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Tras ir a India, el TeaMaster Diego Morlachetti cuenta la experiencia: "Donde está el té pasa algo"

El experto y un grupo de alumnos de la Escuela Argentina de Té viajaron al país asiático, recorrieron plantaciones y fábricas y conocieron la cultura
13/07/2012 - 17:30hs
Tras ir a India, el TeaMaster Diego Morlachetti cuenta la experiencia: "Donde está el té pasa algo"

India es una tierra que aloja a una milenaria cultura, que si bien muestra algunos signos de globalización, tiene sus aspectos característicos.

En este sentido, una de las primeras asociaciones mentales que se hacen al mencionar a ese país está vinculada con la calma, la solidaridad y la paciencia. Y la ceremonia del té refleja estos y otros valores, muy afirmados en aquel sitio.

En aquellas tierras, no sólo crece la planta que permite elaborar esta infusión, sino que además se albergan secretos milenarios relativos a la "cultura del té".

Y por eso, la Escuela Argentina de Té decidió viajar allí con un grupo de 22 alumnos para ver y conocer desde adentro cómo se produce y consume este producto en la India.

El TeaMaster Diego Morlachetti, en representación de la institución, fue quien guió al grupo, compuesto también por al gerente de la empresa de viajes que organizó el tour.

"Éramos un grupo de 24 personas, de varias provincias de Argentina y también de Uruguay (2), Brasil (1) y Perú (2)", destacó Morlachetti en diálogo con Life & Style - iProfesional.com.

A poco de haber retornado a la Argentina, el experto se reunió con este medio y contó los detalles sobre la experiencia.

¿Cuáles fueron las principales enseñanzas? ¿Qué fue lo que más los impactó? ¿Qué diferencias encontraron a la hora de tomar el té? Éstas y otras preguntas fueron respondidas por el TeaMaster, que mostraba claramente en su actitud y en sus palabras el fuerte impacto que el viaje le había causado tanto a él como a los alumnos.

-¿Como fue la experiencia del viaje a India y cómo es la ruta del té allá?

-Fue una experiencia sensacional, desde lo personal y lo institucional, tanto desde mi rol como acompañante, docente y coordinador del viaje, como desde el de representante de la Escuela Argentina de Té. Hicimos algo que probablemente no tenga precedentes para toda América latina, porque en esa misión de la escuela de formar profesionales, entendemos que un profesional, ya sea una sommelier o un diseñador, necesita poder ver a la planta de té en su hábitat natural.

Normalmente, en el trabajo áulico que hacemos los alumnos están viendo fotos, videos, esquemas, pero no es lo mismo poder ver la planta. Hicimos tours con los alumnos a las plantaciones de nuestro país, pero también estaba el atractivo del primer viaje de estudios al exterior, a un país atrapante como es India, donde no sólo pudimos ver el té sino también la cultura.

-¿Y por qué fue importante ver no sólo el producto sino también ese entorno cultural?

-Cuando uno entiende la cultura, entiende por qué la gente hace el té de la forma en que lo hace. Entonces fue apasionante porque visitamos ocho plantaciones, seis en India y dos en Nepal y vimos elaborar té más industrial y otros más artesanales.

En cada plantación hay una fábrica porque el té no sólo hay que cultivarlo y tener campos, sino que una vez que se cosecha hay que manufacturarlo. Y aunque muchas veces vimos procedimientos repetitivos, medianamente similares en una fábrica u otra, siempre encontramos algo distinto para aprender en cada oportunidad.

-¿Y en el rito de tomar el té también notaron diferencias?

-Los indios tienen una bebida muy clásica, que se llama masala chai, que es casi como el café acá. Es una cocción de leche con especias como jengibre, clavo, cardamomo, canela, pimienta... Se cocina agua con especias, se calienta pero sin que llegue a hervir, se diluye con un poco de leche y al final se agrega azúcar y un poco de té negro. Y esa bebida se vende desde hoteles grandes y tea lounges hasta vendedores ambulantes en la calle, que tienen su gran tetera y entregan vasitos de arcilla sin asa y bebés ahí y luego dejás caer el cuenco al piso y que se rompa. Hoy hay simplificaciones de esta bebida que se pueden comprar en un tea shop o supermercado.

-¿Cómo era la gente allá y cómo reaccionaban ante su presencia?

-La gente era absolutamente abierta. Éramos recibidos por los managers, que es la persona que más conoce de té y está a cargo de la plantación, y él o algún colaborador nos acompañaba a ver los campos, la fábrica y, obviamente, respondía nuestras preguntas porque por más que estudiamos el té y nos gusta, teníamos mucho para aprender desde cuestiones técnicas a culturales.

-¿Cómo resolvieron la barrera del idioma?

-En India todos hablan hindi e inglés, ya que en la escuela se enseñan los dos idiomas. Por otro lado, los guías o intérpretes no son expertos en té. Por eso requirió que hubiera una persona, en esta caso era yo, para poder explicar de manera que se pudieran comprender muchos pasos que en una explicación muy rápida no quedan claros.

