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La palabra de "moda": qué es "procrastinar" y cómo saber si soy un procrastinador

Procrastinar es un término que se usa cada vez más pero que muchos no saben qué significa. Aquí la definición, sus causas y sus consecuencias
ACTUALIDAD - 16 de Julio, 2020

Procrastinar es una acción que gana terreno en la vida de mucha gente, al tiempo que se usa cada vez más esta rara palabra, aunque la realidad es que no todos saben qué significa.

La palabra procrastinar proviene del latín cras que significa mañana o adelante. Para ser más específicos, se dice que procrastinar es posponer o aplazar tareas, deberes y responsabilidades, por otras actividades que nos resultan más gratificantes pero que son irrelevantes. Sinónimos de procrastinar son diferir, aplazar, postergar o posponer.

Procrastinar muchas veces se ve como una mala costumbre de dejar todo para después, es que, justamente, procrastinar es el hábito de aplazar las cosas para el día siguiente.

Sin embargo, muchos se preguntan por qué se generan esas actitudes que terminan en procrastinar, y lo cierto es que esto puede aparecer ante la duda o miedo a equivocarse ante las diversas elecciones que hay que hacer.

Aquí un repaso por todo lo que rodea a esta acción, como afecta a las personas y cómo puede evitarse.

Procrastinar: sus causas 

A pesar de no ser siempre conscientes, procrastinar afecta negativamente a la productividad. Y a largo plazo incide negativamente en la autoestima.

"La no realización de las tareas pendientes hace que nos enojemos con nosotros mismos, y que nuestro autoconcepto (la imagen que tenemos de nosotros mismos) sea negativa ("qué vago/a soy, ni siquiera soy capaz de…")", explican los expertos.

Procrastinar hace que cualquier cosa distraiga del objetivo.

En un primer momento, lo que se puede sentir al posponer la actividad puede ser alivio, al reducirse la ansiedad de tener que llevarla a cabo. Pero pasado un periodo de tiempo, incluso habiéndola vuelto a posponer, la emoción que aparece es la culpa: "no tenía que haberlo dejado tanto", "ahora me siento mal", etc. Y también las sensaciones de incapacidad y poca responsabilidad.

Pero al hablar de procrastinar la gran pregunta es: ¿Por qué ocurre este fenómeno de procrastinar?

Existen varias causas:

  • Procrastinar por falta de disciplina: dificultades en el manejo del tiempo y la planificación de tareas.
  • Procrastinar por problemas con la tarea: Sucede cuando no creemos que es importante llevarla a cabo, o no nos motiva.
  • Procrastinar por miedo al fracaso el miedo a equivocarse o fallar genera ansiedad. Malestar que se evita al no iniciar la tarea.
  • Procrastinar por miedo al éxito: sucede en las personas que al tener una baja autoestima, no se consideran merecedores de dicho éxito.
  • Procrastinar por exceso de optimismo: al organizar la realización de la tarea, se da tendencia a creer que la resolveremos con menor esfuerzo y empleando menor tiempo del necesario ("en diez minutos, ya lo hago, no hace falta que empiece desde ahora…").

Procrastinar: ¿es hereditario?

Otra de las preguntas es por qué una persona tiene más tendencia a procrastinar que otra, entonces la duda es: ¿Existe el gen procrastinador? ¿Se hereda de padres a hijos la máxima "esto lo dejo para luego"? ¿Es el ADN un factor a tener en cuenta para posibles y futuras disculpas ("no lo tengo hecho aún, mi ADN me lo impide)?

Un estudio de la Universidad de Colorado ha concluido, tras analizar el comportamiento de más de 300 pares de gemelos para averiguar sobre procrastinar, es que cuanto más idénticos eran los sujetos (gemelos monocigóticos), más similitud mostraban en su comportamiento, también en su tendencia a la procrastinación. Lo que significa que el factor genético es determinante en este tipo de conductas.

La moda de procrastinar 

Más allá de si se hereda o se va generando con el tiempo, procrastinar está de moda. O al menos el uso de un término que por sonoridad o novedad parece estar en boga.

