"El Cabernet Sauvignon argentino no tiene techo": Alberto Arizu (h) y los vinos de Luigi Bosca, en la élite mundial
Con más de un siglo de historia vitivinícola y más de seis décadas de trabajo específico con el Cabernet Sauvignon, Luigi Bosca consolida una trayectoria que explica por qué hoy la bodega es capaz de presentar vinos capaces de competir en la élite global. El lanzamiento de LEON, su nuevo Cabernet Sauvignon de alta gama, no es un gesto aislado ni un resultado azaroso: es el resultado de un recorrido consistente y profundamente ligado a la identidad de la familia Arizu y al desarrollo del vino argentino.
De hecho, el Cabernet Sauvignon ocupa un lugar central en la historia de la bodega. Alberto Arizu (h), cuarta generación de la familia, remarca que se trata de "una de las variedades más emblemáticas para Luigi Bosca, cultivada históricamente en nuestras fincas de Maipú y Luján de Cuyo", y subraya que "con más de 60 años de exploración logramos construir un vínculo profundo con esta cepa, impulsando su desarrollo e innovación a lo largo de generaciones". Ese camino, explica, estuvo siempre guiado por "nuestro espíritu pionero" y por la búsqueda de "un estilo propio que refleje nuestra trayectoria y nos permita posicionarnos entre los grandes referentes del varietal a nivel mundial".
Ese vínculo tiene un origen preciso. Arizu recuerda que "fue mi bisabuelo, Leoncio Arizu, fundador de la bodega, quien a comienzos del siglo XX plantó sus primeras parcelas de Cabernet Sauvignon en Mendoza y apostó por esta cepa desafiante, mucho antes de que fuera tendencia". Lo hizo, señala, "convencido de que esa uva noble y de ciclo largo podía encontrar en Mendoza una gran expresión", una decisión que "marcó el inicio de una relación silenciosa pero profunda con el Cabernet".
Para Arizu (h), este estatus del Cabernet Sauvignon en el mundo no es casual. Define a la variedad como "una uva aristocrática desde sus inicios" y explica que por eso "es el componente central de muchos de los vinos más famosos y exclusivos del mundo". Esa distinción, detalla, responde a "su carácter, su personalidad y su poder de envejecimiento". En términos sensoriales, describe que "en general son vinos de buen volumen y taninos marcados y finos", con "una exquisita personalidad que mezcla frutos negros y aromas de yerbas, que le otorgan sus piracinas y le dan cierta profundidad". Además, destaca que se trata de vinos "de buena complejidad, que se logra durante su crianza y con un buen paso del tiempo".
LEON, un Cabernet Sauvignon de clase mundial
Esa visión se traduce hoy en dos etiquetas que sintetizan la mirada de Luigi Bosca sobre el Cabernet Sauvignon: De Sangre y LEON. Arizu explica que "el Cabernet Sauvignon siempre ocupó un lugar central en nuestra historia", y que mientras "LEON representa nuestro homenaje más profundo a nuestro origen", De Sangre "expresa el espíritu de compartir con los que más queremos". En ambos casos, afirma, el objetivo fue "reflejar no solo la excelencia del terroir mendocino, sino también la pasión de una familia que hace más de 120 años eligió crecer junto al vino argentino, y desde hace más de 60 con el Cabernet Sauvignon".
El lanzamiento de LEON tiene, además, una carga personal y simbólica particular. Arizu señala que "este vino es muy especial para mí, porque me remonta a los orígenes de nuestra bodega y a la visión que tuvo mi familia para escribir parte de la historia de la vitivinicultura argentina". Lejos de ser un gesto nostálgico, aclara que "esa historia no quedó atrás, sino que nos impulsó a seguir explorando e innovando para producir un Cabernet excepcional, capaz de competir con los mejores del mundo". En ese sentido, define a LEON como un proceso acumulativo: "Cada Cabernet Sauvignon que hemos hecho en nuestra historia significó un peldaño en el camino de la creación de LEON", por lo que "es un punto de llegada después de un largo trabajo de descubrimiento de muchas décadas".
¿Qué propone este vino? LEON, el nuevo gran Cabernet Sauvignon, es un homenaje a Leoncio Arizu, primera generación de la familia, quien vio en el Cabernet Sauvignon una oportunidad para crecer en tierras mendocinas y transmitió su pasión a las generaciones siguientes. Este vino nace en viñedos de Vistalba, a 1.020 msnm en Luján de Cuyo (20%) y de Gualtallary, a 1.200 msnm en Valle de Uco (80%). Está compuesto por Cabernet Sauvignon (91%), con pequeños aportes Cabernet Franc (9%). Inspirado en las tradiciones de Burdeos, se seleccionaron micro parcelas en ambas zonas con perfiles de suelo franco limosos, con presencia de arcilla y calcáreo. A su vez, las distintas alturas y sistemas de riego le otorgan al varietal un carácter diferente. Este vino fue criado durante 12 meses en fudres y barricas de roble francés de 500 litros.
