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Federer, el césped de Wimbledon y una lección sobre vinos

En la cuenta regresiva del enfrentamiento con Rafael Nadal, el tenista suizo trazó un paralelismo inmejorable entre esa superficie y el vino
11/07/2019 - 15:40hs
Federer, el césped de Wimbledon y una lección sobre vinos

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¿Qué tiene en común el vino y el tenis? O, mejor dicho, el vino y el césped de Wimbledon, tal vez la catedral más mítica de este deporte?

El link lo estableció el mismísimo Roger Federer: el suizo, que está por chocar en semifinales con el español Rafael Nadal, trazó algunas de las sensaciones que sentía sobre el estado del césped durante esta temporada y cómo éste repercutía en el pique y los efectos de la pelota.

Muchos jugadores venían advirtiendo que el juego se había vuelto un poco más lento respecto de otras ediciones del certamen.

"El otro día hablé con Tim Henman –uno de los responsables de la organización de Wimbledon- y me dijo que aún hacía todo igual", planteó Federer en diálogo con un medio alemán, dejando en claro que los organizadores cada año realizan el mismo trabajo para intentar replicar el mismo tipo de césped durante cada temporada.

Y luego trazó el link: "Creo que la hierba es como el vino, no es la misma en todas las estaciones. Por el clima, probablemente estaba más suave en esta primera semana".

En efecto: el clima es una de las principales variables que genera un impacto crucial en el vino, tanto a nivel aromático como como en las sensaciones que deja en boca. Y esto puede percibirse claramente en una degustación vertical; es decir, cuando se prueba una misma etiqueta pero de diferentes añadas.

Así, en los años cálidos es común que un Malbec clásico de una región tradicional como Luján de Cuyo, en Mendoza, presente aromas a frutas más maduras, tipo confitura, sumado a un dejo especiado más evidente. También, el alcohol puede ser un poco más elevado. Como consecuencia de una madurez más acentuada, los vinos pueden dar la sensación de llenar más el paladar al percibirse más sucrosos.

En años más fríos y lluviosos, en cambio, se tenderán a exacerbar los aromas herbáceos. Al tiempo que esa gordura posiblemente troque en un pulso más seco y en una mayor energía ácida.

Y así como, según Federer, al pegarle con slice la pelota en Wimbledon este año rebota unos cinco centímetros menos, probar un vino de una añada marcada por el sol y el calor entregará una experiencia muy diferente que la que nos dará uno en el que la lluvia y el frío dejaron su marca.

Su paralelismo no fue arrojado al azar: Federer confesó en varias oportunidades ser un apasionado de los vinos. De hecho, en 2012 selló una alianza con Moët & Chandon y hasta aseguró que le hubiese gustado compartir una copa de vino y una charla con el boxeador Muhammad Ali y el líder sudafricano Nelson Mandela.