MARCÓ UN RÉCORD

Cómo fue el millonario "robo del siglo" que obligó a un Gobierno argentino a tomar una insólita medida

Fue en vísperas de una Navidad y, mediante un meticuloso plan, los delincuentes se apropiaron de una gran suma de dinero sin ningún tipo de violencia
Por Rubén Ramallo
RECREO - 29 de Julio, 2023

Uno de los mayores golpes de la historia criminal argentina, que obligó a tomar una insólita medida por parte del Gobierno, sucedió en las vísperas de la Navidad de 1992.

Por aquel entonces, el Banco Central continuaba con en el proceso de remplazar los viejos billetes en australes por los flamantes pesos. Para ello se iban recuperando los de 500.000 australes que aún estaban vigentes, pues se mantendrían en circulación hasta marzo, se los incineraba y cambiaba por los flamantes de 50 pesos.

A diferencia de lo que suele suceder cuando se roba o asalta un banco, en este caso toda la operación se hizo sin necesidad de utilizar armas, tomar rehenes o violentar cajas de seguridad de una bóveda. Por este y otros motivos, por aquel entonces de lo denominó el "robo del siglo".

¿Cómo fue el millonario robo?

El botín que se alzaron los delincuentes, que estaba compuesto exclusivamente por esos billetes de 500.000 australes, rondó los u$s30 millones de dólares o pesos, pues en aquel momento regía la paridad de uno a uno entre ambas monedas, por la vigencia de la ley de Convertibilidad.

Todo comenzó el lunes 22 de diciembre de ese año cuando los ladrones, haciéndose pasar por inspectores del Banco Central, se comunicaron con las autoridades del Tesoro Regional del BCRA en Rosario mediante un fax encriptado para hacerles saber que se presentarían en comisión en esa ciudad a efectos de retirar una importante cantidad de billetes allí depositados y llevarlos a Buenos Aires para su destrucción.

Con el tiempo se supo que una vez recibido ese mensaje, desde el Tesoro Regional se comunicaron con el Banco Central y el "funcionario" que los atendió ratificó el pedido. Lo que no se sabía en ese momento, pues solo se descubrió en la investigación, fue que la banda tenía una central telefónica que les permitió intervenir los teléfonos tanto del Banco Central como del Tesoro Regional.

Así eran los billetes de 500.000 australes que formaron el botín.

Como se hizo la entrega de los billetes

Ese martes por la mañana se hicieron presentes en el hall del aeropuerto dos funcionarios jerárquicos del Tesoro acompañados de dos portavalores y descargaron las sacas que habían traído en un camión blindado, por un total de 2.100 paquetes termosellados.

Luego de las presentaciones de rigor, en las que se exhibieron credenciales y una carta autorizando el envío que le daban a la operación absoluta credibilidad, entregaron el dinero y supuestamente solo faltaba subir al avión para trasladar los fondos a destino.

Pero una vez concretada la entrega, surgió un imprevisto que generó alarma entre los delincuentes, pues el vuelo de línea que debía trasladarlos con el dinero se canceló, por lo que se vieron obligados a contratar dos avionetas particulares para dejar la ciudad con destino final al aeródromo de San Fernando. En tanto, en un auto partieron hacia el mismo destino uno de los "inspectores" acompañado por un funcionario del Tesoro para completar los requisitos de la entrega. 

Estafa descubierta y una medida insólita del Gobierno

Una vez concluido el horario bancario, desde el Tesoro se comunicaron con las oficinas en Buenos Aires para corroborar que todo había salido bien, pero se encontraron con dos sorpresas nada agradables.

El primer indicio de que algo no estaba bien fue que el supuesto inspector que supuestamente debía acompañar a un empleado del Tesoro hasta el Banco Central para firmar la entrega del dinero se bajó antes de llegar y desapareció. Pero todo quedó al descubierto cuando les explicaron que nadie había solicitado ese traslado y que no estaba previsto que alguien viajara, sobre todo en vísperas de Navidad.

Una vez conocido el hecho, y ante la magnitud del monto robado, el impacto en la opinión pública fue de tal magnitud que el Gobierno decidió acelerar para mediados de enero el retiro de los australes en circulación que estaba previsto para fines de marzo de 1993, con la intención de tratar de frenar el lavado de esa enorme masa de billetes.

Los billetes de 50 pesos reemplazaron a los de 500.000 australes que estaban en circulación.

Según las crónicas de ese momento fue esa decisión la que hizo que lo que se conoció como un "golpe maestro" terminara convirtiéndose en un absoluto fracaso ante la imposibilidad de cambiar esa enorme cantidad de billetes por los que los remplazarían.

Poco tiempo después, y a través de una infidencia de un informante de la policía, el cerebro de la operación fue detenido y liberado un año después. Otras cuatro personas fueron condenadas a entre tres y cuatro años de cárcel en 2002.

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