Otra bodega en jaque: despidió a 12 empleados y paraliza la producción de vinos premium
Los despidos de 12 trabajadores en Bodega del Desierto, ubicada en la localidad pampeana de 25 de Mayo, volvieron a poner en evidencia el delicado momento que atraviesa la vitivinicultura argentina. Aunque se trata de una reducción de personal acotada en términos numéricos, el episodio se inscribe en un contexto de crisis prolongada del sector, con consumo interno en caída, sobrestock de vinos, precios atrasados y costos de producción en alza.
Según informaron distintos medios locales de La Pampa, la empresa notificó en los últimos días la desvinculación de una docena de empleados, muchos de ellos con varios años de antigüedad. La medida generó un inmediato conflicto con el gremio y una fuerte preocupación en la comunidad, por el impacto directo sobre 12 familias de una ciudad donde las alternativas laborales son escasas.
La bodega explicó los despidos en un comunicado en el que aludió a la crisis estructural del sector vitivinícola, marcada por la caída sostenida del consumo interno, el atraso en los precios del vino a granel frente a la suba de los costos operativos y el impacto de las contingencias climáticas. Entre los factores señalados figuran las heladas que afectaron con fuerza las últimas cosechas, reduciendo sensiblemente el volumen de uva disponible para elaboración.
Un dato no menor: Rafael G. Albanesi (RGA), la unidad de negocios del Grupo Albanesi, dedicada a la comercialización de gas natural, transporte y a proyectos alternativos como Alba Jet y Bodega del Desierto, entró en concurso preventivo a comienzos de octubre. El holding, fundado en 1929 por la familia Albanesi y actualmente encabezado por Armando Loson, enfrenta desde hace meses una situación financiera delicada. A lo largo del año postergó distintos vencimientos y abrió un proceso de negociación con acreedores con el objetivo de avanzar hacia una reestructuración integral.
Bodega del Desierto está en la localidad de 25 de Mayo, provincia de La Pampa, en la región del Alto Valle del Río Colorado, en el extremo oeste de lo que se conoce como la "ruta del desierto". Fue fundada en 2001 con el objetivo de desarrollar vitivinicultura en una zona hasta entonces prácticamente inexplorada. Actualmente, sus viñedos alcanzan unas 140 hectáreas implantadas. La bodega cuenta con una capacidad de almacenamiento de 1,2 millones de litros, distribuidos entre tanques de acero inoxidable y barricas. Su gama es amplia: producen vinos tintos, blancos, rosados y espumantes, bajo diferentes líneas: por ejemplo, "Desierto 25", "Desierto Pampa", "Pampa Mía" y "Desierto Astral", con el foco puesto principalmente en la variedad Cabernet Franc.
Conflicto gremial y paralización de actividades
Desde el Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines (SOEVA) calificaron la decisión como "arbitraria e injustificada" y cuestionaron que no se haya dado intervención previa a las autoridades laborales. Representantes del gremio se trasladaron a 25 de Mayo para interiorizarse de la situación de los despedidos y comenzaron a revisar los montos indemnizatorios ofrecidos por la empresa, al tiempo que anticiparon acciones legales por cada caso.
Lo llamativo del comunicado de la empresa, es que menciona que harán "una pausa para reordenar la situación", lo que supone una paralización de las actividades, al menos por tiempo indefinido.
Consumo en baja, stocks récord y números en rojo
El conflicto en la bodega pampeana no es un hecho aislado. En los últimos años, el mercado interno de vinos viene experimentando una contracción persistente, asociada a cambios en los hábitos de consumo, la pérdida de poder adquisitivo y la competencia de otras bebidas. A ese escenario se suma un elevado nivel de existencias de vino, que presiona a la baja los precios y deteriora la rentabilidad de productores y bodegas.
