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Las telcos se ajustan el cinturón: replantean inversiones, con un ojo en la política

Telecom no realizará los desembolsos que había comprometido. Telefónica mantendrá el monto pero en pesos. Mucho dependerá de las decisiones del Gobierno
11/12/2018 - 11:01hs
Las telcos se ajustan el cinturón: replantean inversiones, con un ojo en la política

“No vamos a poder invertir los u$s1.600 millones que teníamos previsto para 2019. Vamos a estar por debajo de esa cifra, en función del tamaño que termine adquiriendo el negocio”.

La declaración corresponde a Carlos Moltini, CEO de Telecom, la principal empresa de telecomunicaciones del país, y la que había comprometido la mayor apuesta inversora del sector.

La compañía tenía previsto desembolsar u$s5.000 millones en el trienio 2018-2020 y si bien hace dos meses había afirmado que ese ritmo será más lento, producto de la fuerte devaluación que se produjo en el segundo semestre del año, ahora quedó ratificado que el ajuste para 2019 será importante.

No es lo mismo invertir en un mercado con un dólar a $20, como el de principios de 2018, que en uno de $40, como sucede actualmente. Y menos, con uno de $50, tal como se prevé para marzo de 2019 en función del sistema de bandas fijado por el Banco Central. 

La postura de Telecom no es única. Esta estrategia de parar la pelota y ver cómo se seguirá jugando el partido en el sector es compartida con el resto de los jugadores, los grandes y los chicos.

Telefónica, por ejemplo, confirmó que su presupuesto se mantiene firme en los $43.000 millones para el trienio 2017-2019. Sin embargo, al convertirlo a dólares, la cifra se achicó sustancialmente: lo que en 2017 era algo más de u$s2.300 millones, hoy ya no lo son.

Así las cosas, si esta cifra se dividiera en partes iguales por año se obtiene que los $14.300 millones de 2017 representaron unos u$s775 millones, mientras que ese mismo monto en 2019 equivaldría a menos de u$s359 millones. Con una salvedad: la estimación es con un dólar a $40. Sin embargo, dado que el BCRA fijó el mencionado sistema de bandas, el monto se irá achicando en divisas a medida que vaya subiendo el billete verde

En tanto que Claro, en el marco del Mobile360 Series que realizó la GSMA en la Usina del Arte los primeros días de diciembre, ratificó el nivel de inversiones ejecutado en los últimos años, a razón de u$s400 millones por año.

Se trata de una cifra que se mantiene inamovible prácticamente. A finales de 2017 hubo una intención de duplicar el monto pero luego se volvió al estado anterior.

De modo que las inversiones en materia de telecomunicaciones están atadas a la coyuntura más que nunca. Y son independientes de las expectativas del Gobierno de acelerar desembolsos, sin importar demasiado a esta altura si es por la vía de una ley, de un ambiente propicio para realizar desembolsos, o de las negociaciones propias que cada uno de estos jugadores impulsa para obtener sus réditos propios.

“En 2019 vamos a saber cuál será el tamaño real de negocio que tendremos tras haber pasado de un dólar de $20 a uno de $40”, agregó Moltini. Hoy parte de la dificultad de la industria pasa porque los servicios se pagan en pesos, y el equipamiento para los nuevos despliegues de red o de actualización de servicios cotiza en dólares.

¿Esperanza de cambio?

¿Es posible pensar en que estas partidas tengan algún refuerzo en algún momento del año? Hoy parece prematuro afirmar algo al respecto.

Excepto que el Gobierno cumpla con la definición de una Plan Nacional de Espectro y, en ese marco, se convoque a alguna eventual licitación el año próximo para distribuir frecuencias en alguna banda. O que, finalmente, y por la vía del DNU o por otra desconocida por el momento, se liberen las frecuencias que están en poder de Arsat.

Queda en el terreno de las especulaciones. Si, llegado el caso, se convocara a una licitación, entonces las empresas se verían obligadas –y hasta motivadas- a reforzar sus partidas presupuestarias para obtener la mayor cantidad de recursos posibles.

El espectro es el recurso que las operadoras de telecomunicaciones demandan en cada oportunidad que se les presenta. Y quedó evidenciado los primeros días de diciembre en el encuentro de la industria organizado por la GSMA, donde volvieron a pedir espectro. Aunque, según de qué compañía se trate, la demanda revela otros intereses.

Telecom se manifestó contraria al establecimiento de topes para ese recurso. Y reclamó que se suba el límite existente en la actualidad, ubicado en los 140 mhz.

En el sector señalan que esa demanda se debe a que no quiere devolver el espectro que, como condición para la aprobación de la fusión, le impuso el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) en diciembre de 2017 y a cumplir en un plazo de dos años. Es decir, que estaría faltando un año para se cumpla con esa exigencia.

