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La paradoja de Cristina: durante su gestión llegó el auge de las marcas "tecno - Cuchuflito"

Banghó, Admiral, Commodore, Exo, Ken Brown... Las marcas desconocidas fueron el orgullo del kirchnerismo. ¿Qué fue del sueño de la electrónica nacional?
29/07/2019 - 06:23hs
La paradoja de Cristina: durante su gestión llegó el auge de las marcas "tecno - Cuchuflito"

"Pindonga" y "Cuchuflito" son dos términos que en la última semana explotaron en las redes y fueron tendencia, luego de que Cristina Kirchner apelara a ellos para hacer referencia a la crisis de consumo y a cómo los argentinos tienen que apelar cada vez más a segundas marcas para que les rinda el bolsillo, especialmente en el terreno de los alimentos.

Rápidos de reflejos, desde el búnker de Cambiemos decidieron redoblar la apuesta y convertir ese tiro por elevación de la precandidata del Frente de Todos en una suerte de búmeran.

Mauricio Macri aprovechó la chicana de la expresidenta para hacer campaña y vincular a pindonga y cuchuflito con marcas producidas por Pymes argentinas que, lejos de quejarse de la crisis, vienen ganando mercado ofreciendo buenos productos a precios convenientes.

Una suerte de "meritocracia" versión low cost, celebrada por el jefe de Estado como un ejemplo de las pequeñas y medianas empresas que son creativas, generan empleos genuinos y contribuyen a amortiguar la inflación.

Así fue como, rápidamente, la novela de "pindonga" y "cuchuflito" se transformó en una catarata de memes, en notas que salieron al rescate de un actor de los años '70 y hasta de análisis de cómo las segundas marcas coparon el mercado en el rubro alimentos y artículos de limpieza.

Pero por detrás de este cruce, y en vísperas de las PASO, hay un dato que se pasó por alto en este debate: si algo hizo Cristina Kirchner durante su gestión fue impulsar y defender a las segundas –y hasta terceras- marcas nacionales del sector tecnológico.

En esa categoría, no hubo otro gobierno como el anterior que haya hecho tantos esfuerzos por posicionar a una hasta entonces exigua industria electrónica local, en detrimento incluso de los grandes jugadores globales.

Y lo hizo de varias maneras y por varias razones. Primero, respondió a una forma de apoyar con los hechos el arraigado discurso del "vivir con lo nuestro".

Con ese objetivo fue que, a fines de 2009, la entonces mandataria actualizó la ley de promoción del polo tecnológico de Tierra del Fuego. Y lo hizo apoyándolo con un amplio menú de beneficios impositivos para aquellas empresas que produjeran localmente, principalmente televisores, celulares, computadoras y equipos de aire acondicionado.  

Como contrapartida, puso mayores barreras tributarias y arancelarias a la competencia que llegaba del exterior.

Pero también, a través de la figura del entonces secretario de Industria,  Guillermo Moreno, apeló a medidas informales y no escritas, como la no aprobación de licencias de importación, para que los proyectos locales tuvieran menor competencia desde afuera.

Y esta estrategia luego se fue potenciando como una necesidad ante el creciente problema del atraso cambiario y como una forma de hacer frente a la falta de dólares que padecía la economía doméstica. 

Fueron las épocas en que el kirchnerismo se "plantó" ante el gigante Apple, impidiendo que los licenciatarios oficiales instalados el país importaran el –en esa época- novedoso iPhone, frente a la negativa de producir localmente por parte de la compañía cofundada por Steve Jobs. 

En paralelo a lo que sucedía en Tierra del Fuego, de la mano de ese combo de medidas restrictivas también floreció una industria electrónica en provincias como Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, dedicada principalmente al ensamblado de notebooks y tablets.

Y fue, justamente en ese segmento, donde más se potenciaron las marcas "pindonga" y "cuchuflito".

Si bien hubo gigantes como Samsung, Lenovo o Hewlett Packard que desde el inicio decidieron fabricar laptotps en el país, a través de plantas instaladas en el sur, también es verdad que el "torniquete" importador generó que otros grandes jugadores, como Dell o Asus tuvieran muchos problemas para importar, lo que fue afectando su nivel de oferta.

En este contexto, crecieron numerosas empresas nacionales que pasaron a tener un papel relevante en el mercado de notebooks y tablets, la gran mayoría de ellas por fuera de la isla, muchas de las cuales fueron fuertes proveedores del plan ConectAr Igualdad

Entre ellas figuraban PC Arts, propietaria de la marca Banghó, que llegó a contar con tres plantas de producción, una en la Ciudad de Buenos Aires; otra en Florida, en Zona Norte, y una en Córdoba, convirtiéndose en referente de este auge de electrónica "Made in Argentina".

De hecho, durante la inauguración de una de estas plantas, allá por 2011, una Cristina eufórica afirmaba que el evento no era "solo una transformación económica sino cultural".

Cristina Kirchner, recorriendo una planta de Banghó, en 2011 

En territorio porteño también creció AirComputers, que durante las restricciones a las importaciones en épocas kirchneristas y con base en Rosario, inició un proceso de ensamblado local y potenció su marca propia: CX, que en 2013 llegó a tener una participación del 30% en el segmento de PC y notebooks.  

