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El Gobierno y su apuesta más arriesgada: ¿podrá subir el dólar turista sin que se dispare el blue?

Primero fue el 15%, luego el 20%, ahora el 35%. La administración K vuelve a elevar el recargo por turismo para desincentivar la salida de argentinos
04/12/2013 - 07:04hs
El Gobierno y su apuesta más arriesgada: ¿podrá subir el dólar turista sin que se dispare el blue?

La "nueva fase" de la política económica ya empezó a mostrar contradicciones.

Una de las primeras definiciones de Axel Kicillof, tras asumir como ministro, había sido que se aplicaría un nuevo enfoque en la cuestión cambiaria, consistente en incentivar la oferta de dólares más que en reprimir la demanda.

De todas formas, había intentado transmitir confianza al afirmar que la cantidad de reservas que tiene el Banco Central es alta y que no le quitaba el sueño la caída de los últimos meses, porque el objetivo de la política económica argentina "no es coleccionar reservas".

La medida anunciada este martes -que lleva hasta 35% el recargo sobre el dólar oficial para quien haga turismo fuera del país- parece contradecir todas las definiciones de Kicillof.

Sucede que:

*El efecto inmediato es encarecer el de costo para un argentino que quiere cruzar la frontera. Y no se alivia en absoluto el "cepo". Es decir, se busca reprimir la demanda de dólares.

*Al desalentar el uso de la tarjeta, se intenta que el Banco Central no tenga que girar tantos dólares afuera. Es decir, esta medida deja en evidencia que sí hay una preocupación oficial por la pérdida de reservas.

*A diferencia de otras medidas -como el desdoblamiento cambiario- el recargo de 35% no supone ninguna modificación para los turistas extranjeros que llegan a la Argentina, porque siguen sin tener incentivos para cambiar sus dólares en el circuito formal."Lo que se busca es encarecer ese dólar y que la gente no viaje, así de simple", sintetiza Aldo Pignanelli, ex titular del Banco Central, uno de los tantos economistas que se mostraron críticos de la medida.Más de lo mismo, en definitiva. Y tal vez la situación deje alguna pista para aquellos que se preguntaban quién tendría más poder, en el eventual caso de una desavenencia entre Kicillof y Capitanich.

El jefe de Gabinete, en su cotidiana rueda de prensa, justificó la medida bajo el argumento de que el país atraviesa un momento de escasez de dólares y que era necesario "cuidar las reservas para garantizar el flujo de suministros de bienes intermedios para la industria".

El objetivo

, según dijo explícitamente, es frenar "el drenaje de divisas que se da a través de operaciones de turismo".La pregunta que surgió inmediatamente fue si la metodología elegida resultaría efectiva para las metas definidas por Capitanich. Porque, a fin de cuentas, los antecedentes no dan como para ser muy optimistas.

Es que cuando se estableció el 15% para las tarjetas de crédito, la pérdida de reservas por turismo aumentó; y cuando se aplicó el 20% y se lo extendió a las compras de pasajes aéreos, la caída fue todavía peor.

Los analistas estiman que este año el déficit turístico -la diferencia entre los dólares que los extranjeros traen al país y los que los argentinos gastan fuera- superará la marca de u$s9.000 millones.Ahora se sube 15 puntos porcentuales el recargo, con la innovación de que se aplica también a los dólares en efectivo que obtengan los pocos afortunados a quienes la AFIP les autorice. De todas formas, este último rubro no llega hoy a representar ni un 5% del monto total de las divisas que los turistas sacan del país, por lo que no se considera que sea una medida capaz de cambiar la situación.

La pregunta es, entonces: ¿Por qué se insiste, por tercera vez, con un remedio que probadamente ha sido ineficaz?Recargo sí, desdoblamiento no

Lo primero a considerar es que la adopción de esta medida -que todo el mundo daba por descontada, desde hacía ya varios meses- demoró bastante en ser comunicada.

Esto lleva a pensar que hubo debate interno en el equipo económico, en el cual se consideraron otras alternativas finalmente desechadas.La más importante de las políticas descartadas ha sido el desdoblamiento formal del tipo de cambio, la más recomendada por economistas de todas las tendencias, desde Miguel Bein hasta Domingo Cavallo.

El consenso indicaba que si existiera formalmente un dólar turista que pudiera transarse libremente, esto automáticamente desarmaría el mercado del blue y que, sobre todo, animaría a los turistas extranjeros a vender sus billetes.

De esta manera, se aliviaría la situación de las reservas porque la demanda de dólares estaría amortiguada por una oferta genuina.

Se suponía que esta alternativa era la que venía impulsando Kicillof, pero también se sabía que Cristina Kirchner nunca se había dejado seducir por la idea. De hecho, la había descartado explícitamente en mayo del año pasado cuando empezaron a circular versiones sobre el poco resultado que estaba dando el cepo cambiario.

Es probable que la Presidenta haya considerado que un desdoblamiento pudiera ser calificado como una contradicción con la promesa de no devaluar, o que se viera como algo demasiado parecido a los experimentos cambiarios de los años '80.

O, tal vez, un elemento central para su decisión haya sido su necesidad de acercarse a los organismos multilaterales de crédito, como el FMI.

