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Orgías, banquetes y excesos: así era la descontrolada fiesta romana que dio nacimiento a la Navidad

La festividad en honor a uno de los principales dioses romanos, Saturno, empezaba en torno al 17 de diciembre y se prolongaba hasta el 25 de diciembre
26/12/2018 - 10:22hs
Orgías, banquetes y excesos: así era la descontrolada fiesta romana que dio nacimiento a la Navidad

Sabemos que la Navidad se celebra en conmemoración del nacimiento de Jesucristo, figura que dio origen a la religión cristiana. También sabemos que este mítico profeta nació en un pesebre, que su madre, María, era virgen y que tres reyes de Oriente le trajeron regalos. Sin embargo, toda esta información proviene casi exclusivamente de los textos bíblicos y allí no hace referencia a la fecha exacta en que nació Jesús. Entonces, ¿por qué celebramos su cumpleaños en estas fechas?

La palabra “Navidad” viene del latín nativitas (nacimiento). Existe constancia histórica de que la fecha 25 de diciembre fue instituida como celebración religiosa allá por siglo cuarto d. C. por los dirigentes cristianos.

En aquella época, esta religión estaba en su apogeo, pero todavía no era el credo hegemónico en el imperio romano, en el que seguía extendida la devoción a los dioses romanos. Uno de ellos, Saturno, era el segundo más importante para los romanos, solo por detrás de Júpiter. Precisamente en honor de Saturno, cada 25 de diciembre daba comienzo una festividad romana conocida como Saturnalia.

Ahora, la Saturnalia se celebraba en fechas decembrinas, ya que este día coincide con el solsticio de invierno, el punto del año en el que las noches empiezan a ser más cortas y los días más largos en el hemisferio norte del planeta. Este proceso se prolonga hasta que llega el solsticio de verano y la tendencia vuelve a invertirse. Hace 2.000 años, cuando no había comodidades como luz o calefacción, que la luz diurna comenzase a durar más era motivo de celebración.

Asimismo, coincidía con el fin de la siembra de cosechas que serían recolectadas en primavera y verano, de modo que era un buen momento para unas “vacaciones”. De hecho, este fenómeno solar es un hito que tiene una gran importancia en el calendario de otras religiones.

La devoción de los romanos por esta fiesta, que empezaba en torno al 17 de diciembre y se prolongaba hasta el 25 de diciembre, era muy fuerte. El poeta Cátulo se refirió al arranque de esta fiesta como “el mejor de los días”.

A todos los rincones del imperio, que se extendía por toda Europa (incluida España), el norte de África y parte de Oriente Medio, llegaba esta fiesta: la gente se hacía regalos, se organizaban banquetes públicos, se bebía alcohol, los juegos de azar normalmente prohibidos se permitían y los esclavos eran liberados de sus obligaciones durante esos días, entre otras cosas.

Incluso, hay fuentes que indican que se llevaban a cabo bacanales y orgías. De hecho, antiguamente la palabra “saturnal” era empleada como sinónimo de orgía. Actualmente, la RAE mantiene como acepción “orgía desenfrenada”.

Tan amada era esta fiesta que aunque varios emperadores romanos trataron de reducir su duración, no lo lograron, a pesar de su poder.

Los jerarcas de la pujante iglesia católica decidieron allá por el año 330 d.C, algunos años antes del decisivo Concilio de Nicea, que Jesucristo había nacido un 25 de diciembre, haciendo coincidir así las fiestas navideñas con la Saturnalia pagana.

De esta forma, la religión católica se hacía más atractiva para los romanos, ya que no les exigía que renunciasen a su fiesta favorita, sino que solo le daban un nuevo envoltorio religioso.

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