Cuáles son los factores que llevaron a la mayor alimenticia del país a sufrir millonarias pérdidas
El sector del consumo masivo es uno de los que más viene sufriendo la recesión y la fuerte caída de la demanda durante lo que va de este 2025, con empresas que no logran mejorar sus ingresos y que, en algunos casos, siguen evidenciando fuertes pérdidas o importantes caídas de su rentabilidad.
Por lo menos, así surge al analizar los balances de los grupos alimenticios de mayor peso en este mercado, como el caso de Mastellone Hnos.
En los primeros nueve meses de este año, la dueña de La Serenísima sufrió una profundización de su crisis operativa y financiera, tras haber informado fuertes pérdidas por algo más de $20.000 millones que contrastan con las ganancias por $66.985 millones en igual período de 2024.
O en el caso de Arcor, que en los primeros seis meses de este 2025 evidenció un fuerte derrumbe de sus ganancias, que llegaron a los $36.000 millones, contra una de $269.693 que había logrado en el mismo período del 2024.
Si bien se trata de dos casos, ambos sirven para demostrar el complejo escenario que atraviesan tanto los grandes productores como las empresas de menor tamaño y también las cadenas de supermercados.
Arcor, Mastellone y más empresas de consumo masivo sufren histórica caída de ganancias
Es más, un informe publicado por el Banco Provincia asegura que las empresas de consumo masivo atraviesan uno de sus peores años, con caídas de ventas de más de un 20% respecto del 2024.
El trabajo entiende que los menores volúmenes exportados y la apertura importadora, en un contexto de comercios que acumularon muchos stocks no deseados durante el año pasado, explican que la recuperación de las ventas en supermercados no se haya trasladado a los resultados de las empresas.
Asimismo, advierte que la apreciación del tipo de cambio real reduce la incidencia de los envíos externos sobre la facturación total, distanciando aún más la evolución del sector en general de la dinámica de las empresas en particular.
Este deterioro trajo además una caída histórica en el cociente entre ganancias —antes de impuestos y amortización— y ventas, que se encuentra en el mínimo de los últimos 10 años y que viene promediando el 5%, ubicándose 4 p.p. por debajo de la media 2020-2023 (9%).
Así, las principales empresas de consumo masivo no solo venden menos que antes, sino que además comprimieron sus márgenes de rentabilidad, con lo cual se torna difícil pensar que esta variable de la demanda motorice una eventual recuperación del PBI.
Entre otros indicadores, el flujo operativo y de caja se invirtieron en los últimos trimestres y en la actualidad las actividades financieras -eventuales aportes de capital y créditos- están sosteniendo el flujo de caja, mientras que los márgenes operativos promediaron -2% sobre ventas en los últimos 12 meses.
La mayor alimenticia del país, ante un rojo constante
En el mismo contexto parece estar operando Molinos Río de la Plata, la principal empresa alimenticia de la Argentina que es propiedad de la familia Pérez Companc y que, en lo que va del año, atravesó por un primer semestre regular y un segundo más complicado tanto en ventas como en rentabilidad, incluso para las categorías básicas, especialmente a partir de julio, escenario que se mantuvo hasta octubre pasado.
De hecho, la empresa sufrió por la caída de las compras de sus grandes clientes, como son las cadenas de hipermercados; los mayoristas y los supermercados, todos con suficiente stock como para reducir sus operaciones.
Es más, al cierre de los primeros nueve meses de este año, la compañía generó ingresos netos por $ 696.752 millones y acumuló una pérdida neta de $37.403 millones.
Se trata del primer balance correspondiente al período enero y septiembre que muestra cifras en rojo en los últimos cuatro años, ya que en los años anteriores siempre mostró resultados positivos por $54.184 millones (2024); $81.533 millones (2023); $70.818 millones (2022), y $40.421 en el 2021.
Factores de la caída de Molinos Río de La Plata
En un documento enviado por el directorio de la compañía a la Comisión Nacional de Valores (CNV), se explica cómo la caída en la facturación y la rentabilidad estuvo ligada a dos factores principales.
Por un lado, a una contracción del volumen entregado de 9,7%, asociado a la retracción del consumo de buena parte de la cartera comercializada en el país y del comportamiento de compra de los principales clientes, quienes acompañaron el aumento de la tasa de interés real en medio del proceso de desinflación disminuyendo sensiblemente el stock de mercadería en su poder.
Por otra parte, la sociedad experimentó una caída de precios en términos reales, ya que estos fueron ajustados nominalmente a razón de 13,8% en el último año móvil, cuando la inflación registrada por INDEC ha sido de 31,8% en el mismo período.
