En momentos en que se ha potenciado una suerte de “
carrera armamentista” para instalar definitivamente el concepto de
terroir en la
vitivinicultura argentina, Familia Zuccardi, más precisamente
Sebastián Zuccardi -el enólogo que le ha ido cambiando no sólo la cara, sino también la filosofía a esta bodega- puede arrogarse el hecho de ser uno de los que
más énfasis ha venido mostrando en e
l estudio de los suelos.Es un hecho que, en el último par de años, se ha declarado una “
guerra” de
calicatas, es decir, han proliferado los pozos que se realizan en los viñedos para analizar los
perfiles y, a partir de allí, definir qué
cepas son las más
adecuadas para
plantar, así como el futuro trabajo
agronómico (riego, poda, etc) que se deberá practicar para alcanzar la
mejor calidad posible.Y así como antes se estudiaban
grandes regiones, ahora la tendencia es trazar una radiografía minuciosa no ya sobre
viñedos, sino incluso sobre
áreas más pequeñas y delimitadas, como las
microparcelas.En este contexto, Sebastián Zuccardi es de los
enólogos que más en alto viene ondeando la
bandera de la “terroirización” de la
vitivinicultura como una variable fundamental que permita, en un trabajo de largo plazo, lograr un
diferencial determinante para los
vinos argentinos a la hora de
competir por un lugar en las
góndolas del mundo.Si bien Sebastián inició su camino en la investigación hace
una década, con la inauguración de un departamento específico en la bodega que la familia tiene en Maipú, su apuesta por trabajar en comunicar más el lugar que la variedad tuvo un
salto explosivo a partir del momento en que comenzó a
explorar a fondo el
Valle de Uco.Allí,
Familia Zuccardi está a punto de
inaugurar una
nueva bodega en
Altamira y, además, posee
tres fincas. Y no fue una elección azarosa. Para Sebastián, algunas
zonas muy
específicas de ese
valle –por su clima y sus suelos de origen aluvial- son
la gran llave que tiene la vitivinicultura argentina para
dar el salto hacia el próximo nivel.En definitiva, para este enólogo, el
futuro del vino con sello nacional, como sinónimo de
identidad y de
diferenciación, está completamente
atado al
trabajo que las bodegas lleven adelante, de ahora en más, en
Uco.“A la siguiente generación tenemos que
dejarle un trabajo y un estudio serio y profundo de lugares. La tentación comercial es muy grande.
Podríamos sacar vinos de 10.000 lugares distintos. Pero esto no es viable. Tiene que ser un
trabajo a
conciencia,
serio, que sirva para fundar las bases de una
nueva vitivinicultura”, apuntó Sebastián, en un encuentro con la prensa especializada, en el marco de la presentación de su nueva familia de vinos:
Fincas.Esta línea nació de
tres fincas específicas:
Piedra Infinita y
Canal Uco, ambas emplazadas en
Paraje Altamira y
Los Membrillos, en una zona de
La Consulta, que linda con Altamira.“En la bodega fuimos
de lo grande a lo chico. Y así como con la línea
Aluvional la idea fue hablar de
regiones, con
Fincas quisimos dar
un paso más dentro de esas regiones. Ahora estamos
profundizando el trabajo sobre el lugar. La línea Fincas es
lo más básico o simple para entender los lugares. Y elegimos el nombre
Fincas porque, particularmente,
no me gusta la palabra single vineyard”, completó Sebastián, quien hizo especial hincapié en que “con estos vinos demostramos
cómo una diferencia de 500 metros en un
viñedo puede
cambiar totalmente el
estilo”.El hilo conductor de esta nueva familia de vinos está apoyada en los
suelos, de origen
aluvial. De manera sintética y a grandes rasgos, la clave está en los
movimientos que hubo en
toda esa zona a lo largo de
millones de años, a partir de la retirada de los glaciares, que volcaron todo el material y que permiten que hoy los suelos estén
"minados" con piedras recubiertas con
carbonato de calcio.“Tras hacer
calicatas en las
fincas, vimos que el
80% de esos suelos estaban conformados por
piedras redondas y
blancas, color propio del
carbonato de calcio”, explicó Sebastián, quien agregó que ahí está gran parte del “ADN” de las nuevas etiquetas: “
Soy un convencido de la influencia mineral en los vinos”.Previamente a la degustación, el enólogo declaró una suerte de principios: “Estamos en un camino diferente. Antes se buscaban
vinos imponentes. Hoy buscamos
tomabilidad”.
