Día a día, las entidades bancarias y financieras están obligadas a cumplir con nuevos requisitos, tanto sea de las normativas que establece el Banco Central de cada país, como de otros órganos de control tales como: prevención del lavado de dinero, recaudación impositiva o entes internacionales de intermediación.

A esto se suma los requerimientos de los accionistas y hasta en muchos casos de los propios clientes, ya sea de manera individual o colectiva, a través de entidades de defensa del consumidor, por ejemplo.

Estas exigencias van en línea con la demanda de un mundo cada vez más interdependiente, donde ha aumentado de manera exponencial el número de transacciones que se efectúan, y por lo tanto resulta necesario establecer mecanismos de confianza o contralor de las mismas. Es decir, dar certezas.

Para atender  estos nuevos desafíos, los modernos sistemas informáticos aplicables a la actividad, deben dar respuesta concreta e inmediata a las necesidades operativas, generando la información apropiada en tiempo y forma, y con procesos automáticos capaces de absorber la complejidad de la solución. 

Esto nos lleva a la necesidad de integración de la información y de los procesos que la generan.

Cada vez es más necesario garantizar que un dato generado en algún proceso se vea reflejado en todos los otros donde sea requerido, de una manera consistente y segura, permitiendo la trazabilidad del mismo.

Este requisito se precisa tanto para los sistemas internos, como para los externos con los que se interactúa.

Por supuesto que todos estos requerimientos han tornado mucho más complejos a los sistemas informáticos que soportan la operación de una entidad bancaria o financiera.

Hoy, una aplicación que se precie de moderna, es un sofisticado compendio de funciones que no sólo resuelve los temas operativos sino que también abarca muchos otros asuntos, como los ya mencionados. 

En ese camino, esta tecnología especializada debe acompañar la exigente metodología utilizada por el mercado bancario y financiero regulado, donde, por citar un ejemplo, deben cumplir con la norma ISO 27.001 e ISO 9001 para garantizar la seguridad de la información de sus clientes.

Es por eso que hoy, un aplicación de core bancario (así se denomina al sistema integrado de administración centralizada) debe contar con ese conocimiento y metodología para contribuir al  proceso de generar certeza. 

Alfredo Ricardo Neme, presidente de Censys