Así como hace unos años Gualtallary estaba en boca de todos, ahora es el turno de
Altamira, el gran
hotspot de la vitivinicultura local.A fuerza de interesantes vinos, dominados por la elegancia y por ser ejemplares extremadamente bebibles,
Altamira cada fue ganando más y más terreno en la
preferencia de
sommeliers y
críticos internacionales.Y los
consumidores, que son quienes en definitiva permiten consolidar o no una zona, respondieron
positivamente.
Altamira –emplazado dentro del distrito de La Consulta, en el Valle de Uco- es un
cono aluvional del
río Tunuyán extremadamente codiciado, en el que un grupo de
productores independientes defienden sus fronteras naturales. Esos límites naturales, aseguran son los que le dan
identidad a los vinos que allí se generan.Como contrapartida, otras bodegas, en general pertenecientes a grandes grupos, están
presionando para
ampliar los
alcances de
Altamira y así incluir sus viñedos bajo este codiciado paraguas.Incluso, hay otra agrupación de empresas que, en paralelo a esta puja por la superficie, busca
imponer el concepto
“Zona Agrícola Altamira”, que no sólo incluiría a la actividad vitivinícola, sino también a diferentes
producciones furutícolas que hay en la zona.En medio de esta controversia, pequeñas bodegas de la zona –la excepción es Altos Las Hormigas- , acaban de
lanzar una
asociación, por ahora de carácter informal, denominada
Productores Independientes de Paraje Altamira (PIPA).La misma está conformada por
once establecimientos: Chakana, Teho, Finca Suárez, Lupa, SonVida, Traslapiedra, Fincas Adrián Río, Finca Beth, Finca La Igriega y Finca Las Glicinas, además de Altos Las Hormigas.
En diálogo con
Vinos & Bodegas, Juanfa Suárez, uno de los impulsores del proyecto PIPA, explicó que “desde Finca Suárez, junto con los chicos de Traslapiedra, fuimos los que empezamos con esta idea y somos los que
estamos motorizando fuerte en el comienzo”."La única manera de llevar Paraje Altamira a lo más alto es trabajando juntos, generando una
consistencia durante el tiempo”, afirmó.
“El gran objetivo es que en el futuro los
consumidores pidan ´
un Altamira´ y sepan qué tipo de vino esperar en la botella. Ninguna región vitivinícola importante del mundo fue reconocida por un productor suelto”, completó.Desde Finca Beth -que produce el
vino 2Km-, su propietario, Enrique Sack coincidió en resaltar la
importancia de la
asociatividad, porque “nos permite
llegar con más fuerza al mercado, algo que individualmente es mucho más difícil”.De hecho, recientemente realizaron su
primera feria en Buenos Aires, lo que les permitió entrar en contacto con
consumidores. “Esto es clave para que se vaya aprendiendo cada vez más lo que es Altamira”, completó Sack.
Plantando banderaPor su parte, Juan Pelizzatti, presidente de
Chakana, hizo hincapié en los dos objetivos fundamentales del proyecto PIPA: por un lado, coincidió en resaltar un aspecto fundamental como “la
difusión y
valorización de los vinos de
Paraje Altamira”.Por otro, destacó una finalidad ambiciosa: contraponerse “a la
tendencia irremediable que está
arrastrando a la
industria del vino en la
Argentina, que avanza hacia la
concentración y
comoditización”.El bodeguero fue más allá y destacó que “mientras los productores dominantes
multiplican con fines comerciales marcas de fantasía
sin origen, con vinos
sobremaderizados y
saturados de
azúcar residual, PIPA se propone
rescatar al
productor que vive en el lugar, cultiva su viñedo, hace su vino y personalmente sale a venderlo a los distribuidores y consumidores”.
“El productor independiente es un fenómeno social fundamental de la industria del vino que debemos
rescatar para poder
mantener originalidad y el sentido más profundo del vino como
producto cultural y evitar que se transforme en un
commodity, como la cerveza”, acotó.Juanfa Suárez se sumó a la idea de defender una identidad. Incluso, fue un paso más allá al asegurar que el gran objetivo de PIPA es el de "
garantizar nuestra supervivencia en este
territorio"."Mi familia está desde hace 100 años en Altamira. Tenemos un
gran sentido de pertenencia y
compromiso con el lugar. El deseo de supervivencia es muy primitivo, atraviesa las generaciones y pareciera que está en nuestro ADN", concluyó, levantando en alto la
bandera de lo que es la nueva "
República de Altamira", dominada por pequeños productores que vienen trabajando en pos de lograr
consistencia y ganar mayor
visibilidad ante el consumidor.
© Por Juan Diego WasilevskyEditor Vinos & Bodegas iProfesional Mail: vinosybodegas@iprofesional.comTwitter: @juandiegow / @vinosargentinosFacebook: iprofesional.vinosybodegas