Según las estadísticas de la web de la Real Academia Española, el término "procrastinar" ha recibido 97.677 consultas en España desde que hace 20 años apareciera por primera vez este vocablo, que usó el doctor Neil Fiore en Estados Unidos, en su obra The Now Habit, un libro considerado el manual de referencia para combatir la procrastinación.

Procrastinar hace que las tareas pendientes sean cada vez más.

Pero ¿Qué pasó para que en los últimos años "hacer el vago" haya terminado por convertirse en "ser un procrastinador"?

Dicen los expertos que ambas expresiones ni siquiera son sinónimas, que hacer el vago es cuestión de pura pereza ("no voy hacer nada porque el sofá me atrae con sus ondas magnéticas") y el que ejerce el arte de procrastinar aplaza las tareas más tediosas y las sustituye por otras más agradables ("¿toca hacer informe? Mejor empiezo por actualizar mi perfil en Facebook").

Por qué se puede procrastinar

Una persona puede tener varias motivaciones que lo inciten a perder el enfoque, y estos siempre serán elementos interno, relacionados con la personalidad o la voluntad.

Entre ellos se destacan:

Es muy perfeccionista: Piers Steel, investigador de la Universidad de Calgary, desarrolló una fórmula teórica de la motivación, la cual explica la influencia del perfeccionismo en la procrastinación.

U = EV / ID: U es Utilidad de la tarea una vez realizada y su valor es igual al producto de las expectativas por el valor que se le concede (EV), dividido por el producto de la inmediatez (I) y la sensibilidad de cada persona para los retrasos (D).

En otras palabras, lo que esto manifiesta es que las tareas que deseamos llevar a cabo y que son de mayor importancia para nosotros, son en las que más demoramos. Por lo que, más que pereza, el elemento más abundante entre los motivos de la procrastinación, es un exceso de perfeccionismo.

Una de las estrategias que funcionan bastante bien, para combatir el perfeccionismo es establecer límites de tiempo. Crear el compromiso en la mente de que el valor del trabajo está en entregarlo a tiempo, y si esto no ocurre, su valor disminuye, por más esfuerzos adicionales (esas mejoras que tardan horas) que se hayan agregado.

Falta de disciplina: El tener que hacer cosas que no nos inspiran es parte del diario vivir de todo ser humano que se encuentre en faz de la tierra, por tanto, el querer huir de las cosas que no te agradan hasta el punto de postergar su realización hasta tiempos extremos, es una muestra clara de inmadurez de voluntad y administración del tiempo.

Si tu desmotivación es que no te gusta ese tipo de labores, puedes estudiar las posibilidades de automatizarlas, delegarlas o intercambiarlas con algún compañero de trabajo. Y si tu nombre y rol están encadenado a esta función… ¨coja su cruz y sígale¨

Tener miedo: Si no te sientes capaz de realizar una tarea de forma correcta, entonces, pide ayuda, consejo, marca un tiempo para informarte acerca de ésta y edúcate en el tema.

Tener un bloqueo o necesitar impulso: Al cerebro muchas veces le cuesta ¨arrancar¨. Si el objetivo te abruma, porque es muy amplio y te cuesta encontrar el momento para empezar, tu solución es dividir tu responsabilidad en pequeñas tareas.

Terminar de procrastinar

A pesar de que procrastinar puede estar condicionado por el entorno, siempre se está a tiempo para desarrollar mejores hábitos y ser más productivos. Hay sencillas claves para dejar de procrastinar:

1. Conocerse a sí mismo: Tomarse su tiempo en el día para escribir qué lo motiva a realizar acciones específicas, ayudará a tener consciencia de por qué se hace lo que se hace, y esto puede ayudar a descubrir en profundidad por qué la personas tiene que procrastinar en ciertas labores y en otras no.

2. Aprender a decir no: Querer quedar bien con todos le hará quedar mal con muchos y con uno mismo. La próxima vez que le pidan un ¨favor¨ y este pueda interrumpir la labor, pensar si este ayudará de un modo u otro a alcanzar los objetivos a largo plazo.

3. Administrar la energía, no el tiempo: Las probabilidades de procrastinar cuando una persona está agotada o de mal humor, aumentan considerablemente. Por eso, hay que enfocarse en trabajar en los mejores momentos, y para tener muchos mejores momentos, hay que descansar lo suficiente, alimentarse bien y ejercitar.

