INTERNA AL ROJO VIVO

El diagnóstico de Cristina: el problema es la escasez de dólares y hay que frenar "fuga" del pago de deuda privada

En vísperas de la primera misión del FMI, la vicepresidente dejó su oscura visión del plan económico: no cree que baje la inflación ni que suba el salario
POLÍTICA - 06 de Mayo, 2022

Cristina Kirchner hizo explícito su diagnóstico de la crisis argentina: lo que genera la inflación no es la emisión monetaria ni la suba de sueldos, sino la escasez de dólares y la puja distributiva con los grupos económicos concentrados. Y lo que requiere el Gobierno es funcionarios que se animen a tomar medidas confrontativas, como por ejemplo cerrar la salida de dólares que se produce por el pago de las deudas de las empresas.

En el entorno amigable de Chaco, con la condecoración honoris causa la Universidad Chaco Austral, y con la presencia de un sonriente Jorge Capitanich en primera fila, la vicepresidente dio un discurso que había generado expectativa en todo el ámbito político. De hecho, su disertación se transformó en una verdadera cadena nacional, con todos los canales transmitiendo en vivo y sin interrupciones.

La expectativa había crecido por la escalada de las críticas de voceros de Cristina a Alberto Fernández, que el mismo día, desde un acto en Tierra del Fuego, había dado un mensaje en la previa que parecía un pedido de tregua: "trabajar juntos y unidos rinde sus frutos. Por favor, miremos el futuro y que nadie nos desuna".

El Presidente, que asistía a un acto de entrega de vivienda, había dado un mensaje optimista sobre la situación del país, y había cuestionado la idea de que se esté aplicando una política de ajuste.

El contraste entre el tono optimista de Alberto y la crítica de Cristina no pudo haber sido mayor. La vice, que recordó que ella también forma parte del Poder Ejecutivo, insinuó con claridad un futuro aciago para la economía por la aplicación del plan acordado con el Fondo Monetario Internacional.

Y dejó para el cierre una frase dura: "No le estamos haciendo honor a la confianza que nos depositaron, eso es lo que me amarga".

Cristina evitó pedir explícitamente la renuncia de Guzmán y dijo que sus críticas al Presidente eran "un debate de ideas" y no una disputa de poder

Homenaje a Mariano Grondona y críticas a Kulfas

Cristina sabía que sus palabras tendrían impacto político. Y, de hecho, bromeó al respecto de cómo sus silencios eran interpretados en la prensa y de cómo, cuando hablaba, sus palabras eran tergiversadas. Lo había dicho al respecto de su discurso en Eurolat, en el que dejó la controvertida frase sobre la banda presidencial, el bastón de mando y cómo eso no alcanzaba para detentar poder.

Por eso acudió a Chaco preparada para contestar las acusaciones sobre sus peleas con el Presidente y su disputa por espacios de poder. Ayudada por la etimología de las palabras "peleas", "discusión" y "debate" -y haciendo un sorpresivo homenaje al viejo programa de TV de Mariano Grondona- concluyó que lo suyo no era una pelea sino una confrontación de ideas.

Evitó llegar a un punto de ruptura, en el sentido de que no exigió en público el alejamiento de funcionarios ni anunció una salida de la coalición gubernamental. Pero eso no significa que su mensaje no haya sido duro. Por el contrario, al repasar antiguos discursos suyos, como el pronunciado en diciembre de 2020 en La Plata, donde había dicho que quienes no tenían disposición de enfrentarse a los grupos poderosos deberían buscar otro trabajo, plantó la sospecha de que no se refería únicamente a los ministros sino al propio Presidente.

No mencionó a Martín Guzmán, el gran criticado de los últimos días por el kirchnerismo, pero sí aludió a Matías Kulfas, el ministro de Desarrollo Productivo, a quien acusó por haber desdeñado un plan para reforzar la secretaría de Comercio, que le había preparado un "joven economista" -todos entendieron que se refería a Augusto Costa, que integra el equipo económico de Axel Kicillof-.

Su crítica por el hecho de que en el gabinete de Alberto Fernández confunden el "volver mejores" con el rechazo a todas las políticas aplicadas durante la gestión kirchnerista la llevó a renovar su pedido de que haya una actitud más decidida del Gobierno en la "puja distributiva".

Reservó, al respecto, un pasaje del discurso para los activistas del campo que organizaron el tractorazo, a quienes chicaneó: "Además de repartir constituciones, sería bueno que las leyeran". Y a continuación recitó el artículo cuarto, que es el que reserva para el Estado la potestad de establecer retenciones a la exportación.

Para Cristina, el pago de deudas corporativas es uno de los temas a controlar para evitar que el Banco Central pierda reservas en un momento de entrada de divisas

La lupa en los dólares de la deuda privada

Pero, sobre todo, el interés de la ex mandataria era volver sobre uno de sus temas predilectos: el problema que genera la naturaleza bimonetaria de la economía argentina.

Recordó que se había referido a ese asunto en octubre de 2020, cuando en vísperas de los 10 años de la muerte de Néstor Kirchner, había publicado una carta en la cual convocaba a todas las fuerzas políticas y a las agremiaciones a un acuerdo nacional para abordar ese problema.

