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¿Qué es la resiliencia y cómo ser una persona resiliente?

Es un término que se escucha cada vez con más frecuencia, tanto en el ámbito personal como laboral. En qué consiste y para qué sirve
14/12/2020 - 11:16hs
¿Qué es la resiliencia y cómo ser una persona resiliente?

La palabra resiliencia ha tomado protagonismo en las diferentes culturas y es una capacidad cada vez más valorada en las personas.

Para comprender qué es la resiliencia sirve arrancar por su definición. La misma proviene del término latín resilio, "volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar".

El término se adaptó al uso en psicología y otras ciencias sociales para referirse a las personas que a pesar de sufrir situaciones estresantes no son afectadas psicológicamente por ellas. También se dice que la resiliencia o entereza es la capacidad para adaptarse con resultados positivos frente a situaciones adversas.

Sin embargo, el concepto ha experimentado cambios importantes desde la década de los sesenta. En un principio se interpretó como una condición innata luego se enfocó en los factores no solo individuales, sino también familiares y comunitarios y actualmente en los culturales.

Los investigadores del siglo XXI entienden la resiliencia como un proceso comunitario y cultural, que responde a tres modelos que la explican: un modelo "compensatorio", otro de "protección" y por último uno de "desafío".

Asimismo, la resiliencia es la capacidad de tener éxito de modo aceptable para la sociedad a pesar de un estrés o de una adversidad que implica normalmente un grave riesgo de resultados negativos.

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Resiliencia, una capacidad cada vez más valorada.

También se define como un proceso de competitividad donde la persona debe adaptarse positivamente a las situaciones adversas.

Desde la Neurociencia se considera que las personas con más resiliencia tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar retos.

Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de estrés, como por ejemplo ante la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso psíquico o físico, a prolongadas enfermedades temporales, al abandono afectivo, al fracaso, a las catástrofes naturales y a las pobrezas extremas.

Fases de la resiliencia

Teniendo en cuenta todas sus definicines, se puede decir que la resiliencia es "un proceso dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en un contexto de gran adversidad". Cada uno de los términos que integran este concepto indican lo siguientes:

  • Adversidad: hace referencia a que el individuo logre una adaptación positiva a pesar de estar o haber pasado por una situación de adversidad (vivir en la pobreza).
  • Adaptación positiva: hace referencia a que el individuo llega alcanzar expectativas sociales asociadas a una etapa de desarrollo y cuando en esta etapa no ha tenido signos de desajustes.
  • Proceso dinámico: Hace referencia a la interacción dinámica entre múltiples factores de riesgo y factores resilientes, los cuales pueden ser familiares, bioquímicos, fisiológicos, cognitivos, afectivos, biográficos, socioeconómicos, sociales y/o culturales.
  • Procesos de resiliencia: Gracias a la experiencia y aprendizaje de las personas hemos podido ver y experimentar el cambio de la palabra resiliencia a procesos resilientes. Esto es debido a que no es considerada como capacidad sino como proceso que engloba multitud de factores. Cuando una persona está pasando por una situación extrema o delicada influye familia, entorno, situación económica, amistades y, como no, la misma persona. Es por esto que nunca hablamos de la capacidad de una persona sino de una consecución de sucesos en el cual intervienen varias personas y elementos para conseguir salir reforzado de esa situación y, por lo tanto, aprender de ello. Esa persona ha llevado a cabo un proceso resiliente.

La resiliencia es un término que se construyó para definir o caracterizar a personas que a pesar de haber tenido o vivir experiencias negativas en la vida, han logrado sobreponerse e incluso sobresalir de su condición creándose y desarrollándose en un ambiente positivo, contrario al propósito que se podía pensar hubieran tenido ante la situación adversa. 

Resiliencia: características de las personas

El interés sobre la resiliencia en el campo de la Psicología se debe a diversos estudios de corte longitudinal, que a lo largo de varias décadas ha demostrado que algunos niños y jóvenes que se han enfrentado a circunstancias extremas o traumáticas, no desarrollan problemas mentales, drogadicción o conductas criminales cuando llegan a ser adultos. Para que eso sucede aparecen las siguientes características:

  • Identifican la situación: se genera una expectativa de que toda persona optimista pueda superar las dificultades. El optimismo sistemático sólo conduce a continuos choques de situación.
  • Aciertan sentido: Las personas con mayor capacidad de resiliencia deben contar con una misión, visión y valor, esta última con sentido común para ofrecer maneras de interpretar y encauzar los acontecimientos.
  • Organizan con estrategias: saber hacer el máximo con lo que se tiene a mano. Ver posibilidades donde los demás sólo ven confusión. Ahora bien, la improvisación más efectiva es la que se elabora sobre la base de unas normas y unas rutinas sólidamente fijadas.

Resiliencia: cómo lograrla 

La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un "buen carácter". La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida.

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La resiliencia ayuda a sobrevivir en las peores situaciones.

Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.

De hecho, las personas con más resiliencia no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentarse a los diferentes retos de la vida.

Las personas con más resiliencia practican estos 12 hábitos:

1. Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.

2. Son creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.

3. Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas con más resiliencia confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.

4. Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas con un alto nivel de resiliencia son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto.

5. Practican el mindfulness o conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas con más resiliencia tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.

6. Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas con más resiliencia son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas.

Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.

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Las personas con más resiliencia son más objetivas.

7. Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.

8. No intentan controlar las situaciones, sino sus emociones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas con capacidad de resiliencia saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control. Se centran en cambiar sus emociones, cuando no pueden cambiar la realidad.

9. Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas con más resiliencia tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.

10. Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que las personas con más resiliencia sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.

11. Afrontan la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas con más resiliencia es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.

12. Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas con más capacidad de resiliencia pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar la ayuda de un buen psicólogo cuando lo necesitan.

La resiliencia en los niños

Si queremos que nuestros hijos afronten las dificultades de la vida con fortaleza es importante construir un apego seguro y educarles en la capacidad de ser resilientes, para ello es fundamental nuestro ejemplo, no sobreprotegerles y sobre todo creer en ellos.

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Es importante ayudar a los niños a desarrollar la resiliencia para evitar la frustración.

No se trata de evitar que se caigan, sino de enseñarles a levantarse, y para ello tenemos que confiar en que ellos pueden. Por supuesto, tampoco se trata de exponerles a peligros o ambientes agresivos "para que se hagan más fuertes", afortunadamente no estamos en Esparta. Aportar seguridad y protección es necesario.

Algo importante que podemos preguntarles a los niños cuando tienen un contratiempo si queremos que aprendan a desarrollar la resiliencia es ¿qué puedes aprender de esto? o ¿qué puedes sacar bueno de esto que ha ocurrido?

Enseñar a los niños a relativizar y a ver los errores y los contratiempos como una oportunidad para aprender y mejorar les guiará por el camino de la resiliencia, pero no desde la negación de sus emociones, sino desde empatía hacia lo que sienten y su mundo emocional, transmitiéndoles nuestra confianza en que ellos pueden afrontar la adversidad y superarla.

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