4. Recordar el objetivo con frecuencia: Aprovechar la creatividad, y mantenerse al tanto de los objetivos a largo plazo. Poner recordatorios en el ambiente, así, cuando hay que realizar tareas que no sean muy motivadoras, se recordará el verdadero fin.

Con objetivos, se puede lograr dejar de ser un procrastinador.

5. Organizar las tareas y hacer primero las que menos agraden: Es importante mirarlo de esta forma. 

6. Fijarse plazos: Asignar a las tareas un periodo de tiempo en que deben ser realizadas y entregadas. Esto aumentará el sentido de compromiso.

7. Tomarse un descanso cada 45 minutos: Si los plazos de trabajo de las tareas abarcan 45 minutos, después de este plazo, hay que tomarse un descanso de 5 a 10 minutos. Salir a caminar, refrescarse. Es importante que durante ese tiempo de descanso se cambie el ambiente y no pensar en nada relacionado a la labor previa o siguiente.

8. Controlar la actitud perfeccionista: "Es mejor terminado que perfecto". El perfeccionismo es una tentación cuando se quieren obtener resultados envidiables, pero esos detalles pueden consumir el tiempo. Hay que mantenerse en el balance, entre lo bien hecho y el plazo fijado para entrega.

9. Utilizar la automotivación: Después de culminar "esas tareas tan abrumadoras", es importante darse un premio. La automotivación juega un papel muy importante, tanto en la autoestima como en el deseo de superación personal.

10. Empezar: Lo más importante es dar el primer paso, sin este, no existen los demás.

Pasos para no procrastinar

Además de cada uno de estos ítems, existen una serie de pasos que pueden ayudar a no seguir posponiendo ciertas tareas y por tanto a evitar el desgaste de la autoestima:

  • En el caso de que la motivación no sea interna, es decir, que no se crea relevante o importante realizarla, hay que prometer un refuerzo positivo una vez que se haya completado. Ejemplo: un descanso, una actividad de ocio, etc.
  • La regla de los 5 minutos: empezar obligándose a realizarla durante al menos 5 minutos. De esta manera es probable que se rompa el hielo y se mantenga en su realización pasados los mismos.
  • Comprometerse con alguien en su realización. El compromiso empuja a la realización.
  • Redefinir la forma en que se plantea la tarea. Reformular los enunciados: tengo que, debo, estoy obligado a… son enunciados que provocan rechazo. Es mejor utilizar frases tipo: "hoy haré", "estaría bien que hoy haga",…
  • Visualizarse realizando la tarea. El problema no es finalizar, sino iniciar la tarea.
  • Dividir en pequeñas etapas las tareas. Esta división, permite que se puedan ir premiando en la consecución de las mismas, y la motivación para seguir se mantenga, o incluso aumente.
  • Reforzar el esfuerzo al iniciar la tarea. Los pequeños avances, y no sólo la consecución del objetivo final. Este objetivo a veces se pospone mucho a nivel temporal, y por tanto acaba desmotivando a las personas.
  • Enfocar las emociones a largo plazo y no en en cómo se siente por no hacer algo. Poner los pensamientos en cómo se sentirá al terminar lo que hace.

¿Cómo se siente cuándo se ha liberado de las cosas que posponía y estaban pendientes?

En general, las emociones que se originan son opuestas a cuando las tareas se posponen. Es decir, se llega a sentirno satisfechos con uno mismo, contentos con la actuación, capaces, etc. Estas emociones inciden de manera positiva en el autoconcepto ayudando a tener una autoestima más sana.

Procrastinar no es una característica irreversible, es un hábito que se va también adquiriendo sin conocer las consecuencias negativas en la manera de verse.

Procrastinar y los refranes

Muchos expertos definen esta palabra con refranes, que hay muchos y vale repasarlos.

Un clásico es: "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Es un dicho popular convertido en lección de vida para las generaciones anteriores, de abuelos, o más atrás. Sin embargo, ellos no procrastinaban.

El ganador del Nobel George Akerlof, realizó un ensayo sobre la dinámica de la procrastinación en el que concluye que la procrastinación es un impulso natural en los seres humanos. De hecho, se calcula que el porcentaje de personas que admitieron procrastinar se cuadruplicó entre 1978 y 2002.

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