-¿Tuvieron algún inconveniente en la organización?

-Lo que sucede en las plantaciones es que, en algún punto, un grupo de personas que van a hacer una visita entorpecen el trabajo. Nosotros pudimos ingresar a plantaciones porque la Escuela, a través de sus referencias, conexiones y renombre a nivel internacional, pudo acceder a las personas que deciden si se puede recorrer una plantación. En algunos casos recibimos negativas, en otros no nos respondieron... Es decir, el denominador común en un país como India es "si van personas que no pertenecen a la plantación, entorpecen el trabajo".

Por eso agradecimos tanto cuando nos abrieron las puertas, porque sabíamos que era una oportunidad única, que en general a los directivos no les gusta y es entendible porque por un lado vos querés ayudar pero, por el otro, tenés que cumplir con tus tareas y esto te atrasa.

Algunas plantaciones tienen área de Recursos Humanos que puede recibirte y orientarte, pero en otras no hay y es el mismo supervisor o trabajador el que te recibe o acompaña.

-¿Qué fue lo que aprendieron tras este viaje?

-Para nosotros fue sumamente importante, porque pudimos entender cómo se elabora el té, dónde crece, cómo se cultiva, cómo se manufactura, cuáles son los pasos, cuáles son las máquinas...

A todos los alumnos de la escuela, los que pudieron viajar y los que no, les queda absolutamente claro cómo se llega de una hoja de una planta (como es la Camellia sinensis) al té que cada uno toma en su casa.

-Hablando de los alumnos, ¿cuáles fueron sus reacciones o comentarios después del viaje?

-El choque cultural con lo que es India es muy fuerte, no por nada en particular, sino porque uno vive en una sociedad con otros valores.

Es verdad que ellos se están occidentalizando en algunos sentidos de a poco, o que se van globalizando, pero también es cierto que son muy distintos en sus normas, en su religión, en la apertura.

El indio es una persona muy amistosa, afectiva... En ningún lugar nos sentimos extranjeros o que no nos querían. Al contrario, la gente se sacaba fotos con nosotros, eran super amables y atentos.

En algunos casos había barrera comunicacional porque algunos adultos no hablan inglés, ni todos los alumnos halaban ese idioma. Pero fuera del lenguaje, nos encontramos con una sociedad más pacífica, más solidaria...

Nos sorprendió, por ejemplo, que en un embotellamiento en hora pico los transúntes y conductores se bajaban del auto para ayudar a hacer espacio y todos colaboraban para solucionar el problema. Nadie se hacía ajeno a esa situación. Todos se vinculaban y asumían rol activo para que todos pudieran liberarse.

Con esto no quiero decir que India sea mejor que América latina ni al revés. Soy argentino y amo a mi país, pero creo que ver las diferencias también te enriquece.

-¿Y respecto de las plantaciones que dijeron?

-Los alumnos quedaron impactados porque pudieron ver dónde crece la planta, cómo las recolectoras cortan a mano la hoja...

A veces resulta difícil de entender cómo se llega de la hoja a la hebra. Por eso quedaron fascinados al poder convivir con los trabajadores, ir a sus barrios, ver sus casas, sus centros de salud, sus bibliotecas. Ellos viven dentro de la plantación. Y fuemuy lindo ser parte de sus vidas siendo un extranjero.

-Teniendo en cuenta todo esto, ¿creés que la mayor enseñanza fue cultural o fue sobre el producto del té?

-Creo que las dos cosas. El poder estar tomando el té en la ciudad de Agra, al lado de esa maravilla del mundo que es el Taj Mahal, es increíble. Y, por ejemplo, en ese tea lounge nos contaron que en una mesa cercana a la nuestra se habían sentado el primer ministro indio y de Pakistán para firmar la paz. Y para semejante ocasión se reunieron a tomar el té. Entonces pudimos ver que esta infusión si bien tuvo momentos ligados al contrabando y explotación, también propició el encuentro entre dos naciones y estuvo en la gesta de la paz entre dos países.

También pudimos ver como, en una plantación, un manager utiliza el té como forma de curar el medioambiente, el terreno y generar un estilo de vida sustentable para una gente muy sufrida como son los trabajadores. Entonces ves que el té puede contribuir también a la libertad, la paz y la salud por el estilo de vida que puede generar más allá de sus antioxidantes.

Generalmente donde está el té pasa algo y eso fue lo que los alumnos pudieron ver, no es sólo una commodity que mueve millones de divisas en el año en todo el mundo, sino que está acompañando también la vida y la evolución del hombre.

Y eso te toca muy profundo porque ves que esa vida es igual a la tuya. Entonces creo que de una forma u otra todos pudimos vernos reflejados en el otro, más allá de las diferencias culturales, idiosincráticas y de estilo de vida.

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