iProfesionaliProfesional

De un asilo de ancianos a polo gastronómico: la sorprendente historia del Buenos Aires Design

El predio donde se erige el centro comercial diseñado por Clorindo Testa pasó por distintas etapas desde la época de la colonia hasta la actualidad
14/11/2018 - 10:31hs
De un asilo de ancianos a polo gastronómico: la sorprendente historia del Buenos Aires Design

Hubo una chacra, un enorme parque, un monasterio de franciscanos, un asilo de ancianos, un polo gastronómico y un shopping que ahora se despide y deja en incertidumbre a locatarios, trabajadores y vecinos.

El predio donde funciona el Buenos Aires Design pasó por varias etapas que acompañaron el pulso de los altibajos de la ciudad de Buenos Aires y su historia.

Vecino de la Plaza Alvear -popularmente conocida como Plaza Francia- el Cementerio de la Recoleta, el Centro Cultural Recoleta y la avenida Pueyrredón, el lugar tiene una trayectoria que se remonta a los tiempos de la colonia.

Esas grandes parcelas de tierra ubicadas en la zona más codiciada de la ciudad de Buenos Aires eran parte de la llamada Quinta o Chacra de los Ombúes, que era propiedad de Rodrigo Ortiz de Zárate, uno de los primeros vecinos de Buenos Aires que recibió aquellas tierras de manos del propio fundador de la ciudad, Juan de Garay, en 1853.

Con el correr de los años, la chacra fue pasando de manos hasta que a comienzos del siglo XVIII, un matrimonio donó un lote a los frailes Recoletos descalzos de la Congregación Franciscana. De esa congregación viene el nombre del barrio y fue justamente allí que los religiosos construyeron un monasterio y la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar, inaugurados en 1732.

En 1822 el monasterio paso a manos públicas y sirvió, sucesivamente como hospital de sangre, escuela de agricultura, cuartel, hotel de inmigrantes y alojamiento de indígenas.

En 1856 se estableció allí el Asilo de Mendigos, que luego se llamo General Viamonte, y llegó a albergar a unos 800 abuelos.

Durante la última dictadura militar, las autoridades de la ciudad comenzaron a evaluar la posibilidad de darle otro uso al edificio, sin dudas parte del patrimonio histórico de la ciudad. El intendente de facto Osvaldo Cacciatore impulsó un ambicioso plan para convertir al asilo en un centro cultural que unificaría a distintos museos porteños.

 

Las personas que todavía entonces seguían viviendo en el asilo fueron trasladadas y las obras, a cargo de célebres artistas plásticos con Clorindo Testa al frente, comenzaron a toda velocidad.

"Contábamos con una base física de extraordinario valor, no común en la ciudad de Buenos Aires. Un amontonamiento de edificios producido a lo largo del tiempo. Es como un poblado con un gran eje central, una calle abierta de unos ocho o diez metros de ancho por más de doscientos de largo que cumplen la función de vincular todos aquellos edificios", recordó años más tarde Testa.

"La idea fue respetar todo el exterior agregándole perceptiblemente algunos elementos para seguir la línea evolutiva del edificio. La base arquitectónica era muy favorable para que todo esto se convierta en un verdadero paseo, y no tanto por nuestras intervenciones sino porque naturalmente es así, como si se hubiera dado solo. Los distintos museos deben intercomunicarse para que puedan recorrerse sin interrupción y que el visitante se sienta invitado a hacerlo", explicó en ese entonces.

 

Finalmente y aunque algo alejado del plan original, el Centro Cultural Recoleta abrió sus puertas en 1980, mientras que el centro comercial dedicado al diseño recién se inauguró en 1993, originalmente como parte de un emprendimiento llamado "Terrazas del Pilar".

Para entonces, el barrio estaba convertido en un polo gastronómico de relevancia en la ciudad y el shopping sirvió para potenciar la zona.

Dos años después se sumaría un espacio que estaba en sintonía con los años '90: en 1995 abrió sus puertas la versión local de la franquicia internacional Hard Rock Café.

 

El lugar siguió en auge hasta que la crisis de 2001 azotó al país. Varios locales de decoración del Buenos Aires Design comenzaron a vaciarse y lo mismo ocurrió con los restaurantes de la enorme terraza de tres mil metros que sobresale con su vista a la plaza que rodea al predio.

Con los años el centro comercial propiedad de IRSA volvió a resurgir y nuevamente la gastronomía volvió a ganar terreno.

Hasta que en las últimas horas se conoció la noticia de su desalojo después de 25 años de esplendor y la incertidumbre sobre el futuro de uno de los lugares emblemáticos de Recoleta crece.