Hace poco más de una década, la
marca Nina había pateado el tablero con el lanzamiento de un
Petit Verdot de alta gama que sorprendió al mercado local.Básicamente porque esta variedad no estaba muy difundida y existía un
preconcepto errado de que se trataba de
vinos duros y de
extrema potencia.Tras algunos años enfocados en el mercado de exportación,
Nina –propiedad de la
familia Spadone, que también tiene a San Huberto- comenzó a
ampliar su portfolio, de la mano de nuevos lanzamientos, al tiempo que se embarcó en la difícil pero
importante tarea de comunicar las particularidades del
terroir del Valle de Aminga, en la provincia de La Rioja.Según cuenta Leonardo Spadone, presidente de la bodega, fue el reconocido enólogo
Mauricio Lorca quien visitó los viñedos –ubicados a 1.450 metros sobre el nivel del mar- y les afirmó que ese terruño no tenía
nada que envidiarle a algunos de los
mejores hotspots del
Norte Argentino.“Mauricio nos comenzó a asesorar, confiando en las particularidades de ese terroir y, de hecho, fue quien
nos impulsó hace tiempo a
avanzar con
vinos de más alta gama”, afirmó el bodeguero.Actualmente, la bodega cuenta con un portfolio diversificado pero que, en el segmento de vinos tranquilos, hasta el momento estaba
muy enfocado en los tintos.Para remediar esa falencia, y aprovechando
viñedos de 40 años de antigüedad, la familia se decidió a alumbrar
su primer Torrontés.Durante la presentación, que tuvo lugar en el palermitano espacio
Casa Coupage, su propietario y sommelier, Santiago Mymicopulo, le dedicó unas palabras acertadas:
es un Torrontés “gastronómico”.¿Por qué? Básicamente porque
Nina Torrontés 2015 tiene
dos particularidades: en
nariz, no es explosivo ni opulento como la mayoría de los ejemplares que se elaboran a partir de esta cepa. Por el contrario, es
sobrio y
mesurado. Pero sí hay tipicidad, con abundancia de notas
florales, un dejo a
duraznos y toques apenas
tropicales.En boca, en tanto,
no es de esos blancos flojos sin mucho cuerpo. Tiene cierto
peso en el paladar y un equilibrada frescura (sin ser mordiente), lo que le da más
hándicap para tolerar ciertos platos.En conclusión, es un Torrontés que
no muestra todas sus cartas en una sola jugada. Es un blanco para darle tiempo. Y eso es un
plus.Su precio al público, del orden de los $120, resulta razonable, más considerando que viene de un
terroir que, si bien tiene su historia, es bastante
novedoso para los
paladares argentinos.© Por Juan Diego Wasilevsky - Editor Vinos & Bodegas iProfesional - vinosybodegas@iprofesional.com