Algunos expertos usan para protegerse de amenazas informáticas software de virtualización, como VMware. Estos programas permiten ejecutar un sistema operativo dentro de otro de forma virtual. Es una forma segura de probar programas o incluso realizar tareas que no se quiere que trasciendan.

Ahora Microsoft ha incluido en las ediciones profesional y para empresas de Windows 10 la denominada función Windows Sandbox. Esta herramienta crea un entorno de Windows 10 aislado y temporal en el que las tareas que se realicen no pondrán en problemas las máquinas. El software que se ejecuta únicamente en Windows Sandbox y no puede afectar al resto del equipo en principio.

Como sucede por ejemplo cuando un malware se propaga por todo una PC, incluso ubicándose en sesiones de usuario diferentes, al ejecutar código malicioso. Esto supone una pequeña gran revolución que también tiene connotaciones en la seguridad.

Si se desea realizar una tarea con discreción en una computadora compartida Sandbox es el mejor método para hacerlo. Es el equivalente al modo incógnito que incluyen los navegadores web.

Al no quedar rastro de las operaciones realizadas en ese entorno virtual será complicado que alguien pueda rastrear lo que se ha estado haciendo. Existen formas de que la actividad en Sandbox se sepa. Un caso muy claro es la información que se transmite por Internet.

Este nivel de privacidad tiene un costo. Cuando se cierra Sandbox se eliminan todos los programas que se instalaron, los archivos que se agregaron y los cambios de configuración. Por lo que los archivos que se hayan generado deben haberse guardado a buen recaudo, bien sea en la nube o en un dispositivo físico. Pero todo lo que se haya guardado en ese escritorio virtual se esfumará.