¿Single vineyard? No: Familia Zuccardi prefiere hablar de “Fincas”

La bodega acaba de presentar su nueva familia de vinos. Son tres etiquetas, cada una a un precio de $1.100. Más allá del debate sobre qué es caro y barato, lo que importa es el concepto
Por Juan Diego Wasilevsky
VINOS & BODEGAS - 24 de Julio, 2015
En momentos en que se ha potenciado una suerte de “carrera armamentista” para instalar definitivamente el concepto de terroir en la vitivinicultura argentina, Familia Zuccardi, más precisamente Sebastián Zuccardi -el enólogo que le ha ido cambiando no sólo la cara, sino también la filosofía a esta bodega- puede arrogarse el hecho de ser uno de los que más énfasis ha venido mostrando en el estudio de los suelos.Es un hecho que, en el último par de años, se ha declarado una “guerra” de calicatas, es decir, han proliferado los pozos que se realizan en los viñedos para analizar los perfiles y, a partir de allí, definir qué cepas son las más adecuadas para plantar, así como el futuro trabajo agronómico (riego, poda, etc) que se deberá practicar para alcanzar la mejor calidad posible.Y así como antes se estudiaban grandes regiones, ahora la tendencia es trazar una radiografía minuciosa no ya sobre viñedos, sino incluso sobre áreas más pequeñas y delimitadas, como las microparcelas.En este contexto, Sebastián Zuccardi es de los enólogos que más en alto viene ondeando la bandera de la “terroirización” de la vitivinicultura como una variable fundamental que permita, en un trabajo de largo plazo, lograr un diferencial determinante para los vinos argentinos a la hora de competir por un lugar en las góndolas del mundo.Si bien Sebastián inició su camino en la investigación hace una década, con la inauguración de un departamento específico en la bodega que la familia tiene en Maipú, su apuesta por trabajar en comunicar más el lugar que la variedad tuvo un salto explosivo a partir del momento en que comenzó a explorar a fondo el Valle de Uco.Allí, Familia Zuccardi está a punto de inaugurar una nueva bodega en Altamira y, además, posee tres fincas. Y no fue una elección azarosa. Para Sebastián, algunas zonas muy específicas de ese valle –por su clima y sus suelos de origen aluvial- son la gran llave que tiene la vitivinicultura argentina para dar el salto hacia el próximo nivel.En definitiva, para este enólogo, el futuro del vino con sello nacional, como sinónimo de identidad y de diferenciación, está completamente atado al trabajo que las bodegas lleven adelante, de ahora en más, en Uco.“A la siguiente generación tenemos que dejarle un trabajo y un estudio serio y profundo de lugares. La tentación comercial es muy grande. Podríamos sacar vinos de 10.000 lugares distintos. Pero esto no es viable. Tiene que ser un trabajo a conciencia, serio, que sirva para fundar las bases de una nueva vitivinicultura”, apuntó Sebastián, en un encuentro con la prensa especializada, en el marco de la presentación de su nueva familia de vinos: Fincas.Esta línea nació de tres fincas específicas: Piedra Infinita y Canal Uco, ambas emplazadas en Paraje Altamira y Los Membrillos, en una zona de La Consulta, que linda con Altamira.“En la bodega fuimos de lo grande a lo chico. Y así como con la línea Aluvional la idea fue hablar de regiones, con Fincas quisimos dar un paso más dentro de esas regiones. Ahora estamos profundizando el trabajo sobre el lugar. La línea Fincas es lo más básico o simple para entender los lugares. Y elegimos el nombre Fincas porque, particularmente, no me gusta la palabra single vineyard”, completó Sebastián, quien hizo especial hincapié en que “con estos vinos demostramos cómo una diferencia de 500 metros en un viñedo puede cambiar totalmente el estilo”.El hilo conductor de esta nueva familia de vinos está apoyada en los suelos, de origen aluvial. De manera sintética y a grandes rasgos, la clave está en los movimientos que hubo en toda esa zona a lo largo de millones de años, a partir de la retirada de los glaciares, que volcaron todo el material y que permiten que hoy los suelos estén "minados" con piedras recubiertas con carbonato de calcio.