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Hablemos de poliamor, feminismo, machismo y mandatos

Un término que no es de hoy y que ya Simone de Beauvoir practicaba junto a Jean-Paul Sartre. El poliamor para muchos es saludable y para otros una farsa.
03/04/2019 - 07:29hs
Hablemos de poliamor, feminismo, machismo y mandatos

Poliamor, poligamia, no monogamia, términnos de los tiempos modernos pero que tiene su origen en el pasado. Hoy se visibiliza y toma formar. Una nota del El confidencial narra con exquisita prosa cómo era el poliamor en el siglo pasado.

"Querido pequeño ser: quiero contarte algo extremadamente placentero e inesperado que me pasó. Hace tres días me acosté con el pequeño Bost. Naturalmente fui yo quien lo propuso, el deseo era de ambos y durante el día mantuvimos serias conversaciones mientras que las noches se hacían intolerablemente pesadas. Le he cogido mucho cariño. Estamos pasando unos días idílicos y unas noches apasionadas. Hasta la vista, querido pequeño ser; el sábado estaré en el andén y si no estoy en el andén estaré en la cantina. Tengo ganas de pasar unas interminables semanas a solas contigo. Te beso tiernamente, tu Castor".

Esta carta fue enviada en 1938 por la escritora Simone de Beauvoir a su amor de toda la vida, el también escritor Jean-Paul Sartre. Tiempo después del fallecimiento de ambos, nos quedan estas preciosas cartas que muestran la peculiar relación no-monógama que mantuvieron y que sin duda supuso todo un escándalo para la Francia de la época. Hoy en día, casi un siglo después de que se conocieran, el poliamor es uno de los debates culturales más candentes de la actualidad, sobre todo dentro de los círculos feministas que abogan por la liberación sexual y la ansiada extinción de los roles de género.

¿Qué pensaría ahora mismo Beauvoir, al ver que después de tantos años, el feminismo que ella defendió como modo de vida, ha tomado forma o, cuando menos, ha adquirido cierta repercusión social?

Uno de sus libros más famosos, 'El segundo sexo', fue publicado cuatro años después de que se permitiera a las mujeres acceder al voto, en 1945. Por ello, nos podemos hacer a la idea de la incansable lucha que tuvo que librar la intelectual para vivir de acuerdo a sus ideas y trasladarlas a la sociedad francesa, en ese momento diezmada por la destrucción que supuso el fin de la Segunda Guerra Mundial.

El feminismo ya estaba muy en boga en ciertos sectores de la izquierda, sobre todo entre las republicanas españolas que acudieron a frenar la invasión nazi después de la Guerra Civil, como relata el periodista Manuel Martorell en su libro sobre las hermanas Úriz Pi.

Sin embargo, tal y como reconoce en una entrevista concedida a este periódico, existían muchos enfrentamientos internos, precisamente a raíz de la negación de la familia monógama heterosexual: "El primer movimiento de mujeres se crea en el año 1935 y presume de ser muy revolucionario, ya que perseguía el amor libre y la liberación de la mujer en todos los sentidos", explica Martorell. "Una de las crisis internas más duras surgió a raíz de la introducción del lesbianismo". En este sentido, se ve cómo ese impulso feminista primigenio entronca mucho con las ideas expresadas en la obra de Beauvoir.

Pero, ¿cuáles son los orígenes concretos del poliamor?

La primera vez que se utiliza esta palabra es en 1990, en el libro 'A bouquet of lovers' ("Un puñado de amantes") de Morning Glory Zell-Ravenheart, una activista californiana que fue líder de una comunidad neopagana con evidentes influencias new age. En dicho momento, comienza a extenderse la idea de una pareja en la que no exista una exclusividad sexual, y se renuncie al matrimonio, así como a las "obligaciones conyugales". En este sentido, no ha de verse como una "tolerancia de infidelidades", sino como una forma de mostrarse abierto a otras relaciones.

Muchos de sus defensores se apoyan en razones científicas sólidas para refrendar las relaciones abiertas. Por ejemplo, Christopher Ryan, uno de los mayores expertos internacionales sobre la materia, autor de varios libros en los que dinamita las teorías monógamas. "Desde la época de Darwin nos han estado diciendo que la monogamia sexual es algo natural en nuestra especie, pero no lo es, y nunca lo ha sido", afirma, en una entrevista a 'Polyglamourous'.

