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El macrismo lanza su campaña, más con el ánimo de perdurar a futuro que de forzar el balotaje

Las encuestas son terminantes en cuanto al resultado de las elecciones. Por eso, uno de los interrogantes es saber cuál será la supervivencia de Cambiemos
26/09/2019 - 11:01hs
El macrismo lanza su campaña, más con el ánimo de perdurar a futuro que de forzar el balotaje

A poco más de un mes de las elecciones, la suerte de Juntos por el Cambio y el presidente Mauricio Macri parece echada. Al contundente triunfo que obtuvo la fórmula presidencial del Frente de Todos compuesta por Alberto Fernández y Cristina Kirchner en las PASO del 11 de agosto pasado se suman las proyecciones de decena de encuestas que ratifican la victoria en primera vuelta del binomio opositor.

Paola Zuban, politóloga y directora de Investigación de Gustavo Córdoba & Asociados, destacó que la tendencia para las próximas elecciones es "irreversible, salvo que haya un evento muy extraordinario que haga cambiar la situación".

La politóloga sostuvo además que desde el oficialismo "han abandonado la expectativa de aumentar el caudal de votos, y están intentando mantener su núcleo duro, que ronda el 30%".

Sin embargo, Macri tomó la decisión de dar la pelea. Con su campaña bautizada "Sí, se puede", hará una cargada gira por 30 ciudades del país. Arranca el sábado en Buenos Aires y el tono de las primeras piezas publicitarias y de las declaraciones periodísticas hacen prever que intensificará la polémica con el kirchnerismo.

Es parte de la estrategia que en la tarde del miércoles detalló Marcos Peña frente a los dirigentes oficiales. El jefe de ministros habló de anuncios que podrían estar destinados a la clase media. Se evalúa, por ejemplo, un alivio impositivo.

Los analistas creen que, más que convencer a los simpatizantes de Alberto Fernández de que cambien su voto, el objetivo de Macri es retener los sufragios del propio espacio, evitar que prime el desánimo y tratar de preservar su capital político.

Por eso, uno de los interrogantes que surgen de cara a octubre es saber qué tan factible es la supervivencia del macrismo como espacio político con proyección de futuro y con capacidad de alternancia en el poder con el peronismo.

Para empezar, el oficialismo debe defender la representación parlamentaria ganada en las elecciones legislativas de 2015 y 2017, tras las cuales ostenta 107 diputados (41% de la cámara) y 24 senadores (un tercio del Senado). El 27 de octubre pondrá en juego 46 bancas de diputados y cuatro del Senado, para lo cual debe cuanto menos replicar los resultados obtenidos en octubre del 2015.

Y, además, en la provincia de Buenos Aires deben renovar 69 intendentes del total de 135. Si se repitieran los resultados verificados en la Provincia en las PASO, los municipios en manos del macrismo bajarían a 45.

Es decir, como mínimo la coalición Juntos por el Cambio tiene el incentivo de sostener su representación en el Congreso, que es lo suficientemente grande como para tornarse en imprescindible interlocutor y negociador en un eventual gobierno de Fernández. Y, además, buscará limitar el avance kirchnerista en la provincia más grande del país.

Sin embargo, el panorama no parece muy alentador. La campaña oficialista pareció recuperar el optimismo con la marcha del 24 de agosto en Plaza de Mayo y el relanzamiento del #SíSePuede, pero las últimas encuestas muestran que la tendencia de las primarias es irreversible: la brecha entre Fernández y Macri se amplía y llegaría a ser de 22 puntos.

Por eso, en un intento de no mostrarse derrotados, desde Juntos para el Cambio -encabezados por el propio jefe de Estado- llamaron a la marcha que se realizará el sábado 28 de septiembre en el barrio porteño de Belgrano.

Se trata de una nueva estrategia de campaña que activa el oficialismo para tratar de forzar en octubre un balotaje frente a Alberto Fernández, luego de la derrota en las PASO.

Alejandro Corbacho, analista político y director del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad del CEMA (UCEMA), consideró que la consigna del #Sísepuede "llegó tarde y mal" y destacó que la imagen de liderazgo del Presidente está deteriorada.

"Creo que el primer derrotado psicológicamente es Macri. La imagen que dio el día de la movilización del 24 de agosto a la plaza de Mayo no fue buena. No podía mostrarse sorprendido y no tener un micrófono o que el director de cine Juan José Campanella le diga que salga al balcón. Me parece que Macri no logra encontrar el rol de liderazgo en situación de crisis, en situación extrema donde es necesario mostrar entereza", analizó Corbacho en diálogo con iProfesional.

El analista político consideró que el principal problema para sostener el capital político de Juntos por el Cambio es que Macri "muestra un serio problema de liderazgo". 

"Podría seguir diciendo algunas cosas serias que ayuden a la campaña y me parece que no lo están haciendo. Creo que está cómodo en el papel que construyó que finalmente no puede ser el transformador de la Argentina sino que podía emparchar algo mientras había dinero, pero cuando se acabó no supo cómo manejar la parte política", puntualizó el director de UCEMA.