En el propio comunicado de la empresa se menciona el fuerte desfasaje entre los volúmenes almacenados y las ventas mensuales, un indicador que refleja con claridad el cuello de botella comercial que enfrenta hoy la actividad. A diferencia de otros ciclos recesivos, esta vez la crisis combina demanda débil, costos elevados y escaso margen financiero, un cóctel que pone en jaque incluso a establecimientos que lograron posicionarse comercialmente en años anteriores.
En el caso de La Pampa, un mercado vitivinícola de escala pequeña en comparación con Mendoza o San Juan, el impacto es aún más sensible. La producción pampeana depende en gran medida de pocas bodegas, por lo que cualquier ajuste se traduce de manera directa en el empleo local y en las economías regionales.
Un caso local que refleja la crisis nacional
La situación de Bodega del Desierto guarda un fuerte paralelismo con lo que ocurre en otras regiones del país. Tal como anticipara iProfesional, Bodega Norton, una de las firmas más tradicionales y reconocidas del vino argentino, ingresó en concurso de acreedores, abriendo un proceso judicial para reordenar sus pasivos en medio de un escenario financiero asfixiante.
El concurso de una bodega de ese tamaño funcionó como una señal de alerta para todo el sector, al dejar en evidencia que las dificultades ya no se limitan a pequeños y medianos productores, sino que alcanzan a pesos pesados de la industria. En ese contexto, lo ocurrido en La Pampa aparece como otra pieza del mismo rompecabezas: ajuste de costos, reducción de planteles, problemas de liquidez y perspectivas inciertas para el corto plazo.
Superproducción, sobrestock y presión sobre la cadena
El telón de fondo productivo también juega un papel clave en esta crisis. Tal como reveló el caso de Bodega Norton, el sector vitivinícola arrastra desde hace años un problema de superproducción, con volúmenes de vino que superan ampliamente la capacidad de absorción del mercado. Ese desbalance entre oferta y demanda se traduce en stocks elevados, caída de precios del vino a granel y márgenes cada vez más ajustados para productores e industriales. La sobreoferta presiona hacia abajo los valores, pero los costos como mano de obra, insumos, energía, logística e impuestos, siguen una dinámica completamente distinta. El resultado es un estrangulamiento de la rentabilidad en toda la cadena, desde el viñatero hasta la bodega, que termina derivando en ajustes productivos, financieros y, en última instancia, en pérdida de puestos de trabajo.
A la crisis económica local se suma un fenómeno de alcance global que está relacionado con el cambio en los hábitos de consumo de bebidas alcohólicas. En numerosos mercados del mundo, especialmente entre los consumidores más jóvenes, se observa una tendencia sostenida hacia una menor ingesta de alcohol, el crecimiento de bebidas sin alcohol o de bajo contenido alcohólico, y una mayor preferencia por otras categorías, como la cerveza artesanal, los destilados premium o las bebidas funcionales.
Esta transformación cultural impacta de lleno en el vino, que pierde participación relativa en la mesa cotidiana. En la Argentina, este proceso se combina con la caída del poder adquisitivo y profundiza la contracción del consumo interno, dejando a muchas bodegas con un mercado más chico, más competitivo y con menores márgenes para sostener estructuras de costos pensadas para otros niveles de demanda.
Empleo en riesgo y futuro incierto
Desde el gremio vitivinícola advirtieron que los despidos en Bodega del Desierto podrían no ser un hecho aislado si no se produce una recomposición del mercado. "El sector viene muy golpeado desde hace tiempo y eso ahora empieza a impactar de lleno en el empleo", es la lectura que se repite entre los referentes sindicales.
Mientras tanto, los trabajadores despedidos quedaron a la espera de una definición sobre sus indemnizaciones y del avance de las acciones legales. En paralelo, el caso volvió a instalar en la agenda un debate de fondo: hasta qué punto la vitivinicultura argentina podrá sostener sus niveles de producción y empleo si no se revierte la caída del consumo y no se corrigen los fuertes desajustes de costos.
Lo ocurrido en una pequeña bodega de La Pampa y el concurso de una de las firmas más emblemáticas del país parecen, así, dos caras de una misma crisis.