otros que ni siquiera podían podar por falta de plata… y pensaba: ‘¿para qué meterme?’", recuerda.

Pero la vida tomó otro rumbo: con un título en Administración de Empresas, un MBA en marcha en la Universidad Católica Argentina y un trabajo en un estudio contable, en 2024 la joven eligió abrir una puerta inesperada y apostar por el campo. "Yo quería algo propio. El viñedo y los olivos los puso mi papá. Yo quería dejar mi huella con el pistacho", cuenta a iProfesional.

Su padre le cedió poco menos de dos hectáreas de su finca en Maipú (Mendoza) y allí invirtió unos u$s1.500 de sus ahorros en 150 plantas de pistacho. Pero no fue una decisión improvisada: pasó meses leyendo papers internacionales, hablando con dueños de viveros y consultando a productores. Uno de ellos, Jorge Urrutia, fue clave. Él la recibió en su finca con un plato de pistachos recién cosechados y caminando entre árboles, le dijo que si cuidaba bien las plantas durante los primeros años, el pistacho la iba a acompañar toda la vida. "Esa charla me marcó", reconoce.

Nushka: vender hoy lo que producirá mañana

Para no pasar una década esperando que sus plantas crezcan, Milagros seleccionó a los mejores productores de Mendoza, San Juan y La Rioja y les empezó a comprar pistachos a granel para venderlos bajo su propia marca Nushka, un nombre breve y sonoro, que en distintas lenguas significa "amor a la tierra". De esta manera, construye clientela, genera ingresos para reinvertir y prepara el terreno para cuando llegue la primera cosecha propia.

"En diez años no voy a ser una improvisada que recién empieza a vender. Ya voy a tener clientes fieles y una marca consolidada", proyecta.

Los primeros clientes fueron amigos y familiares, hasta que las redes sociales le dieron el empuje que necesitaba: videos de su día a día en la finca, del envasado, de las entregas. "Me daba vergüenza hablar frente a cámara, pero lo hice igual y empezó a escribirme gente que no conocía. Fue increíble", cuenta.

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Su padre le cedió dos hectáreas de la finca familiar, donde plantó 150 plantas de pistacho

Hoy Nushka abastece a cafeterías, pastelerías y pizzerías con pedidos semanales de tres a cinco kilos, además de ofrecer bolsitas para consumidores particulares. Los precios van desde $5.800 por 100 gramos hasta $26.000 por medio kilo.

Su clientela se concentra en Mendoza, pero cada vez suma más pedidos en Buenos Aires. "La última vez que viajé por el máster me llevé seis kilos en la valija. En el control de seguridad no entendían nada cuando vieron las bolsas de pistachos", cuenta entre risas.

Aunque hoy el pistacho y el chocolate Dubai son tendencia, Milagros no se deja llevar por el furor del momento. "Hoy el pistacho está de moda, lo ves en helados, en bombones, en todo. Pero yo creo que va a pasar a una etapa de estabilidad. Ya no será el boom, pero tampoco va a caer. En Europa lo usan más como decoración, en tortas o postres, y creo que acá va a ir hacia ese lado. No va a desaparecer", reflexiona.

Por eso cada peso que gana vuelve al proyecto. Compra más plantas, más envases, más materia prima. No recibe un sueldo de Nushka: su ingreso viene del estudio contable donde trabaja. Vive con sus padres y aprovecha esa ventaja para reinvertir todo. "En Buenos Aires, muchos de mis amigos pagan alquiler y se les va toda su plata. Yo decidí poner cada peso en el futuro que quiero".

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Todo lo que gana con Nushka lo reinvierte en más plantas y materia prima para crecer

Consciente de que no podrá competir con quienes tienen cientos de hectáreas, Milagros construye otro modelo: pequeño, flexible y con identidad. "Me gusta sentir que lo que vendo tiene mi cara, mi historia. Que cada cliente sepa que detrás hay una persona, no una empresa gigante y que también justamente por eso puedo adaptarme más fácilmente a sus necesidades", resume.

Entre libros de administración y surcos de tierra, Milagros aprendió que la paciencia también puede ser una forma de inversión. Como joven emprendedora eligió el pistacho para sembrar futuro y con Nushka empezó a escribir su propia historia en el agro. "Lo que más me emociona es que estoy levantando algo propio. Aunque tarde años en dar frutos, sé que estoy en el camino correcto", concluye.