PC Box, de la empresa Grupo Núcleo, hizo lo propio desde Mar del Plata, donde produjo tablets, notebooks, all in one y PC de escritorio.

Exo, fue otra de las marcas locales y de las más fuertes: llegó armar hasta los motherboards para equipar sus portátiles, un proceso de mayor complejidad que demandaba el ensamble de más de 300 componentes.

A este grupo se sumaron otros jugadores como Novatech y Ken Brown. Esta última marca era producida por la firma Corporate Corp en el barrio de Saavedra y que llegó a sacar unos 10.000 equipos de su planta, que le valió tener el 6% del mercado.

En paralelo, desde Tierra del Fuego, Frávega empezó a dar pelea en el mercado consu marca Admiral, mientras que Garbarino hizo lo propio con un revival de un nombre muy popular en los '80: Commodore.

En 2010, en tanto, BGH anunciaba un joint venture con la brasileña Positivo y, a partir de este acuerdo, también salieron con producción propia desde la isla.

Todo este auge, al que se sumaron otros casos efímeros, como Tecnofriend, de Ribeiro, provocaron un salto exponencial de estos jugadores: mientras que en 2006 apenas el 4% de las notebooks eran de producción nacional, para 2010 la cifra ya había saltado al 42%. Y fue en 2012 cuando alcanzó su pico: las firmas nacionales se alzaron con un 76% del mercado informático.

Pero parte de todo esto quedó en la nada: según indicaron desde CAMOCA, la cámara que nuclea al sector, con la eliminación de los aranceles a la importación se desmanteló casi toda esta industria, perdiéndose -de acuerdo con sus cifras- unos 6.000 puestos de trabajo. 

Así, de producir mothers y ensamblar notebooks, se pasó a traer casi todo importado, a punto tal que hoy apenas el 18% es nacional y con mucho menor contenido local.

Incluso, muchas empresas se reconvirtieron y se transformaron en meros importadores de equipos y hasta de monopatines eléctricos.

"Hubo una industria electrónica que se vio afectada y esto es un retroceso. Nosotros habíamos hecho una inversión muy grande en el edificio, con temperatura y humedad controlada, y en una línea de robótica de última generación que era capaz de producir desde motherboards hasta tableros para autos. Pero como dejó de ser viable, desactivamos todo", rememoraban desde Air Computers.

Televisores y celulares

En 2009, el negocio de los televisores estaba repartido en un 50% entre equipos importados y locales. Para 2014, sin embargo, ya más del 98% era "made in Argentina", claro que la gran mayoría de los modelos se producían con los logos de los principales jugadores mundiales, como Philips, LG o Samsung.

Sin embargo, esto no impidió que florecieran nuevas marcas albicelestes en el peleado negocio de los TV.

Frávega, con Admiral, además de ensamblar computadoras en su planta Electrofueguina, también lanzó una de las primeras pantallas planas, llegando a despachar más de 50.000 equipos al año.

Ribeiro, con su planta Solnik, ubicada en Río Grande, arrancó a producir televisores allá por 2013. Y lo hizo con el logo Panoramic, que tuvo partida limitada y fue discontinuada.

También desde el sur, con el cambio de la ley, resurgió una marca que supo ser popular en los '70: Olympic. Los responsables fueron el Grupo Apex, que llegaron a figurar en el top 20 de las mas compradas por los argentinos.

Y el desfile no terminó allí: Telefunken, Tonomac, Ken Brown, Lark Digital, ILO, Nex Digital, Minisonic, Citech y Crown Mustang fueron algunas de las marcas –algunas 100% nacionales; otras, licencias de firmas de afuera que hacía tiempo habían entrado en un ocaso- que intentaron y todavía intentan ganar algunos puntos de share en este competitivo negocio. 

Si el mercado de los LED es muy peleado, incluso más es el de los celulares. El impulso que le dio el kirhcnerismo al sector fue clave: en 2009, apenas el 4% de los equipos que se comercializaban en el país eran producidos localmente. Sin embargo, para el 2015 el 99% de las unidades ya habían pasado a tener el característico sello de Tierra del Fuego. Además, en el momento récord, se llegaron a producir más de 13 millones de teléfonos.

Y si bien la gran mayoría de los equipos que comenzaron a ensamblarse eran de compañías con renombre internacional, hubo algunas experiencias locales.

Tal fue el caso de Telecomunicaciones Fueguinas que, tras el relanzamiento del polo de electrónica, presentó teléfonos con el logo PCD, con los que llegaron a despachar desde la isla casi 40.000 unidades en 2012. BGH también incursionó en este segmento, con equipos entry level, al tiempo que PC Box llegó a contar con algunos modelos de smartphones, allá por 2014. 

En momentos en que el consumo interno estaba en auge y se anunciaban más inversiones en el sur del país, el Gobierno se entusiasmaba con que los productos fueguinos comenzaran a venderse en el exterior.

"Es necesario dar el salto hacia la exportación en el polo tecnológico de Tierra del Fuego, que ha crecido a partir de la pujanza de nuestro mercado interno", aseguraba la entonces ministra de Industria, Débora Giorgi, quien había adelantado que la Argentina estaba en condiciones de exportarle equipos a la Venezuela de Chávez. 

Sin embargo, la conquista internacional nunca prosperó y no hubo espacio para tener un "tecno-Cuchuflito" for export.