Por tal motivo, parece complicado que el por ahora oficialismo consiga preservar la imagen trabajosamente ganada de ser un nuevo espacio de alcance nacional y con aspiraciones que vayan más allá de una mera elección.

Si bien desde el oficialismo todavía intentan mostrarse "en carrera" de cara al 27 de octubre, el objetivo de fondo es que consolidarse como partido que represente los valores que han tratado de defender -el republicanismo, la moderación en el estilo político, la apertura económica, la búsqueda del equilibrio en las cuentas públicas-.

O, dicho en otras palabras, que el hecho de que poder perder una elección no le implique al PRO y al macrismo correr la misma suerte que la Unión Cívica Radical ni, mucho menos, que otras fuerzas de inspiración liberal como las que en su momento lideraron Domingo Cavallo y Ricardo López Murphy.

El interrogante de cómo hacer para sostener el caudal electoral

El analista político Pablo Romá, director de Circuitos Consultora, advirtió que las primarias de agosto "pusieron de manifiesto un debilitamiento político del Gobierno" y remarcó que la elección marcó la imposibilidad del Gobierno de generar iniciativas que puedan contener a distintos sectores sociales".

"Hay que a tener en cuenta que el gobierno mantiene una intención de votos de alrededor del 30%, con lo cual hay una tensión entre poder político y potencia electoral. Por lo tanto, el Gobierno puede mantener una representación parlamentaria y la campaña #SíSePuede indica que el Gobierno no quiere perder ese caudal electoral", añadió Roma.

En declaraciones a iProfesional, el analista dijo que "si las tendencias electorales se mantienen como hasta estos días, con Alberto Fernández estirando la diferencia sobre Mauricio Macri, la alianza que compone Juntos por el Cambio puede quedar muy debilitada en términos políticos" y recordó "las tensiones que planteó el radicalismo en el cierre de listas".

En ese sentido, Corbacho consideró que, con su presencia política, la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, quedará "como una figura de reserva aunque pierda la elección" contra Axel Kicillof.

"El dedo acusador va a ir hacia Macri, creo que su figura se va a ir apagando en la política argentina. Los radicales como siempre van a seguir existiendo, van a seguir echándole la culpa al PRO y mantendrán su presencia donde estaban pero bastante más golpeados. Se van a tener que reorganizar. El radicalismo tiene presencia y provincias tradicionales, tienen que planear mejores estrategias", dijo.

Por tal motivo, pensando en el día después de las elecciones, Corbacho destacó que "va a haber una recomposición de la oposición".

Ahora, el foco del análisis político estará en qué tan dura pueda ser la derrota. Porque, es claro a esta altura, hay formas y formas de perder. No es lo mismo para Macri superar en octubre el porcentaje de las PASO y, eventualmente, forzar un balotaje, que ser derrotado por una distancia abrumadora, como había ocurrido en 2011, cuando Cristina Kirchner se ubicó a más de 30 puntos de distancia del segundo mejor colocado.

Y, desde ya, no es lo mismo administrar la transición para llegar con cierta sensación de control hasta el 10 de diciembre, que entregar el poder por adelantado o en medio de una situación financiera caótica.

Estos matices son los que explican por qué, aun sintiendo lo inevitable de la derrota en las urnas, para el macrismo no dé igual la forma en que transcurran las semanas que faltan desde aquí a diciembre.

Si le va mal, el macrismo podría sufrir un retroceso a un partido apenas fuerte en la Ciudad de Buenos Aires, sin capacidad programática a nivel nacional, y el de Macri será otro liderazgo fallido, como en su momento lo fueron otros dirigentes que perdieron elecciones.

En cambio, en caso de que salve una representación política importante a nivel parlamentario y que deje una imagen correcta, podrá aspirar a ser percibido por la ciudadanía como el partido de recambio.

"Será un período difícil que al igual que en otros momentos, quienes salen del Gobierno les tomará un tiempo reorganizarse. Los problemas serán otros. No creo que vayan a desaparecer del Congreso pero van a tener una nueva presencia un poco más desdibujada", analizó Corbacho.

Ahora, el objetivo está puesta en la recta final de la campaña. La estrategia apuntará a los dos bastiones importantes que buscan conservar: la provincia de Córdoba, donde Macri sigue teniendo un gran caudal de votos, y la Ciudad de Buenos Aires, donde Horacio Rodríguez Larreta intentará superar el 50% en primera vuelta o imponerse en el balotaje frente al candidato del Frente de Todos, Matías Lammens.

El resto lo hará el tiempo: a medida que la próxima gestión se desgaste y surgen las inevitables fisuras internas, el macrismo podría intentar ser una opción de poder, para lo cual cuenta con un activo importante: a diferencia de otros partidos que nunca superaron la instancia del liderazgo unipersonal, cuenta con un recambio generacional con figuras de proyección presidencial, como María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau y hasta el hoy castigado Marcos Peña.

Pero antes deberá sortear el test más duro y con peor pronóstico desde que es fuerza política.