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24 de marzo caliente: expectativa por la carta de Cristina versus el contraataque de los "moderados"

El kirchnerismo calentó el clima previo a la fecha que recuerda el golpe. Habrá marchas contra el acuerdo con el FMI y se especula con definiciones de CFK
23/03/2022 - 13:00hs
24 de marzo caliente: expectativa por la carta de Cristina versus el contraataque de los "moderados"

¿Qué tan grave es la fisura entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner? La jornada del jueves 24 de marzo, cuando se conmemore el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia -aniversario del golpe militar de 1976- dará una medida bastante aproximada.

Por lo pronto, el kirchnerismo hará una marcha bajo la consigna "Primero la Patria", un lema que, lejos de centrarse en la tradicional tónica de defensa de los derechos humanos que caracteriza a esta fecha, está marcada por la actualidad caliente de la agenda política.

En otras palabras, que la manifestación kirchnerista coincidirá con las de los grupos de izquierda en el sentido de transformarse en una jornada de repudio explícito al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Los últimos días han visto el "crescendo" de la división interna. A las proclamas de La Cámpora y el Instituto Patria en rechazo de que la negociación con el FMI se convirtiera en ley, siguieron los videos de Cristina Kirchner. El primero, deliberadamente ambiguo, decía "Otra vez, inmensa pena", en alusión a los incidentes que terminaron con la pedrea a su despacho, pero también como forma de despegarse de una decisión política que ella misma considera un retroceso. Luego, el segundo video de Cristina, duro para con el Gobierno, fue una denuncia sobre la manera organizada en que se produjo el ataque a su despacho del Senado.

La temperatura se recalentó más con las publicaciones de las cartas de intelectuales, al estilo de lo que había sido el grupo "Carta Abierta" que apoyaba a Cristina Kirchner durante su gestión gubernamental. Ahora, hay dos grupos antagónicos: uno que justificó a Alberto Fernández y que da a entender que quienes agitan la división interna le hacen el juego a la oposición macrista; y otro que expone los motivos por los cuales cree que el Presidente está llevando al país a una crisis que, de todas formas, se reflejará en una derrota electoral.

Desde la votación en el Senado del acuerdo con el FMI, la fisura interna del Frente de Todos ha ido
Desde la votación en el Senado del acuerdo con el FMI, la fisura interna del Frente de Todos ha ido "in crescendo"

Alberto Fernández y la concentración de poder

El propio Alberto Fernández tomó la palabra al hablar con Roberto Navarro, uno de los referentes mediáticos del Frente de Todos. Como en otras oportunidades, el Presidente se sintió en la necesidad de recordar que él es quien concentra el poder político y que no tiene por qué hacer un "gobierno colegiado" con Cristina y Máximo Kirchner.

Recordó un punto central en la argumentación para el acuerdo con el FMI, y que es el refuerzo del Banco Central.

"La acumulación de reservas es un requisito indispensable para alejar el riesgo de devaluación que algunos alientan, y eso es uno de los temas que permiten la baja de la inflación", dijo. En la misma tónica, antes el titular del Banco Central, Miguel Pesce, había dado a entender que sin el acuerdo se harían insoportables las presiones devaluatorias.

Y, si bien se mostró abierto a escuchar las críticas sobre su política económica, recordó que "es imprescindible la unidad del Frente de Todos para enfrentar los problemas de la Argentina y evitar que vuelva la derecha".  

Un reclamo por el fin de los "buenos modales"

La respuesta no se hizo esperar. Lo que plantea el kirchnerismo duro es que, en su moderación, Alberto nunca se anima a confrontar con los grupos económicos poderosos y que, así como en su momento se arrepintió de haber anunciado la estatización de Vicentin, ahora no muestra determinación para declarar, por ejemplo, una suba generalizada de retenciones al agro.

"Hay momentos en que no se puede gobernar con moderación y buenos modales, porque como dijo un ex ministro que no era de nuestro partido, cada vez que ocurrió eso, los poderosos contestan con el bolsillo", fue la gráfica expresión de Juliana Di Tullio, senadora del FdT por Buenos Aires y, sobre todo, una de las personas de máxima confianza de Cristina Kirchner. Y la alusión, como sabe cualquier argentino que haya vivido los turbulentos años '80, era a la frase de Juan Carlos Pugliese, el ministro de economía de Raúl Alfonsín, que había hecho un alegato emotivo para obtener el apoyo del mercado y obtuvo como respuesta una estampida contra el devaluado austral.

Con estos antecedentes de tensión política creciente, la expectativa del ámbito político es que en  la jornada del 24 de marzo, hable por fin la gran protagonista de este conflicto: Cristina Kirchner. La versión que corre con insistencia es la de una publicación de una carta, tal como ha sido el estilo de la vicepresidente en cada fecha importante.

La posibilidad de que el 24 de marzo haya otra carta pública de Cristina Kirchner tiene en vilo al ámbito político
La posibilidad de que el 24 de marzo haya otra carta pública de Cristina Kirchner tiene en vilo al ámbito político

En el punto al que llegaron las desavenencias internas, una carta de Cristina podría tener el efecto de una "bomba política". Porque tras las críticas al acuerdo con el FMI, no queda margen para los términos medios: o manifiesta su alejamiento del Gobierno o declara explícitamente su apoyo pese a los problemas.

