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Inversores y analistas creen que la "luna de miel" de Alberto F. será la más corta desde 1983

Los sondeos marcan que las expectativas positivas sobre la gestión del nuevo presidente son de 48,9%, contra un 70% que tenía Macri hace cuatro años
05/12/2019 - 06:45hs
Inversores y analistas creen que la "luna de miel" de Alberto F. será la más corta desde 1983

A pocas jornadas de que comience el ciclo de Alberto Fernández, hay un punto en el que coinciden analistas de Wall Street, inversores de la City porteña, consultores políticos y, en off the record, dirigentes del Frente de Todos: el Presidente electo no dispondrá -como la mayoría de los que precedieron- de una "luna de miel" con el electorado.

En general, se establece que ese período -durante el cual el jefe de Estado recién asumido cuenta con capital político para encarar su propia agenda- dura unos 100 días. Algo que quedó desde la época de Franklin Roosevelt, que en 1933 pidió ese margen para implementar medidas que sacaran a los Estados Unidos de la Gran Depresión.

¿Por qué Alberto F. no la tendría? ¿O por qué dispondría de menos margen que sus antecesores?

Una reciente investigación de Synopsis, consultora dirigida por el politólogo Lucas Romero, señala que la "Expectativa positiva" en el futuro gobierno de Alberto F. alcanza al 48,9%. Ese porcentaje le gana al 37,1% de la gente que tiene buenos recuerdos de la gestión de Cristina Kirchner.

Pero se encuentra claramente por detrás de casi el 70% de valoración positiva que ostentaba Mauricio Macri en diciembre de 2015, al momento de entrar a la Casa Rosada.

Financistas, consultores y políticos observan que Fernández estará presionado para mostrar buenos resultados económicos en poco tiempo, dado que la crisis ya lleva prácticamente dos años.

Además, hay un dato que jugó en contra del presidente electo: el tiempo transcurrido desde las PASO hasta el momento de la asunción.

Desde ese momento hasta la asunción habrán pasado nada menos que cuatro meses (121 días), período durante el cual el entonces candidato y actual presidente electo sufrió un inevitable desgaste.

En el medio hubo una campaña rumbo a las elecciones generales, que incluyeron dos debates con los demás candidatos, idas y venidas en la conformación del gabinete de ministros, definiciones sobre economía y política y hasta peleas públicas con periodistas y tensiones con Mauricio Macri y sus ministros.

Y, por si fuera poco, la convivencia con Cristina Kirchner, quien afronta diversas causas judiciales, mantiene un perfil altísimo, lo que a su vez genera resistencia de parte del electorado que no sólo no votó a esa fórmula presidencial sino que, además, la aborrece.

"Será la luna de miel más corta de la democracia", apunta Romero, en diálogo con iProfesional. "Sólo comparable con la que en su momento tuvo De la Rúa. Menem y, sobre todo, Raúl Alfonsín disfrutaron de una Luna de Miel más importante", concluye.

Inversores ven señales preocupantes

Desde los centros financieros internacionales también monitorean bien de cerca el cuadro político. A la espera de una propuesta de reperfilamiento de la deuda, los fondos de inversión intentan captar la realidad política y social en la Argentina.

Un grupo de fondos con operaciones en Londres pasaron por Buenos Aires la semana pasada para mantener contacto con economistas cercanos a Fernández, pero también con consultores y políticos oficialistas y de la oposición.

Esos financistas retornaron a Europa con la impresión de que Alberto F. tiene demasiadas urgencias por atender, algunas de las cuales se desconoce si podrá cumplir.

Uno de los síntomas que demuestran esa "falta de paciencia" queda revelada en el trato que los principales medios informativos dispensan hacia el futuro jefe de Estado. Un tratamiento "distante y como si AF ya estuviera gobernando", refiere uno de los visitantes, en diálogo con iProfesional.

También les llamó la atención la "belicosidad" de Cristina Kirchner. Un alto perfil que no esperaban, luego de haber mantenido encuentros con distintos asesores de Alberto F., durante los cuales les habían dicho que CFK se mantendría al margen de las decisiones políticas nacionales.

"¿Alberto va a sorprender con un perfil propio, como el que nos habían comentado que tendría? ¿Tomará medidas rápido, que ayuden a la Argentina a salir de la crisis?", cuestiona el representante de uno de esos fondos de la City londinense.

La pregunta que sobrevuela entre inversores extranjeros y también locales refiere a si la influencia de Cristina excederá la frontera de la política y también tomará decisiones sobre las futuras medidas económicas.

Los financistas ya vieron la determinación de CFK por controlar algunos puestos claves del Estado, como la Procuración del Tesoro, adonde recalará un incondicional: Carlos Zannini. O, en el Congreso, si la expresidenta posicionará al próximo jefe de la estratégica comisión de Acuerdos.

Son cuestiones que se definirán en las próximas horas. Pero lo cierto es que Alberto F. sabe que tendrá poco tiempo -tal vez no más allá que el verano- para demostrar si su estrategia económica tiene resultados positivos y logra dar vuelta la mala racha de su antecesor.

Algunas decisiones que muy probablemente se tomen después del martes 10 van en línea con la política interna, pero -llegado el caso- habrá que auscultar cómo lo toma el mercado financiero.

Una de esas medidas refiere a la posibilidad de que se postergue, al menos un año, una nueva negociación con el Fondo Monetario. La necesidad de ver resultados económicos positivos en el cortísimo plazo se choca con un el planteo de un nuevo acuerdo con el FMI, en el cual -seguramente- habrá un planteo de condicionalidades a cambio de postergar vencimientos.

No es que no se apunte a esa renegociación. Será necesaria, por supuesto. La cuestión es el timing; en qué momento proponerla.

Y mucho de ese "momentum" tendrá relación con la suerte que corra el próximo plan económico. Y con la aceptación (o rechazo) que vaya a tener el planteo que el nuevo gobierno les haga a los acreedores del país.

En un esquema en donde, justamente, el margen para la luna de miel será ínfimo (o prácticamente inexistente), la urgencia pasa por demostrar resultados concretos en el cortísimo plazo.

Al respecto, será clave lo que ocurra con dos variables: la primera -obvia- si la actividad económica vuelve a mostrar signos de vitalidad luego de casi dos años de crisis y profunda recesión.

La segunda variable clave será la inflación. Será un buen síntoma de cómo marcha la nueva administración. Está claro que si la inflación no afloja, enseguida habrá planteos hacia los funcionarios.

En definitiva, hay un grupo de variables -desde la inflación al balance fiscal y la renegociación de la deuda- cuya evolución en conjunto dará idea de si la economía ingresó (o no) en una dinámica virtuosa. Y hay muy poco tiempo para que eso ocurra.