De manera que el desdoblamiento explícito podría ser considerado violatorio del artículo 8 del organismo, en momentos en que el país está tratando de dar una imagen "market friendly" y de volver a pedir prestado en el mercado internacional de crédito.

"Su implementación podría comprarle al Ejecutivo un problema con la entidad, justo cuando la negociación alrededor de las estadísticas parece bien encaminada", advierte Eduardo Levy Yeyati, director de la consultora Elypsis.La gran batalla del blue

A juzgar por los dichos de Capitanich, habrá un criterio claro para juzgar si este cargo de 35% resultará exitoso: la medida en que contribuya a que la caída de reservas por la ventanilla del turismo pierda intensidad.

Y hay un factor clave para que esto ocurra -o para que se repita el fracaso de las dos veces anteriores- que estará dado por el comportamiento del dólar blue.

En definitiva, lo que mueve a los argentinos a pasar sus vacaciones fuera del país es la sensación de que el Gobierno les "subsidia" parte de su estadía.

Al pagar el pasaje y sus gastos con tarjeta al tipo de cambio oficial, la cuenta es fácil de hacer, y todos la hacen de manera intuitiva: mientras su costo siga siendo un 30% menor al del blue, los argentinos seguirán sintiendo que hay incentivos para viajar.

En los últimos meses, un dólar de $6 más el recargo de 20% llevaba al "dólar turista" a $7,20, contra un paralelo que superó los $10.

De manera que, para que esta percepción varíe en el sentido que el Gobierno espera, la diferencia entre el "nuevo dólar turista" y el billete informal tiene que desaparecer o hacerse muy pequeña.

Pero ello sólo se logrará si mantiene al blue bajo control. Si de aquí a enero llegase a escalar, por ejemplo, hasta $12,50, entonces el efecto del 35% volverá a ser neutro y el Gobierno habrá fracasado.

Es la gran batalla que está disputando el nuevo equipo económico. Y, por cierto, no es una pelea sin costo: implica la venta de bonos dolarizados de Anses -a veces a precios inferiores a los de mercado- con el objetivo de reducir el precio de referencia del dólar de "conta con liqui" y, de esta manera, el del blue.

La cuestión de por cuánto tiempo se logrará mantener esa tendencia es una de las preguntas clave de este momento.Pronósticos pesimistas

El gremio de los economistas no ha ocultado su escepticismo, algo que se ha reflejado en frases muy gráficas.

Como la de Miguel Kiguel, ex secretario de Hacienda, quien dijo que "esto es como darle una aspirineta a alguien que tiene una migraña". Y pronosticó corta duración a la actual "tregua" del billete paralelo.

"Si no hay un cambio en la política monetaria de fondo va a pasar como en mayo último, cuando se quiso bajar la cotización del blue. Duró poco tiempo, cuando dejan de intervenir el tipo de cambio vuelve a subir", afirma.

Otros creen que el Gobierno adoptó esta medida como forma de comprar tiempo, mientras juega una carrera contrarreloj a la espera de que ingresen dólares bajo la forma de inversiones petroleras o de préstamos de organismos.

Particularmente duro fue Alfonso Prat Gay, ex titular del Banco Central, para quien, además de no aliviar el problema de las reservas, esta medida es regresiva, ya que como el 35% no es técnicamente un impuesto, sino un pago por adelantado de Ganancias, quienes tienen ingresos más altos tendrán mayores posibilidades de obtener un reembolso.

"El que más paga Ganancias, más posibilidad tiene de descargar. Le están regalando el dólar barato a los más ricos e incrementando las restricciones a todos los demás, es insólito como sistema", fustigó Prat Gay.

En definitiva, lo que muchos apuntan es que resulta difícil pretender corregir con instrumentos fiscales un problema cuyo origen es monetario y cambiario.

"Lo que estamos observando en estos días es algo mucho más grave que la cuestión turística. Estamos viendo una verdadera corrida cambiaria, que no se puede contener ni siquiera con el cepo", afirma el economista Federico Muñoz.

Y agrega: "No entiendo el sentido de quemar los bonos de la Anses, que es el patrimonio de los jubilados, para tratar de contener al blue, en definitiva una excusa circunstancial".

Este economista, uno de los que desde hace tiempo viene advirtiendo sobre la gravedad de la pérdida de divisas, cree que, en definitiva, las medidas que el Gobierno está tomando responden al prejuicio contra la corrección cambiaria.

"En vez de subir de a dos centavos por día, un sistema que nunca va a convencer a los sojeros que liquiden sus stocks, deberían ahora hacer un ajuste discreto, de un 10 por ciento", sostiene.

Pero no da la sensación de que eso vaya a ocurrir en este momento. La apuesta será a una mayor disuasión para el gasto, mientras se cruzan los dedos para que empiecen a llegar los dólares luego de los últimos gestos de amistad con el mercado.

Mientras tanto, llega el verano. Y con él, la prueba ácida para el Gobierno.

En definitiva, todos los argentinos son economistas intuitivos. Saben que cuando ir al Caribe sale más barato que vacacionar a Mar del Plata, es porque hay alguna distorsión que, tarde o temprano, será corregida. La sensación sigue siendo que hay que viajar afuera mientras sea posible.