¿Comprarías ropa por peso?: esta emprendedora de San Telmo la vende por $42.000 el kilo y la rompe
En San Telmo, una vieja casa con techos altos y pisos gastados por el tiempo es hoy escenario de un modelo de negocio que desafía la lógica tradicional de la moda. En La Kilo Vintage, cada compra pasa por la balanza: el cliente elige libremente sus prendas de segunda mano, pero paga según el peso. "Fue una idea desesperada —recuerda su fundadora, María Machado Cherny—. En diciembre de 2023 estábamos al borde de fundirnos y pensé: tengo que reventar todo lo que tengo. Entonces se me ocurrió vender ropa por kilo. Y fue un éxito inmediato".
La propuesta nació hace 2 años como un recurso para sobrevivir a un diciembre sin ventas y se convirtió en una experiencia de consumo circular. Hoy, en su local de Estados Unidos 657, San Telmo, conviven blusas de seda, jeans, vestidos de diseñador y hallazgos vintage. Nada tiene precio: todo depende del peso en la balanza. "El éxito hoy es no fundirse. La gente valora que pueda elegir con libertad, sin miedo al precio final", resume Machado Cherny.
La emprendedora, nacida en Brasil y formada en comunicación y marketing, dejó atrás una carrera en los medios para dedicarse a su verdadera pasión: las antigüedades. "Durante años trabajé en publicidad y televisión, pero la pandemia me revolcó en una crisis existencial. Empecé vendiendo cuadros, después ropa, y terminé encontrando en lo vintage algo que unía todo lo que me gustaba: la historia, el diseño y la búsqueda de joyitas". Su primera experiencia fue un puesto en una feria en 2019, Alta Volta, montada junto a su madre en el Parque Lezama. Pero el salto definitivo llegó dos años después, cuando instaló su propio local y descubrió el potencial de una comunidad que buscaba comprar distinto.
"Siempre fui compradora compulsiva de cosas viejas: cuadros, objetos, ropa. Vengo de una familia textil, tengo el ojo entrenado. Lo mío es encontrar piezas especiales", cuenta. Ese espíritu de búsqueda se mantiene intacto en La Kilo Vintage, donde cada perchero combina básicos con rarezas de diseñador y prendas internacionales. "A veces aparece un pañuelo de Hermès o un Dior, pero nunca los destaco entre los demás productos. Quiero que el que venga tenga la experiencia de encontrar tesoros".
¿Cómo funciona la venta de ropa por kilo?
El sistema de La Kilo Vintage se basa en un principio simple: la ropa, toda de segunda mano, no tiene precio, sino peso. Hoy, el kilo cuesta $49.500 —o $42.000 si se paga en efectivo o transferencia—, y los clientes pueden comprar desde medio kilo. "En la tienda física permitimos llevar medio kilo por unos $30.000, porque sabemos que hoy cada compra es un esfuerzo. También ofrecemos tres cuotas sin interés para que la gente o los revendedores puedan financiarse", explica Machado Cherny.
El modelo, que se adapta a las estaciones, permite que en verano se mantenga el precio, aunque las prendas sean más livianas. En invierno, incluso baja: "Nunca encarezco el abrigo, al contrario. Si una campera pesa mucho, le ponemos un tope. No quiero que nadie se vaya sin poder comprar", aclara.
Pero el negocio no termina en el mostrador. La Kilo también compra ropa a particulares que hacen limpieza de placard o quieren desprenderse de prendas en buen estado. Se paga por lote y en el momento, sin consignación. "Si vos tenés tiempo de vender prenda por prenda, vas a ganar más. Pero si querés resolver rápido, te lo compro todo junto", detalla.
La tienda online replica el mismo esquema: cada prenda se publica con su foto y su peso exacto en la balanza. El cliente agrega al carrito las piezas que le gustan hasta completar el kilo, sabiendo de entrada el monto final antes de pagar. "Nunca vi en ningún lado que se venda ropa por kilo eligiendo prenda por prenda en la web. Nos costó muchísimo desarrollarlo: siete programadores nos dijeron que no. Al final lo hicimos con una amiga diseñadora y lo lanzamos el 1° de septiembre, justo antes de que naciera mi hija", cuenta entre risas.
La plataforma permite que compradores de todo el país accedan a la experiencia sin viajar a Buenos Aires. El stock digital ronda las 700 prendas, mientras que el local mantiene unas 10.000 piezas en exhibición. Todos los martes se suman productos nuevos, y los jueves se transmiten vivos de TikTok e Instagram desde el local, donde la ropa se muestra y se pesa en tiempo real.
"El público es muy diverso: vienen chicas jóvenes, revendedores, gente que busca marcas de lujo o simplemente ropa buena a precio justo. Lo importante es que todos se van con la sensación de haber elegido bien", dice la emprendedora. Las prendas son
En La Kilo trabajan hoy ella, su pareja y dos colaboradoras freelance. La estructura es liviana y flexible, una decisión consciente para sostener precios accesibles. "No puedo abrir de 10 a 20 como un local tradicional, porque eso me obligaría a tener más gente y cobrar el doble. Prefiero un horario acotado y pagar bien a quienes trabajan conmigo", explica. Hoy la tienda física funciona de martes a viernes de 16 a 20 y los sábados y domingos de 14 a 19 horas.
La marca también mantiene su costado solidario: la entrada al local sugiere donar un alimento no perecedero, que luego se entrega a organizaciones comunitarias. "Empezamos con eso en 2023, cuando colaboramos con una comunidad Wichí de Salta. Hoy seguimos haciéndolo con ollas populares de la ciudad", señala.
Además, la tienda se convirtió en un espacio inclusivo. "Siempre tuve artistas y chicas trans trabajando conmigo. La idea es que sea un lugar donde todos se sientan bienvenidos", enfatiza.
Con la marca registrada y el modelo comercial protegido, La Kilo Vintage ya piensa en nuevos pasos. "Estamos abiertos a franquiciar o compartir el know-how con otras emprendedoras. Me lo piden mucho, y también pienso en hacer un curso para enseñar lo que aprendí", anticipa.
Mientras tanto, el local de San Telmo sigue recibiendo visitantes cada semana, atraídos por una experiencia de compra diferente. En tiempos en que el fast fashion domina, La Kilo Vintage se consolida como un referente en el universo de las prendas de segunda mano, combinando diseño, sustentabilidad y precios justos. Con un modelo que nació de la necesidad y se transformó en oportunidad, la marca demuestra que vender por kilo puede ser una nueva forma de entender la moda y el consumo en la Argentina.