Los analistas políticos han considerado que es poco probable que Cristina quiera formalizar ya una ruptura, sino más bien mantener un acompañamiento crítico, marcando los errores del estilo moderado de quien ahora tiene en su poder "la lapicera". Eso le permitiría mantener las chances electorales del peronismo pero, si la economía fracasara, podría tomar distancia del oficialismo y recordar que ella había advertido los errores.

Alberto y su difícil intento de equilibrio

Ante esa situación, Alberto Fernández deberá decidir si le conviene hacer concesiones al kirchnerismo, en aras de mantener la unidad o si, por el contrario, aprovechar la circunstancia de ser blanco de ataques internos para fortalecer la corriente "albertista" que sueña con una reelección en 2023.

Por ahora, está transitando un camino intermedio, cada vez más difícil de sostener. En el marco de la "guerra contra la inflación", el Presidente ha mantenido una ambigüedad con los empresarios: por un lado los convoca a una mesa de diálogo para "resolver el problema entre todos" pero por otra parte amenaza con sanciones y la aplicación de la Ley de Abastecimiento.

Todavía no queda en claro si esos gestos confrontativos son reales o si son una sobreactuación destinada a congraciarse con el kirchnerismo, que pide decisión para enfrentar a los "grupos concentrados".

Los empresarios, que temen lo peor, ya salieron a marcar posición. Como los productores rurales, que desmintieron al Gobierno sobre que ellos no se verán afectados por la suba de retenciones a la exportación de aceite y harina de soja. O como el presidente de la Unión Industrial Argentina, Daniel Funes es de Rioja, quien advirtió: "Si esto es sólo una caza de brujas, no sirve; no ayuda a nadie y perdemos el foco de lo importante".

Mientras tanto, el Gobierno trata de mantener el difícil equilibrio: el ministro de la Producción, Matías Kulfas, acaba de difundir un comunicado en el que explicitó que, gracias a la suba de retenciones, se pondrán en práctica herramientas de financiamiento por $8.000 millones para la industria molinera.

Una forma de cubrirse de las críticas de ambos lados: muestra a los economistas y a los productores agrícolas que su medida no es inocua en la lucha contra la inflación y, por otra parte, le envía al kirchnerismo un mensaje en el sentido de que no tiene miedo a la "mano dura".

Antes, se había anunciado un retroceso de los precios a los niveles de marzo en los supermercados. Y, para los próximos días, se espera un apoyo explícito de la dirigencia sindical para un acuerdo de precios y salarios.

Alberto Fernández, entre la presión del kirchnerismo por endurecer las medidas contra el campo y los deseos de marcar un perfil político propio
Alberto Fernández, entre la presión del kirchnerismo por endurecer las medidas contra el campo y los deseos de marcar un perfil político propio

¿Alberto prepara el contra-ataque?

Mientras tanto, en paralelo con las críticas que le llegan desde el kirchnerismo, Alberto Fernández ha puesto en práctica una agenda que refuerza sus apoyos propios. Principalmente, los actos junto a intendentes del conurbano, para inaugurar obras públicas, ratifican la promesa que había hecho a fines del año pasado, tras "la remontada" de las elecciones legislativas.

En aquella ocasión el Presidente había dejado en claro que ningún plan de estabilización económica podía poner en riesgo la actividad en las zonas donde abunda la informalidad, y que son sensibles al impacto de la inversión estatal. Ahí es donde el "albertismo" pone las fichas de la recuperación electoral.

Pero, además, la confrontación con el kirchnerismo, dejó una novedad: hay ahora una corriente que tuvo su origen en el kirchnerismo pero que no concuerda con las posturas extremas que representan Máximo Kirchner, los movimientos piqueteros, el Instituto Patria y la propia Cristina.

Creen que haberse negado a un acuerdo con el FMI habría significado jugar al caos económico y a "equivocar el enemigo".

El curioso paralelo con Macri 2017

De esta forma, se está creando un clima extraño, pero que sin embargo tiene también antecedentes en la historia reciente: que un presidente bajo ataque termine fortaleciéndose como consecuencia de un movimiento de reacción a esas críticas.

Le pasó, sin ir más lejos, a Mauricio Macri, cuando en 2017, casualmente después de una marcha del 24 de marzo, pareció llegar a su momento de mayor debilidad política. En un país que sufría el efecto del "tarifazo" y que todavía no veía llegar el crecimiento económico, la oposición macrista organizó una masiva marcha en la que aparecieron helicópteros de cartón, en una clara alusión a que el macrismo no estaría en condiciones de completar su período de gobierno.

La respuesta a esa marcha fue la convocatoria, nacida en las redes sociales, a una manifestación de apoyo a Macri en la Plaza de Mayo. Allí se expresó el rechazo masivo a lo que se interpretaba como un "clima golpista". Y Macri tomó esa situación como plataforma para una profundización de su política, que lo llevó a la victoria electoral en las legislativas de medio término.

Después, claro, ese apoyo político no le alcanzó para reelegirse. Como el propio ex Presidente definió, "en el medio pasaron cosas". Es el riesgo que también tiene ahora Alberto Fernández, pero su apuesta es que, a diferencia de lo que ocurrió durante el macrismo, ahora el acuerdo con el FMI sea garantía de estabilidad y no un acelerador de la turbulencia financiera.