"La ciencia, al igual que las instituciones religiosas y culturales", prosigue, "ha sostenido durante mucho tiempo que los hombres y mujeres evolucionaron gracias a núcleos familiares en los que existía un intercambio de posesiones: la protección masculina a cambio de la fertilidad y la fidelidad femenina. Pero esta narrativa está colapsando", prosigue, en una entrevista. "Los seres humanos estamos bioprogramados para la poligamia, para dar y recibir estímulos sexuales de múltiples parejas".

Claro que la teoría puede llevar a equívocos. Muchas veces, la percepción general de las relaciones poliamorosas estriba solamente en aumentar el placer sexual de las dos partes de una pareja. O tal vez se confunde con los tríos esporádicos o las fiestas swinger. Existe así un marcado carácter consumista de los vínculos afectivos que está muy lejos del mundo soñado por Beauvoir. Sin embargo, activistas como Brigitte Vasallo se han apresurado a matizar esta creencia popular por la que las relaciones no-monógamas solo se basan en una actitud promiscua para con los otros.

"La no monogamia no va solo de tener sexo con otras personas, que también; para mi, la no monogamia más revolucionaria es llevar un plato de sopa a tu vecina de enfrente, que sabes que es mayor, y preguntarle cómo está. Eso también es poliamor", declaraba tajantemente en una entrevista a 'Playground'.

El "machista liberal" y "el Castor"

"El único éxito indiscutible en mi vida". Así calificó Beauvoir su relación con Sartre. Para el intelectual francés, solo existían dos tipos de amor, "los necesarios y los contingentes", como explica en su obra 'Carnéts'. Evidentemente Beauvoir ocupaba el necesario. Se ha hablado mucho sobre la historia entre ambos y resulta harto difícil establecer una conclusión sobre el grado de emancipación de su relación abierta. A raíz de la descripción que hace Beauvoir de su pareja en una de sus últimas obras, titulada 'La ceremonia de los adioses', parece que su idilio no acabó siendo un camino de rosas: le describe como un hombre adicto al alcohol, al café y sí, a las mujeres. También le llega a acusar de ser "machista", a lo que él respondía diciendo "soy un machista liberal".

Sartre tenía una hora para esta mujer, una hora para esta otra, y luego destinaba las comidas y tardes para Simone de Beauvoir.

Por ello, el punto crítico que habría que resaltar aquí es que mientras Beauvoir era su "amor necesario, su Castor" (mote impuesto por él debido a su inteligencia demostrada en los años universitarios en los que se conocieron), había demasiados "amores contigentes" que no eran conscientes del proyecto de Sartre, el cual consistía en nada más que distribuir religiosamente el tiempo entre cada uno de ellos para así poder estar con todos a la vez.

Por ello, muchas voces apuntan a que en realidad fue Sartre el gran beneficiario de la relación abierta, y que a pesar de que Beauvoir también se acostaba con hombres y mujeres por igual, él la utilizó como muleta en sus últimos días. "Se quiere hacer de ellos una pareja mitológica. Es cierto que existió el amor, pero también hubo cadáveres", puntualiza Henriette Nizan, la mujer del que fue amigo íntimo de Sartre, Paul Nizan.

Claudine Monteil, una de las mayores expertas en la vida de Simone de Beauvoir, conoció a la pareja en la década de los años 70, justo cuando ella tenía 20 años. Conoció a Sartre en una protesta por la legalización del aborto en París, y tuvo una relación muy estrecha con la que hasta entonces era su mayor ídola. "Fui a su casa y y éramos ocho mujeres, todas al menos 10, 20 o 30 años mayores que yo", cuenta en una entrevista concedida a la 'BBC'. "Cuando llegué y me senté frente a ella, se me quedó mirando y dijo: '¿Cuál es tu punto de vista y qué sugieres como estrategia para la campaña para legalizar el aborto?'".

"Para mí eran la mejor pareja del mundo, formaban una relación completa que implicaba una igualdad total", recuerda Monteil. "Ella también tenía amantes a los que quería mucho, como el escritor estadounidense Nelson Algren y el escritor francés Claude Lanzmann. Sartre tenía una agenda de una hora para esta mujer, una hora para esta otra, y luego destinaba las comidas y tardes para Simone de Beauvoir. Ese no era mi ideal de relación amorosa y podía ver que, en realidad, ella estaba sufriendo por eso".

Con lo cual, a pesar de ser el icono amoroso y revolucionario del que hacen gala las biografías, la verdad sobre su relación era mucho más gris.

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