Arizu explica que "la mayor fortaleza del Cabernet Sauvignon en nuestros viñedos está en la combinación única de altura, días cálidos y noches frías, suelos aluvionales pobres con buen drenaje y un clima continental sin influencia oceánica". Ese entorno, detalla, "permite que la uva exprese su carácter de forma distinta: desarrolla estructura sin perder elegancia, con taninos finos y una gran capacidad de guarda". A eso se suma "el conocimiento profundo de cada parcela y la selección cuidadosa de microterroirs", que terminan de potenciar una identidad que "combina nobleza, precisión y excelente guarda".
El nuevo clásico de Luigi Bosca
Desde degustamos León Cabernet Sauvignon 2022 y nos encontramos con un exponente que muestra el perfil más elegante de la variedad. La fruta negra domina la paleta, acompañada por notas de hierbas y pimienta negra, una marca registrada de los Cabernet Sauvignon de la bodega. Su aromática es profunda y concentrada. En el paladar, se percibe un fluir compacto por el centro, con una hermosa textura, de la mano de taninos de grano fino y maduros, que le confieren una elegancia. En su recuerdo perdura esa fruta negra intensa. La conclusión es que estamos ante un vino que muestra muchísima precisión en la viña y en la bodega y que tiene todo para consolidarse como un nuevo clásico.
Desde el punto de vista organoléptico, Arizu coincide al describir a LEON como un vino que "destaca por su elegancia" y que en boca "presenta gran riqueza de sabores y aromas, es vibrante y de textura suave y algo fluida, con taninos finos y un final largo y frutal". En nariz, subraya que tiene "aromas intensos y puros que recuerdan a la fruta negra", combinados con "notas especiadas y herbales como hojas de romero fresco". Esa combinación es clave para él: "esa elegancia y persistencia en el paladar, con un agarre firme o grip y su destacado perfil de frutos negros con un leve toque piracínico, es lo que más me gusta".
Nada de este resultado sería posible sin un trabajo sostenido de investigación y desarrollo. Arizu subraya que el Cabernet Sauvignon de Luigi Bosca "es el resultado de más de un siglo de trabajo vitivinícola y más de seis décadas de exploración específica de la variedad en Mendoza", y recuerda que "nuestros primeros vinos varietales de Cabernet Sauvignon provienen de la década del 70". Ese recorrido, afirma, se construyó a partir de "un camino de aprendizaje y observación paciente, sumado al trabajo de nuestro equipo y a la colaboración de referentes internacionales", una combinación que "nos permitió llegar a un vino como LEON".
La respuesta del mercado acompañó ese esfuerzo. Según Arizu, LEON "tuvo una gran aceptación y excelente crítica", y permitió comprobar que "está a la altura de los mejores Cabernet de Napa Valley, Burdeos y Toscana". Sin embargo, aclara que "lo que más nos llena de orgullo es poder mostrar un vino de este calibre, de esta variedad que es la más importante del mundo, representando nuestros valores, nuestro conocimiento y el nombre de Mendoza".
Consultado sobre el lugar del Cabernet Sauvignon argentino en la actualidad, Arizu es contundente: "sin dudas, LEON es un gran Cabernet Sauvignon que hoy pertenece al panteón de los grandes Cabernet". Y cuando proyecta el futuro, vuelve a poner el foco en el potencial de la cepa. La define como "la reina de todas las uvas tintas", y explica que "logró adaptarse con mayor facilidad a más terruños en el mundo, lo que la hace muy relevante". En esa línea, afirma que "LEON es una muestra cabal del potencial que hemos descubierto".
La mirada hacia adelante es claramente optimista. Para Arizu, "el futuro del Cabernet en Argentina es muy prometedor": los viñedos de altura, el mayor conocimiento de los suelos y el trabajo de precisión permitirán "seguir sorprendiendo".
En los próximos años, anticipa, "veremos más diversidad de estilos y más vinos de alta gama". Y concluye con una definición que resume la filosofía de la bodega: "No creo que tenga un techo; mientras sigamos investigando y apostando por la calidad, el Cabernet argentino no dejará de crecer".