Ya quisiera uno saber lo que están planeando en la jefatura de Sony en Tokio estos días. Al cabo de dos años y medio, con Howard Stringer como el primer jefe extranjero de la compañía, Sony tiene ahora cerca de un tercio de su valor de mercado al comienzo de esta década. Claro que él merece que le den más tiempo. No es nada fácil cambiar el rumbo de un gigante, y el segundo fabricante mundial de productos electrónicos para el consumidor ciertamente se había extraviado.Aun así, había grandes expectativas. Los inversionistas esperaban que el extranjero (Stringer es un ciudadano estadounidense nacido en Gales) diera nuevos bríos a una cultura empresarial circunspecta, del mismo modo que lo hizo Carlos Ghosn, un francés nacido en Brasil de padres libaneses, en Nissan Motor.Si bien Stringer (en la foto, a la izquierda) ha tenido un poco de éxito, no ha bajado los costos tanto como se esperaba, y el crecimiento de la división de pantallas televisivas planas se debe más a la evolución del sector que a los adelantos de Sony. La consola de videojuegos PlayStation no cambiará mucho las cosas y el negocio cinematográfico de Sony depende por entero del Hombre Araña. ¿Cuántas películas pueden hacer del mismo tema?Para empeorar las cosas, Apple sigue acaparando la atención del público. Es en verdad uno de los grandes éxitos del mundo de los negocios de los últimos 50 años. Sony, la inventora del Walkman, cedió su liderazgo en los reproductores musicales portátiles al iPod de Apple y sigue perdiendo terreno.Así que uno se pregunta por qué el máximo responsable de Apple, Steve Jobs, no compra Sony de una vez por todas.BlasfemiaEsos rumores han circulado en ocasiones anteriores y han sido piedra de escándalo entre los parroquianos de Akihabara, el distrito de tiendas de electrónica de Tokio. A los fanáticos de la tecnología les parece una blasfemia sugerir tal cosa. Es casi impensable que un nombre que surgió de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial para llegar a ser piedra angular de la industria japonesa, se venda a un tipo de Silicon Valley que no usa corbata.Ahora bien, consideremos, solo por un momento, qué pasaría si Apple y Sony se unieran.El mundo de la tecnología está rumiando la oferta de compra que Microsoft ha hecho a Yahoo y los intentos de Google de conjurarla. Uno de los motivos de la curiosidad es que Silicon Valley tiende a favorecer el crecimiento mediante las innovaciones graduales en vez de por adquisiciones gigantescas.Con todo, la compra de Sony por Apple tendría sentido por muchas razones. Imaginen la fusión de dos compañías que cuentan con muchos de los principales expertos en diseño del mundo. Imaginen la apariencia que nuestras salas podrían tener, cómo podríamos comunicarnos, cómo podríamos trabajar y cómo pensaríamos en lo que es posible dentro de 10 años si Sony, que es tan buena en cuanto a maquinaria, y Apple, que sobresale en programas informáticos, llegaran a unirse.Factor coolPocas palabras son tan irritantes como "sinergias", y aun así hay que reconocer que Apple y Sony gozarían de un montón de ellas. Sony tiene que restaurar lo que llaman el "factor cool" que tuvo en otros tiempos y que ahora Apple posee. Apple necesita los contenidos de Sony --películas y música-- para venderlos a sus entusiastas del iPod y del servicio Apple TV. ¿Para qué negociar tratos con los sellos discográficos y los estudios cinematográficos si uno puede poseerlos?A Apple probablemente no le molestaría controlar la tecnología Blu-Ray, que, según muchos analistas, ofrece unos importes de ventas cuantiosos. Sony daría a Apple la franquicia de juegos de que ella carece. Su línea de cámaras también le vendría bien a Apple: ¿qué le parecería a usted tener una iCamera? ¿O un iPhone dotado de una de las videocámaras de alta definición de Sony? Y no olviden la impresionante cartera de patentes de Sony.Japón es también un mercado que Apple no ha dominado aún. No es tan solo por la debilitada economía japonesa. Se debe también al gran número de rivales internos con gran renombre en un mercado ferozmente reñido.No hay población más obsesionada con los teléfonos móviles que la de Japón. Agregar algunos diseños de Sony al iPhone podría por sí solo significar enormes ganancias. Y los canales de distribución de Sony podrían ayudar a Apple a incrementar sus ventas en el Asia.Parecida a MicrosoftSony encuentra difícil su recuperación. Aun después de caer en unos mercados deprimidos por la crisis hipotecaria de Estados Unidos, Apple tiene un valor bursátil de US$107.000 millones frente a los US$44.000 millones de Sony. Basta mirar los márgenes de explotación para ver por qué. El de Sony era de 0,86 por ciento al final de marzo del 2007, contra 2,48 por ciento en el 2003. El de Apple era de 18,37 por ciento al final de septiembre, en comparación con 0,40 por ciento en el 2003.Podría decirse que Sony ha llegado a parecerse un poco a Microsoft. Esta tardó en comprender la medida en que los Googles del mundo la hacían parecer más una empresa de la Vieja Economía que de la Nueva Economía. A Sony le ha tomado cierto tiempo comprender la amenaza que Apple representa.Claro, a Jobs (a la derecha, en la foto) quizá no le interese poseer una compañía con tantos problemas. La burocracia, el gran tamaño y la cultura empresarial arraigada podrían ser una enorme distracción para Apple, que ha tenido éxito ofreciendo una pequeña cantidad de productos que fabrica muy bien. Además, Apple ya está mirando de hoy hacia el mañana. Sony está más centrada en el presente.Algunas líneas de productos de Sony podrían venderse para pagar parte de una adquisición por Apple. Ahora bien, ¿cuánta deuda estaría Apple dispuesta a echarse encima para financiar la compra? Y dadas las dificultades de Sony, puede argumentarse que a Apple le convendría más comprar Nintendo.Sony tiene una ilustre historia de innovación y de sobreponerse a los reveses. Darla por perdida podría ser una apuesta peligrosa para rivales e inversores por igual. Eso no significa que Jobs no debiera estar pensando más en grande. En lo que a adquisiciones audaces se refiere, Sony bien puede ser la única para Apple.
William PesekBloomberg News