Finca Piedra Infinita 2012 Este
100% Malbec, elaborado a partir de una enología sencilla, que conjugó fermentación en piletas de hormigón troncocónicas, sin epoxi y crianza en barricas usadas y piletas de hormigón, se luce por su
aromática intensa, que va de la fruta roja y negra madura, a lo
especiado, mostrando también una
capa floral. De gran textura, este vino
crece y se expande a medida que avanza por el
paladar, con un medio de boca con más
fruta. Los
taninos, de cierta rugosidad, aportan
presencia pero no le quitan delicadeza. Es un vino que
no está pensado para quienes gustan de los
Malbec gordos, con taninos
golosos y
dulzones. Está orientado a aquellos que buscan un
tino de
buena fluidez y cierta
ligereza, con volumen pero mucha armonía.
Finca Canal Uco 2012 A diferencia de
Piedra Infinita, que exhibe suelos súper calcáreos, esta finca está ubicada sobre una zona con una mayor profundidad, constituyendo un suelo aluvial franco arenoso. A partir de viñedos de
Malbec, se obtiene un tinto de fruta roja confitada y crujiente, con una tenue punta floral. Es un ejemplar con un
recorrido un poco más
graso y con un
volumen algo más marcado, pero manteniendo su
perfil delicado.Sobre el Malbec en particular, Sebastián destacó que es
el mejor vehículo para mostrar nuestro terruño. La variedad no es lo más importante, es eso:
un vehículo”.
Finca Los Membrillos 2012 Los viñedos –en este caso es un
100% Cabernet Sauvignon- están emplazados en tres perfiles diferentes de suelos, que van de los poco profundos a los muy profundos, aunque todos con contenido
calcáreo y para los cuales la ventana de cosecha se realizó con hasta una semana de diferencia.El resultado es un
Cab delicado, con fruta negra, sutiles aromas a especias y una pirazina totalmente controlada. En una segunda capa, se suman notas de
hierbas aromáticas. Ataca amplio,
fluido, siendo un tinto de
paladar pleno y de buena
concentración. Pero mantiene toda la
coherencia que exige esta línea: es de
pulso fresco y ágil,
rica textura y
taninos bien
perfilados (aún en evolución). Conforme se extingue, la
fruta manda y la
pirazina, en dosis muy tenues, se suma en un
regusto delicado.El enólogo explicó que “era un viñedo muy viejo y maltratado. Lo recuperamos y el resultado me sorprendió. Me exigió mucho trabajo obtener un buen producto, pero me demostró que
se pueden hacer grandes cosas con Cabernet”.ConclusiónEl precio sugerido de cada una de estas etiquetas es de
$1.100. Por el estilo y su valor, está claro que está
especialmente orientado a un público muy específico.Además, la bodega no está intentando hacer un
negocio financiero con esa línea de vinos. Queda claro que está trabajando en
algo más ambicioso: en lograr e instalar un
concepto, una
visión de
trabajo y también de
futuro.A partir de ahí, las
discusiones sobre qué es
caro y
barato, se vuelven
muy difusas.“Esto es simple, sencillo.
Se acabó la búsqueda de vinos perfecto. Yo hoy me levanto buscando el vino que hable del lugar.
No hay espacio para los vinos
sin identidad”, concluyó Sebastián.
© Por Juan Diego Wasilevsky - Editor Vinos & Bodegas iProfesional - vinosybodegas@iprofesional.com