Qué relación existe entre correr y el dolor de rodilla
El running tiene numerosos beneficios para nuestro organismo: favorece el sistema óseo, cardiovascular y metabólico, frena la aparición de la artrosis -si se practica de forma moderada-, reduce los niveles de estrés y de ansiedad, y mejora la calidad del sueño si se realiza a una hora adecuada.
A pesar de sus numerosas ventajas, muchos aficionados a esta actividad acaban experimentando dolencias en las rodillas.
La mayoría de las veces se debe a contusiones, sobrecargas o distensiones de los músculos que le dan soporte, enfermedades como la artritis, y problemas de menisco o cartílago.
Para prevenirlas, resulta vital calentar y estirar de forma adecuada, así como tonificar los cuádriceps y los bíceps femorales, ya que de esta forma se consigue que el peso se reparta correctamente sobre la articulación y disminuye la sobrecarga.
La aplicación de frío sobre la zona después de hacer ejercicio, haya o no dolor, y el consumo de suplementos con colágeno y ácido hialurónico también ayudan.
Asimismo, el calzado juega un papel importante. Se deben escoger zapatillas con una correcta amortiguación -para absorber el impacto- sujeción y transpiración del pie, valorando opciones más especiales en caso de una pronación o supinación muy marcada y cambiando de zapatillas cada 750 kilómetros.
Las articulaciones son las más afectadas en el running.
El impacto continuo, sobre todo cuando se corre asiduamente y con fuerte intensidad, provoca un desgaste rápido de la articulación y del cartílago, y contribuye a la aparición y empeoramiento de la artrosis.
Las lesiones más frecuentes en este tipo de deporte son: la condropatía rotuliana (desgaste del cartílago de la rótula), bursitis, tendinitis rotulianas, desgarros fibrilares musculares, la periostitis tibial o el síndrome de la cintilla iliotibial, entre otros. También son típicas, a nivel del tobillo, la fascitis plantar, la tendinitis Aquilea, los esguinces o las fracturas, enumera Nexofin.
Cómo identificar una lesiónEn el caso de que se produzca una lesión se debe acudir urgentemente al especialista para que identifique de qué se trata y aplique el tratamiento adecuado.
Sin embargo, a veces resulta complicado diferenciar una simple molestia de una lesión. Una dolencia aparece de forma puntual al comienzo del ejercicio y desaparece progresivamente con el calentamiento.
En cambio, en una lesión, el dolor se repite de forma habitual y suele surgir en la etapa final del ejercicio sin llegar a desaparecer.
Además puntualiza, en el caso de inflamación de rodilla, o cuando el dolor es muy elevado y nos obliga a detener el ejercicio, no hay duda de que se trata de una lesión.
Una vez que nos hayamos recuperado y hayan desaparecido definitivamente las dolencias, se podrá retomar la actividad física después de haber descansado del ejercicio.
Es muy importante tener en cuenta las causas que originaron la lesión para evitar que esta se produzca de nuevo en el futuro.
Cuando la lesión ha degenerado en algo crónico, se deberá optar por otros deportes cardiovasculares de menor impacto como el senderismo, la natación, la bicicleta o la elíptica y combinarlos con ejercicios de tonificación.
Por tanto, correr es un deporte muy beneficioso siempre que se practique de forma moderada, con unas nociones básicas y prestando atención a nuestro cuerpo. Para aquellos que se están iniciando, una hora es más que suficiente.
Se debe comenzar con un día a la semana e ir aumentando progresivamente los días, estirando 15 minutos antes del ejercicio y 20 después.
Además, ambos recomiendan someterse a un estudio antes de comenzar para saber en qué estado se encuentra nuestro cuerpo, ya que en casos de cardiopatías, asma, sobrepeso existen opciones más convenientes.