¿Los abogados argentinos llegaron tarde a China?
Durante la década del noventa, cuando aparecieron los primeros negocios con el resto del mundo, China abrió parcialmente su servicio legal a los abogados extranjeros. Interesados en un mercado vasto desde el punto de vista comercial pero escaso de recursos legales - sobre una población de 1300 millones de habitantes, se estima en no más de 150.000 el número de abogados chinos en ejercicio- en poco tiempo, más de cien estudios jurídicos extranjeros, fundamentalmente alemanes, británicos y americanos, abrieron oficinas en ese país.
Según estadísticas del Ministerio de Justicia, hacia el 2002, la mitad de los 50 estudios jurídicos más importantes del mundo ya tenían sus oficinas en Pekín o Shangai.
Esos estudios, como los estadounidenses Baker & Mackenzie o Coudert Brothers, fueron los "pioneros" y se encontraron con no pocas restricciones para prestar sus servicios jurídicos en China, a pesar de los compromisos y concesiones que el Gobierno tuvo que realizar para lograr la entrada del país en la Organización Mundial del Comercio (OMC), a comienzos del 2002.
Un estudio extranjero encuentra dos limitaciones principales para radicarse en China: debe obtener una licencia por parte del Ministerio de Justicia –un trámite engorroso y burocrático que puede llevar años- y debe aprender a lidiar con un sistema legal aún en formación, al punto que la propiedad privada fue reconocida recién en la enmienda constitucional de marzo de este año.
A pesar de esas limitaciones, la política económica favorable de China y su continuo crecimiento siguen siendo un imán poderoso para una multitud de abogados de todo el mundo, incluso para los abogados argentinos, para quienes el mercado chino ha pasado a ser un caro objeto de deseo.
Un lugar en la carrera Maximiliano Garaúso es un joven abogado que ya logró un récord: es el primer abogado argentino que desembarcó en China, enviado por un estudio jurídico local. Garaúso pertenece al estudio Alvarez Prado & Asociados, que a comienzos de este año firmó un acuerdo de alianza estratégica con el estudio Lehman, Lee & Xu, con sede en Beijing, para la atención de clientes chinos y argentinos interesados en hacer negocios en ambos países.
"El Dr. Garaúso está instalado en Beijing hace menos de un mes y por ahora está concentrado en aprender el idioma, una de las barreras más difíciles de superar", explica Rodrigo Alvarez Prado, titular de la firma legal que arrancó primera en el país en la carrera por capturar la economía que ha experimentado el mayor crecimiento en la última década.
A pesar del logro, Alvarez Prado dista de ser optimista: "la carrera que cuenta es la que corremos con el resto de los bufetes del mundo, donde estamos con desventaja", asegura el abogado cuya firma representa en el país a bancos y empresas de primer nivel.
Según Alvarez Prado, "estamos llegando un poco tarde al mercado chino si tenemos en cuenta que es un mercado difícil que requiere mucho aprendizaje previo, que es inestable desde el punto de vista jurídico y los bufetes europeos o americanos ya están trabajando en el lugar desde hace años". ¿Las razones? La falta de volumen de negocios, asegura el especialista.
Pero no todos los abogados coinciden con la apreciación de Alvarez Prado y prefieren hablar de un mercado jurídico incipiente que crecerá a medida que se intensifiquen las relaciones comerciales entre ambos países.
"Yo no diría que llegamos tarde al mercado chino, me parece que las oportunidades aún son muchas teniendo en cuenta que la apertura comercial de China recién comenzó hace dos años", asegura Jorge Ortiz, del estudio Ortiz & Asociados, abogados de Biosidus, una de las empresas líderes en la exportación de biofármacos a China.
Coincide Ernesto Fernández Taboada, director ejecutivo de la Cámara de Comercio Argentino China, organismo que tiene a 19 estudios jurídicos entre sus 130 socios. "Aunque por ahora las relaciones legales pasan más que nada por temas de marcas y patentes y propiedad intelectual, China es un mercado con gran potencial para nuestro país", explica.
Lo que sucede, dicen los especialistas, es que los estudios jurídicos van detrás de las empresas nacionales que hacen negocios en el extranjero. "Por ahora las relaciones comerciales entre Argentina y China están limitadas a operaciones de importación y exportación de productos, ni siquiera hemos llegado a la etapa de Joint Ventures o inversiones concretas", señala el Dr. Mario Turzi, del estudio Marval & O'Farrel, el primer bufete que se asoció a la Cámara de Comercio Argentino China, en el 2000, para prestar servicios de asesoramiento legal a empresarios de ambos países.
Para Julio César Rivera, titular del estudio Julio Cesar Rivera & Asociados, todavía hay un largo camino por recorrer en las relaciones entre ambos países. "China recién está organizando su sistema jurídico, antes de ingresar a la OMC no había derecho de contratos o de olbigaciones y ahora hasta hay tentativas de redactar un Código Civil porque saben que tienen que crear instituciones de derecho privado. Así que yo diría que esto recién empieza", concluye el abogado, cuya firma suscribió a comienzos de años un convenio de asistencia recíproca con el estudio estadounidense Greenberg & Traurig, que tiene más de 1000 oficinas en todo Oriente.
Lo cierto es que, salvo la experiencia reciente del Estudio Alvarez Prado, ningún bufete argentino tiene aún oficinas propias en China. Y aunque no hay dudas de que el incremento de las relaciones comerciales con ese país es de vital importancia para la economía local, nuestros abogados corren con desventaja en la carrera por un mercado complejo que ofrece al mundo nada más y nada menos que 1300 millones de consumidores.