“Tras hacer calicatas en las fincas, vimos que el 80% de esos suelos estaban conformados por piedras redondas y blancas, color propio del carbonato de calcio”, explicó Sebastián, quien agregó que ahí está gran parte del “ADN” de las nuevas etiquetas: “Soy un convencido de la influencia mineral en los vinos”.Previamente a la degustación, el enólogo declaró una suerte de principios: “Estamos en un camino diferente. Antes se buscaban vinos imponentes. Hoy buscamos tomabilidad”.Finca Piedra Infinita 2012 Este 100% Malbec, elaborado a partir de una enología sencilla, que conjugó fermentación en piletas de hormigón troncocónicas, sin epoxi y crianza en barricas usadas y piletas de hormigón, se luce por su aromática intensa, que va de la fruta roja y negra madura, a lo especiado, mostrando también una capa floral. De gran textura, este vino crece y se expande a medida que avanza por el paladar, con un medio de boca con más fruta. Los taninos, de cierta rugosidad, aportan presencia pero no le quitan delicadeza. Es un vino que no está pensado para quienes gustan de los Malbec gordos, con taninos golosos y dulzones. Está orientado a aquellos que buscan un tino de buena fluidez y cierta ligereza, con volumen pero mucha armonía.Finca Canal Uco 2012 A diferencia de Piedra Infinita, que exhibe suelos súper calcáreos, esta finca está ubicada sobre una zona con una mayor profundidad, constituyendo un suelo aluvial franco arenoso. A partir de viñedos de Malbec, se obtiene un tinto de fruta roja confitada y crujiente, con una tenue punta floral. Es un ejemplar con un recorrido un poco más graso y con un volumen algo más marcado, pero manteniendo su perfil delicado.Sobre el Malbec en particular, Sebastián destacó que es el mejor vehículo para mostrar nuestro terruño. La variedad no es lo más importante, es eso: un vehículo”.Finca Los Membrillos 2012 Los viñedos –en este caso es un 100% Cabernet Sauvignon- están emplazados en tres perfiles diferentes de suelos, que van de los poco profundos a los muy profundos, aunque todos con contenido calcáreo y para los cuales la ventana de cosecha se realizó con hasta una semana de diferencia.El resultado es un Cab delicado, con fruta negra, sutiles aromas a especias y una pirazina totalmente controlada. En una segunda capa, se suman notas de hierbas aromáticas. Ataca amplio, fluido, siendo un tinto de paladar pleno y de buena concentración. Pero mantiene toda la coherencia que exige esta línea: es de pulso fresco y ágil, rica textura y taninos bien perfilados (aún en evolución). Conforme se extingue, la fruta manda y la pirazina, en dosis muy tenues, se suma en un regusto delicado.El enólogo explicó que “era un viñedo muy viejo y maltratado. Lo recuperamos y el resultado me sorprendió. Me exigió mucho trabajo obtener un buen producto, pero me demostró que se pueden hacer grandes cosas con Cabernet”.ConclusiónEl precio sugerido de cada una de estas etiquetas es de $1.100. Por el estilo y su valor, está claro que está especialmente orientado a un público muy específico.Además, la bodega no está intentando hacer un negocio financiero con esa línea de vinos. Queda claro que está trabajando en algo más ambicioso: en lograr e instalar un concepto, una visión de trabajo y también de futuro.A partir de ahí, las discusiones sobre qué es caro y barato, se vuelven muy difusas.“Esto es simple, sencillo. Se acabó la búsqueda de vinos perfecto. Yo hoy me levanto buscando el vino que hable del lugar. No hay espacio para los vinos sin identidad”, concluyó Sebastián.© Por Juan Diego Wasilevsky - Editor Vinos & Bodegas iProfesional - vinosybodegas@iprofesional.com

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