"Frente a este entorno, donde se profundiza la presión competitiva, la sociedad intensificó la gestión y revisión de sus costos operativos y gastos centrales", admiten desde la empresa.
Si bien no tuvo necesidad de llevar a cabo un proceso de reestructuración de sus operaciones, sus ejecutivos optaron por trabajar un fuerte control de gastos en toda la organización para, de algún modo, compensar la caída de volumen sufrida entre agosto y septiembre pasados.
En el informe se agrega que "se continúa con la implementación de un estricto programa de control, buscando generar eficiencias y mejoras en todos los procesos".
Se señala además que la efectividad de este programa "resulta ratificada en la sólida reducción de costos de ventas y gastos de administración y comercialización, que en su conjunto mejoran 9,5 puntos porcentuales sobre ventas en el último trimestre respecto al primero del año".
También se anticipa que la empresa continuará enfocada en el consumidor, sus marcas, la productividad y la eficiencia "para seguir acompañando a los argentinos con productos cada vez más saludables, ricos, prácticos y accesibles".
Contexto global
Para analizar los escenarios que le presentará el último trimestre del año, desde Molinos se hace mención al comportamiento de la economía mundial que muestra menor incertidumbre y un tono de política económica más moderada a la observada durante el primer semestre, lo que ayuda a disipar tensiones en el comercio.
En ese contexto, sus ejecutivos entienden que las estimaciones más recientes del FMI ubican el crecimiento global en 3,2% para 2025 y 3,1% para 2026, mientras que América Latina avanzaría 2,4% en 2025 y 2,3% en el mismo año.
En el documento enviado a la CNV, la alimenticia de los Pérez Companc espera una desaceleración de la inflación mundial, con diferencias marcadas entre regiones y aún por encima de las metas de Estados Unidos.
En el caso de Argentina, el directorio de Molinos considera que el proceso de estabilización iniciado en 2024 continúa de manera gradual, que las principales consultoras proyectan para 2025 un crecimiento cercano a 4%, con heterogeneidad sectorial.
Sin riesgo político
Para la empresa, los sectores de finanzas, agro, energía y minería son los que sostienen tasas positivas e impulsan la actividad, mientras construcción, consumo masivo e inversión privada permanecen por debajo de los niveles esperados y previos a la recesión.
Además, se asegura que "el resultado electoral favorable al Gobierno, junto con expectativas de reformas y prioridad por la sostenibilidad fiscal, mejoró el precio de los activos argentinos, redujo el riesgo país y reforzó las posibilidades de volver al mercado internacional de crédito en mejores condiciones, con menos dudas sobre la sostenibilidad de la deuda".
Se hace además un análisis de la economía argentina actual, que mantiene un esquema cambiario administrado que evitó que la devaluación tenga un traspaso significativo a precios, durante el último trimestre.
"Si bien persisten dificultades para acumular reservas y se observan episodios de volatilidad vinculados a ajustes fiscales, aumento de tarifas de servicios públicos y a movimientos del tipo de cambio real", añade el paper.
También se asegura que el sostenimiento de una regla fiscal, junto con la desinflación y una mayor estabilidad cambiaria, aportarían más certidumbre y respaldo a la recuperación de la actividad en los próximos meses, teniendo en cuenta que la demanda privada sigue condicionada por la baja liquidez de hogares y empresas, la dolarización de portfolios, el mayor peso del gasto en servicios y tarifas además del elevado costo financiero, que encarece el crédito y desalienta compras financiadas.
Por consiguiente, los ejecutivos de Molinos consideran que la mejora del poder adquisitivo sería gradual y aún insuficiente para recuperar los niveles previos a la recesión y entienden que la trayectoria del salario real y del empleo serán determinantes para sostener una recuperación más homogénea.
En este contexto y teniendo en cuenta este proceso de cambio estructural y un mercado desafiante, desde la compañía aseguran haber podido sostener su posición de mercado "gracias a la fortaleza de su portafolio de marcas en un entorno más competitivo".
Para los próximos meses anticipan que la compañía "continuará enfocada en la mejora sostenida de la rentabilidad de sus negocios mediante la eficiencia operativa, optimización de costos y gestión activa de márgenes, además de seguir adaptándose con agilidad a nuevas tendencias de consumo para capturar oportunidades en los distintos segmentos".
"Tras la modernización de los sistemas de gestión y de los procesos productivos y operativos, la empresa confía en consolidar su competitividad y su eficiencia, con el objetivo de impulsar una mejora sostenida en el tiempo", argumenta el documento.