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Polémica: sin el régimen SAS, ¿existiría la empresa que desarrolló el test rápido del coronavirus?

La empresa argentina que desarrolló el kit para la detección rápida de coronavirus es una SAS, la figura contra la que embiste la IGJ
ECONOMÍA - 07 de Junio, 2020

Este lunes, Neokit, la empresa argentina que desarrolló el test rápido de diagnóstico molecular para detectar el coronavirus, entregará al Gobierno la primera partida de esta creación presentada hace algo menos de 20 días a nivel oficial. Neokit es una Sociedad de Acciones Simplificadas (SAS), la figura contra la que va la Inspección General de Justicia (IGJ) de Ricardo Nissen por considerar que son "sociedades para el fraude".

Desde que se aprobó en 2017 la Ley de Apoyo al Capital Emprendedor (LACE) y la creación de la figura de las SAS, recomendada por la OEA y otros organismos internacionales para dinamizar el capital emprendedor y la creación de empleo, se conformaron más de 27.000 SAS en la Argentina. Eso se tradujo, a su vez, en más de 47.000 puestos de trabajo.

Cuando, hace algo más de 45 días, se dispuso que todas estas compañías se reinscribieran en papel, en tiempos en que ya estaba declarado el aislamiento social preventivo y obligatorio en el país, la Asociación de Emprendedores de la Argentina (ASEA) no sólo alertó sobre el impacto negativo que traería esta determinación sobre el sector sino que, además, presentó un amparo por considerar anticonstitucionales siete medidas tomadas por la IGJ en los primeros meses de este 2020.

Este lunes Neokit entregará al ministerio de Salud el primer lote de los kits de detección rápida de coronavirus.

Neokit se conformó en 2018 con un capital de $19.000 a partir de un consorcio público-privado (CAPP) entre el CONICET y el laboratorio Pablo Cassará SRL. En esta semana que se inicia se "entregará el primer lote al ministerio", dijeron fuentes de la empresa a iProfesional.

El desarrollo del kit de detección rápido de coronavirus fue obra del equipo de investigadores integrado por Adrián Vojnov, Carolina Carrillo, Santiago Werbajh, Luciana Larocca y Fabiana Stolowicz. Cuando se finalizaron los procesos de prueba el Gobierno argentino, con el presidente Alberto Fernández a la cabeza, anunció con enorme alegría que un grupo de científicos argentinos había logrado este desarrollo.

Es decir, que los principales socios de esta SAS son el CONICET, el más prestigioso centro de investigaciones científicas de la Argentina y de la región, además del laboratorio Pablo Cassará, una empresa familiar de capitales nacionales.

Más que base tecnológica

El esquema de las SAS, desde que se aprobó la llamada ley de emprendedores, no sólo alentó la conformación de empresas de base tecnológica, como el caso de Neokit, sino también emprendimientos comerciales más simples, como la apertura de una pizzería o de una gomería. Si hay una o dos personas que pueden reunir sus ahorros para encarar un negocio la SAS le permiten conformarla y en una semana comenzar a facturar, cosa que no sucede con otras figuras societarias existentes, tales como la Sociedad Anónima (SA) o la Sociedad de Responsabilidad Limitada (SRL). Figuras no sólo más burocratizadas sino también más costosas en términos económicos.

De modo que las medidas tomadas por la IGJ para que, dentro de 45 días, ya estén reinscriptas en papel todas las SAS existentes como condición sine qua non para seguir operando, no sólo va contra la rapidez que imponen los tiempos digitales en materia de constitución societaria sino también contra las necesidades que se abrirán en la Argentina post pandemia.

El foco de estas necesidades estará, justamente, en quienes quieran incorporarse al sistema laboral de una manera ágil. Un informe de la UCA conocido este viernes aseveró que, desde que se decretó la cuarentena en la Argentina, se perdieron casi 900.000 puestos de trabajo. Esto, sin dejar de lado, que la actividad industrial en la provincia de Buenos Aires cayó un 75%, según datos del ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica del gobierno de Axel Kiciloff.

La inserción laboral de quienes quedaron afuera durante las restricciones sanitarias que se impusieron por la pandemia será el principal trabajo que, desde ahora, deberán enfrentar los gobiernos provinciales además del nacional.

"El principal problema de  la eliminación de las SAS estará cuando dos personas se junten para armar un taller y necesiten de una sociedad para tenerlo rápido y ponerse a trabajar. El impacto va a producirse más en ese nivel que en cualquier otro porque si a esas dos personas que tienen esa necesidad se les obstaculiza con burocracia la conformación de esa sociedad el resultado va a ser mayor informalidad por querer controlarlo. Porque esas personas van a terminar armando igual el taller, pero en mayor informalidad", agregó una fuente especializada en el funcionamiento del ecosistema emprendedor nacional y de la región que prefirió la reserva.

