Recientemente, en una larga charla, el enólogo italiano
Alberto Antonini planteaba a este cronista una definición sencilla pero ajustada sobre la personalidad de los vinos de
Altamira."Altamira es más
femenino, más
fino,
frágil y
elegante", decía Antonini, uno de los grandes referentes de la vitivinicultura.Bajo este precepto, si se analiza este terroir bajo la óptica de
Traslapiedra -el nuevo proyecto alumbrado por cinco amigos, entre los que se encuentra Juanfa Suárez, de Finca Suárez- entonces uno no podría más que coincidir con esa definición.
Traslapiedra, que pronto se convertirá en una familia de vinos, por el momento es un único ejemplar que se
ajusta perfectamente a esos conceptos de "
fineza" y "
elegancia" a los que hacía referencia Antonini.En concreto,
Traslapiedra 2015 es un
red blend que conjuga una mayor parte de
Malbec y
Cabernet Sauvignon, suma algo de
Merlot y agrega una "dosis homeopática" de
Pinot Noir.¿El resultado? A partir de viñedos de Finca Suárez, el enólogo Felipe Stahlschmidt entrega un corte que es pura fruta roja y negra en nariz, con una pátina marcada de hierbas aromáticas, que recuerdan al romero, y una tenue floralidad. En boca es un vino de
ataque suave, que exhibe una soberbia
fluidez, en un andar ágil, largo y delgado. Pero no es un vino de paso demasiado suelto. Por el contrario, hay una
textura que se palpa y unos
taninos sin aristas pero
firmes que se agarran al fondo del paladar. Su gran virtud es que es un vino
equilibradamente fresco, pero a años luz de esos ejemplares demasiado mordientes.En conclusión, esta primera añada es un
vino sin urgencias, bebible, fresco, sutil. Un
"vino de sed" como lo definen ellos mismos, de esos que pueden beberse cómodamente con una comida o disfrutarse como aperitivo.Por ahora, dado el escaso volumen, se consigue de
manera directa (ventas@traslapiedra.com), a un
precio sugerido de $250. En un contexto en el que más bodegas se han embarcado en la
difícil tarea de
comunicar las
diferencias de suelos y que el
Valle de Uco está dejando de ser -a ojos de los consumidores- un gran conglomerado de bodegas repartidas en más de 25 mil hectáreas de viñedos,
Altamira ya muestra sus particularidades y se diferencia de otras zonas del Valle, como
Gualtallary, que en general entrega vinos mordientes y bien tensos.Como detalle, es digno de mención el concepto que construyó el artista
Federico Lamas, que incluyó en cada botella una pieza de acrílico de color rojo. Al mirar la etiqueta a través del mismo, se revela el contenido de los suelos de
Altamira, formado -tal como explican los mismos creadores de Traslapiedra, "hace millones de años, cuando la alta montaña guardó sedimentos marinos que el río Tunuyán se encargó de esparcir por el valle"."Así se creó nuestro desierto marino. Un
oxímoron natural. Una contradicción que inundó de piedras blancas nuestro suelo", detallan.El proyecto, si bien nació a partir de este único blend, promete entregar novedades en el corto plazo. De hecho, el grupo (que está conformado por Germán Cohen, Santiago Garriga, Rodrigo Santamaría y Javier Azserman, además de Juanfa Suárez,) ya está trabajando en un Malbec, con el objetivo de ir alumbrando una etiqueta nueva por año.
© Por Juan Diego WasilevskyEditor Vinos & Bodegas iProfesional Mail: vinosybodegas@iprofesional.comTwitter: @juandiegow / @vinosargentinosFacebook: iprofesional.vinosybodegas