Y al fin, salió el fallo respecto a la medida cautelar presentada por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, por la quita de puntos de coparticipación que el gobierno de Alberto Fernández realizó a la Ciudad de Buenos, para cubrir la crisis que Axel Kicillof tenía con la policía provincial hace dos años.

No hay que olvidar la escena. Con los uniformados acuartelados y en plena revuelta, manifestándose incluso, frente a la Quinta de Olivos, el presidente llamó a una conferencia de prensa y se hizo acompañar por intendentes del PRO. 

En primera fila, justo detrás de Alberto, estaba Jorge Macri, jefe municipal de Vicente López por entonces, escuchando como, para pagarle a la bonaerense el presidente sacaba la plata del distrito donde jamás ganará una elección: la CABA. El rostro de Macri primo, iba cambiando a medida que entraba en razón de lo que Alberto anunciaba, al modo del doctor Jeckill y mister Hyde.

En definitiva, el tema se judicializó y la Corte Suprema decidió emitir su fallo horas antes de la llegada de Papá Noel. La reacción de Alberto fue rápida y suicida: no piensa cumplir la sentencia. Esa decisión, tal vez sea la causa que lleve al actual presidente a una condena penal cuando termine su mandato.

Entre la corporación judicial y la desobediencia

"Bueno, no está mal. A ver si entiende lo que es tener la espada de Damocles de la corporación judicial sobre la cabeza, como le viene pasando a Cristina (Kirchner)", dice una fuente kirchnerista que alentó la insólita determinación presidencial.

Operó bien el kirchnerismo, como casi siempre lo hace. Alberto salió a pedir consejo a la liga de gobernadores que presuntamente lo apoyaba, y La Cámpora mandó a Jorge "Coqui" Capitanich a empujar la idea de la desobediencia que Alberto compró. El gobernador del Chaco "ya es nuestro, va a ser candidato a presidente y lo vamos a bancar", dicen desde el cristinismo.

El Presidente no piensa acatar el fallo de la Corte. Esa decisión, tal vez sea la causa que lo lleve a una condena penal cuando termine su mandato

En las entrañas mismas de la Casa Rosada, critican la movida del presidente y la búsqueda de respaldo en los gobernadores: "que les importa a los tipos, si es un tema entre la Ciudad y la Provincia (de Buenos Aires), Alberto saca de una y pone en otra, si cumple el fallo de la Corte, le devuelve a la que le sacó primero. ¿Qué interés tienen todos los demás gobernadores en esto? Ninguno. Porque Alberto cree que ahí tiene un respaldo es un misterio", refunfuñan en las inmediaciones de su propio despacho.

En conclusión, las denuncias penales están en curso. Da lo mismo quien las haya presentado y seguramente se acumulen en una sola causa en el corto plazo. Todavía faltan elementos para que el delito se configure, pero en la Corte se frotan las manos para empujar a Alberto a cumplir todos los requisitos del tipo penal.

Satisfacción en la Corte

Están contentos los supremos. Sienten que le dieron un golpe letal y si bien "lo están pateando en el piso, el tipo está caído hace un año" dicen en el cuarto piso del Palacio de Justicia, creen que lo tienen "de pies y manos", explican. "La recusación es ridícula. Primero que, sobre la cautelar, que es respecto de lo que se tomó una decisión, no procede, no podés recusar al tribunal después del fallo, es una risa, los jueces no te gustan cuando te fallaron en contra, es cómico", explica el jurista que suele tomar el ascensor exclusivo de frente a la entrada de Talcahuano.

"Si la recusación es para que el Tribunal no trate el fondo del asunto, te digo dos cosas: una es que la Corte la tiene que aceptar y eso no va a pasar. Y otra, te anticipo que para otorgar una medida cautelar innovativa, como es este caso, tiene que haber un alto porcentaje de certeza de que el fallo de fondo va a salir en igual sentido, así que andá anticipándote: la sentencia sobre el fondo va a salir igual a ésta con el agregado de que la Nación va a tener que devolverle a la Ciudad todo lo que le sacó en estos meses", explica en detalle la Suprema fuente.

Vale la pena seguir con los premonitorios dichos del transeúnte del cuarto piso: "Alberto no va a cumplir nada, ni este fallo ni el que viene, se lo va a intimar, se van a trabar embargos, pero básicamente, va a ajustarse el tipo penal de varios delitos. A la gente no le parece tan grave porque están acostumbrados a que los presidentes hacen lo que se les canta, pero la Corte es la cabeza de uno de los tres poderes del estado, esto no es joda, este subvirtiendo el orden constitucional, es aplicable la ley de defensa de la democracia", explica sin dejar de sonreír.

Si algo se desarrolla en la Corte es la paciencia. La búsqueda de la mejor oportunidad, el largo plazo, ahora viene la feria judicial y todo entrará en letanía, el terreno donde mejor se manejan los supremos, mientras Alberto sigue tomando decisiones inducidas por otros interesados, intempestivas, desesperadas, allanando su camino a los estrados judiciales en el corto plazo.