Había vuelto al tema en diciembre pasado, al conmemorar el 38 aniversario de la reinstauración democrática, acompañada por Alberto Fernández en la plaza de Mayo. En un recordado discurso, le pidió al Presidente que el acuerdo con el FMI tuviera la condición de que el propio organismo ayudara a repatriar los dólares "fugados" durante la gestión macrista, algo que luego plasmó en un proyecto de ley actualmente en trámite parlamentario.

Y en su discurso de Chaco, Cristina volvió a poner la cuestión de la bimonetariedad en el centro de los problemas económicos. Resaltó un hecho que, paradójicamente, es el que marcan todos los economistas ortodoxos en estos días: el hecho de que un ingreso récord de divisas de la exportación, que genera un holgado superávit comercial, coincida con un momento de escasez de dólares en el que al Banco Central le resulta difícil reforzar las reservas.

Claro que ahí termina su coincidencia con los economistas, porque mientras sus críticos afirman que el problema es el cepo cambiario, Cristina está pidiendo un mayor control. "El tema de la falta de la economía bimonetaria es grave y requiere acuerdos, pero también requiere gestión", advirtió.

Concretamente, se manifestó sorprendida por la salida de divisas que se produce por el pago de deudas del sector privado, es decir de las grandes empresas que tomaron crédito dolarizado. Aunque no lo pidió en forma expresa, dejó flotando la insinuación de que se debería focalizar allí el control estatal.

Mensajes al FMI y a Guzmán

Pero Cristina sabía que no solamente la estaría escuchando el ámbito político y empresarial, sino que también prestarían atención a sus palabras los funcionarios del FMI. Y el discurso crítico hacia el nuevo programa "stand by" se produjo en un momento muy particular: justo en las vísperas de la primera revisión de cuentas por parte del staff del organismo, y cuando abundan las previsiones sobre la imposibilidad de cumplir las metas fiscal, monetaria y de reservas.

Cristina criticó expresamente el pedido del FMI en el sentido de que la tasa devaluatoria deba moverse más rápido para equiparar la inflación. Sostuvo que esa política, lejos de estabilizar el frente financiero o darle competitividad a la economía, llevaría a "mantener permanente e inercial a la inflación".

Para Cristina, no habrá chances de bajar la inflación mientras no se resuelva "el problema de la economía bimonetaria"

En realidad, la aceleración de la tasa devaluatoria -fue de casi 4% en abril- no es solamente un reclamo del FMI: el propio Guzmán la justificó ante un auditorio de empresarios con el argumento de que "el tipo de cambio se tiene que mover de forma consistente con la estabilidad de la balanza de pagos".

En otras palabras, Guzmán se mostró preocupado por no atrasar al tipo de cambio, un punto de fuerte discrepancia con Cristina.

No es la única diferencia que quedó en evidencia. En Chaco, la vice recordó que desde hace tiempo viene pidiendo que, para que el crecimiento del PBI sea distribuido en forma homogénea "y que no se lo queden cuatro vivos", era necesario "alinear" variables económicas, entre las que destacó las tarifas de los servicios públicos.

Tampoco esa mención era casual: la semana próxima se realizan las audiencias públicas para determinar los nuevos ajustes, y el kirchnerismo se opone férreamente a las subas que impulsa el ministro Guzmán.

Y el ministro defiende esa suba con el argumento de que se debe bajar el déficit fiscal "para depender menos del endeudamiento y del financiamiento monetario". Los empresarios lo aplaudieron.

Cristina, en cambio, expuso la teoría opuesta. Munida de un gráfico que comparaba los niveles de base monetaria en cada año, llegó a la conclusión de que la emisión no genera inflación. Y acusó a los medios de comunicación de querer "crear sentido común" sobre ese concepto, para introducir la sospecha de que las subas salariales son inflacionarias.

En realidad, dejó también flotando la sospecha de que Guzmán y el ministro de trabajo, Claudio Moroni, temen al desborde salarial por creerlo inflacionario. Ya había sido elocuente su felicitación al líder del sindicato bancario, Sergio Palazzo, por haber logrado un aumento salarial de 60% en la paritaria del sector, luego de un conflicto que incluyó un paro y en el que los bancarios acusaron a Moroni de estar favoreciendo la postura de los bancos.

En definitiva, Cristina planteó un oscuro panorama a futuro, dejó en claro que no cree que la inflación vaya a bajar y que las políticas que aplica Guzmán, lejos de estabilizar la situación, provocarán más volatilidad.

Contrapuso la política actual a la que llevó adelante Axel Kicillof, que tras un salto devaluatorio en el verano de 2014, logró bajar la economía de 38% a 24%. Fue tal vez el momento más curioso del discurso de Cristina, que admitió tácitamente que las cifras del INDECbajo su gestión eran falsas: la inflación oficial del 2014 daba 23,9% mientras que la del 2015 hasta noviembre dio un 14%, antes de la suspensión de las publicaciones en el marco de la "emergencia estadística".

Te puede interesar

Secciones