Tinamú: la fórmula de un vino ícono que demuestra que... no hay fórmulas
En un mundo en el que más enólogos reniegan de las "recetas intocables", bodega Viña Las Perdices recorre el camino inverso con su vino tope de gama. Y le funciona
15/09/2016 - 20:46hs

Y el propio Muñoz puso a prueba su método: en un encuentro con la prensa especializada, el enólogo realizó una cata vertical de Las Perdices Tinamú con las cosechas 2005, 2006, 2007, 2008, 2010 y 2012.
Y el ejercicio fue realmente interesante: mostró cómo, utilizando casi con exactitud la misma fórmula, vendimia tras vendimia, el terrroir y -especialmente- las particularidades del clima dejaron su sello particular en cada añada.
A grandes rasgos, las dos primeras cosechas hoy muestran una gran elegancia, con notas levemente licorosas y una barrica que pasó de las notas más dulzonas, como la vainilla o el chocolate, a ofrecer más delicadeza. Los taninos, en ambos casos, lucen ya más domados y sin aristas, al tiempo que en el paladar estos dos ejemplares perdieron un poco de musculatura para ganar más amabilidad.
En el caso de las añadas 2007 y 2008, las particularidades del clima derivaron en vinos mucho más carnosos e impactantes, con desbordantes notas de especias, como pimienta negra y cardamomo, y unos taninos marcados, bien perfilados, que marcan a fuego la columna vertebral.
El único cambio, sutil, que se permitió Muñoz a partir de 2010, fue adelantar apenas siete días el período de cosecha. Y esa sutil diferencia impactó en vinos levemente más frescos.
Las cosechas 2010 y 2012, pese a ser más jóvenes, se muestran mucho menos ampulosas que sus antecesoras, que ya tienen ocho y nueve años de recorrido encima. Aún manteniendo la carnosidad, sus taninos son un poco más redondos y menos marcados.
Las primeras añadas muestran lo bien que han evolucionado en botella y dejan en claro que todavía tienen bastante camino por delante, especialmente la 2005, que tiene una acidez apenas más marcada. Las dos últimas añadas, que se presentan menos estridentes, todavía tienen el desafío por delante, pero cuentan con el respaldo de una excelente materia prima.
"Es una satisfacción tener vinos de diez años o más, que estén tan vivos y bebibles. Realmente es gratificante", apuntó Muñoz, en diálogo con Vinos & Bodegas.
"Es cierto que la tendencia es bajarle el pulso a la madera. Pero los cambios no podemos hacerlos tan bruscamente, porque hay muchísimos consumidores que están más allá de esta tendencia. Y no estaríamos cumpliendo con sus expectativas", concluyó el enólogo.
© Por Juan Diego Wasilevsky
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