El foco en las pymes

Esta consideración tiene asidero en la realidad con datos concretos. En el año 2019 y en lo que va de este 2020 complejo la SAS fue el tipo societario más elegido por las pymes, y representa en la actualidad el 50% de las sociedades que se constituyen ante la IGJ, explicaron desde ASEA.

Los expertos consultados coincidieron en que la SAS se está prohibiendo de facto porque las burocratiza. Al impedir su uso las alternativas serán ir a una SRL o a una SA y, de este modo, quedarán nulas las sociedades unipersonales. El 40% de las SAS son unipersonales de modo que si esta figura queda en desuso por alguna razón también terminarán desapareciendo estas conformaciones que, tal como se dijo más arriba, en vez de quedar registradas terminarán operando en mayor informalidad.

Uno de los argumentos en contra de la SAS es que son instrumentos creados para lavar activos. O, tal como lo describió el propio Ricardo Nissen, titular de la IGJ, "representan el monumento a la opacidad e implican directamente el traslado del riesgo al tercero, ya sea a un cliente, un proveedor o un peatón chocado por una camioneta que es propiedad de la empresa. Es una sociedad constituida para el fraude", tal como aseguró en una entrevista en febrero pasado con el diario Página 12.

La SAS facilitan también la creación de negocios o comercios a partir de la iniciativa de una o más personas.

Al ser consultado sobre este punto, Alejandro Ramírez, responsable de políticas públicas de ASEA señaló que "hay muy pocos casos en relación con lo que sucede con las SA o las SRL. Es tragicómico que digan que es para el lavado de activos. Están exigiendo volver al papel cuando sería más útil imponer libros digitales que suprimirlos. Es una figura que recomiendan la ONU, la OEA, el Banco Mundial. Cuesta creer que estos organismos reconozcan figuras para cometer fraude".

Por eso es también válido mostrar no sólo los casos de SAS "buenas" como el de Neokit sino también el impacto que genera en la creación de trabajo, de futuro trabajo tal como lo exigen hoy las necesidades que se profundizaron con el surgimiento del coronavirus.

Daravi es una Sociedad de Acciones Simplificadas creada para fabricar productos a partir de descartes para dar trabajo, tal como informan en su web institucional. Actualmente, está produciendo kits sanitarios para los médicos que están en la línea de batalla contra el covid-19 sin olvidar la otra pata fundamental del proyecto que es emplear a mujeres jefas de hogar en estas tareas.

"Un ensayo para mí" es el nombre de otra SAS creada por la médica Georgina Sposetti. Se trata de un market place de ensayos clínicos, orientado a aquellos pacientes que, por estar transitando una enfermedad puedan evaluar con autonomía e información segura la posibilidad de participar de un ensayo clínico.

¿Qué impacto tendrá la desaparición de las SAS si se continúa avanzando con las modificaciones a la ley, tal como se impulsa desde el Congreso, o si se siguen poniendo obstáculos tal como interpretan entre los emprendedores?

"Si esto se mira desde el ecosistema emprendedor, de base tecnológica, de desarrollo de conocimiento, lo que va a suceder es que cuando se conformen proyectos que, de entrada, tienen que tener escala global, en vez de constituirlos en la Argentina los van a registrar en Chile, en Uruguay, en Colombia, en Ecuador, y sin necesidad de tener que viajar porque lo harán desde acá. Y los fondos que capten esos proyectos también se van a colocar afuera. Es decir, dificultan nuevos emprendimientos de este tipo que van a terminar yéndose al extranjero", detalló a iProfesional, Fernando Pérez Hualde, profesor de derecho de la Universidad Nacional de Cuyo.

De modo que, sea porque se conformen emprendimientos científicos, de base tecnológica, altamente considerados por el gobierno de Alberto Fernández, o sea porque dos personas quieren formar un negocio -una pizzería, una regalería, un estudio de diseño- y empezar a operar rápidamente, las SAS ayudan a que el proceso sea rápido y el proyecto en marcha comience a dar frutos rápidamente. Y si no va bien, también se hace más fácil la venta o el cierre de esa sociedad.

"Hoy las sociedades se compran y venden y mueren más rápido como nunca antes en la historia. Entonces hacer procedimientos digitales facilita las cosas", indicaron desde el estudio Barrero & Larroude. Y no importa a qué rubro se dedique la sociedad. Lo que importa es que puedan tener el instrumento rápidamente para producir y trabajar.

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