Telefónica, en tanto, también pretende más espectro “pero no a cualquier precio”. Y esa afirmación no sólo encierra un eventual valor económico –que hoy es difícil estimar- sino que también contempla las formas en que se dispondría de mayor espectro.

La compañía no comparte la idea de que el espectro que Arsat tiene como “reserva preferencial” sea puesto en manos del sector privado por la vía de un DNU. Prefieren el camino de una ley aprobada por el Congreso. Hecho que este año quedó trunco en Diputados. 

Claro, en tanto, también reclamó más espectro para responder a la creciente demanda de los usuarios, cada vez más ávidos por consumir contenidos de video, aunque sin especificar sobre condiciones para acceder a él.

De todos modos, ninguna prestadora estará dispuesta a pagar precios exorbitantes dado que la construcción de redes ya exige un esfuerzo de inversiones muy alto. De hecho, el propio vicejefe de Gobierno, Andrés Ibarra, reconoció ante iProfesional que la disponibilidad de espectro también tiene un valor fiscal. 

Los ajustes en las inversiones de este sector responden a varios factores, y no sólo a las cuestiones coyunturales. Los balances de las compañías también sirven para poner en evidencia ciertas dificultades. Y a esto se suma que, en tiempos como los actuales, las empresas emiten sus alertas también como prenda de negociación en el marco de sus reclamos particulares.

Y el juego que practican no es nuevo: es el mismo que vienen ejerciendo en los últimos 20 años. La transformación del sector no las ha motivado aún a innovar en sus prácticas.

El reclamo que hoy realiza Telecom para eliminar el tope de espectro es el mismo que hace 13 años realizaba Telefónica cuando Unifón se fusionó con Bellsouth. Y así como hoy Telecom no parece muy entusiasmado en devolver los 80 mhz excedentes producto de la fusión con Cablevisión, allá por 2005/06 a Telefónica no le caía simpático hacer lo propio con la fusión que dio lugar a Movistar. Pero Telefónica lo devolvió, tal como se le exigió.

Hoy, a un año de que se cumpla el plazo para que Telecom haga lo propio, las sospechas sobre la solicitud de la compañía más grande de telecomunicaciones del país apuntan en esa misma dirección.

Si en este marco el Poder Ejecutivo decide subir el tope de espectro las sospechas del mercado se cumplirán. Y la desconfianza hacia quienes definen la política pública en materia de telecomunicaciones y hacia el mismo Gobierno se incrementarán.

La ventaja es que las telecomunicaciones no son un tema prioritario en la agenda. A la mayoría de los ciudadanos no le seduce este tipo de temas, ni tampoco le interesa demasiado. Mucho menos en momentos en que la mayor preocupación pasa por los problemas de llegar a fin de mes y conservar el empleo. 

La disputa, que siempre tiene a ambos lados del ring, a Telecom y a Telefónica es, sin embargo, más compleja. Porque Claro también forma parte de esta pelea silenciosa aunque prefiera quedarse debajo del cuadrilátero para mirar los movimientos de los oponentes y charlar con el juez cuando sea necesario. O definir pasos a seguir para futuras peleas en horarios alejados del prime time.

Telecom es la mayor empresa de telecomunicaciones de la Argentina. Claro es la principal compañía de telecomunicaciones de América latina. Telefónica está entre las tres primeras operadoras del mundo, y este año la revista Forbes la colocó en segundo lugar en el planeta.

La situación financiera de cada una de ellas también es diferente. Telefónica tiene un rojo que supera los 40.000 millones de euros. El emporio de Carlos Slim, América Móvil, no tiene demasiados inconvenientes. Telecom tampoco, pese a que en su último balance informó pérdidas. Es la más grande de la Argentina pero sus filiales de Uruguay y Paraguay no le aportan mucho peso en el esquema regional, aún cuando está en las expectativas de largo plazo de la compañía ganar espacio en ese territorio.

El lobby de cada una se da en el marco de estos límites. Los propios y los ajenos. Y de ahí que cada una busca mostrar y hasta exacerbar su debilidad para volverse más fuerte en su mejor frente.

Las inversiones se utilizan, en parte, para jugar este juego. Porque hay algo que ninguna compañía puede obviar –ni siquiera las más chicas, que merecen otra historia- y es que existe una real demanda de servicios de telecomunicaciones.

Y, por más que las prestadoras se ajusten en sus presupuestos de redes, también tienen un límite. Invertir menos es la consigna para ajustarse al contexto, pero no tanto porque los riesgos de largo plazo pueden ser peores.

Entre estas variables, y muchas otras más, se dirime el juego de las telecomunicaciones en la Argentina.

El 2019, que a mitad de año le dará la bienvenida plena a la convergencia, se vislumbra muy interesante para un sector que aporta el 2,7% del PBI. 

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