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La fiebre por los dólares no se detiene: ¿cuánta fuga está dispuesta a aceptar el Gobierno?

Pese al alivio por la deuda, la presión por las divisas sigue en ascenso. Y pone una nota de duda sobre la continuidad del cupo de 200 dólares mensuales
09/08/2020 - 06:00hs
La fiebre por los dólares no se detiene: ¿cuánta fuga está dispuesta a aceptar el Gobierno?

Es la gran pregunta de la economía argentina en estos días: ¿cuánto nivel de fuga de capitales puede resistir el Banco Central sin tener que tomar medidas más drásticas aun que las restricciones ya adoptadas?

Porque si algo quedó en evidencia es que no importa el festejo por la consecución del acuerdo con los bonistas de la deuda ni las perspectivas de otro acuerdo con un Fondo Monetario Internacional en "modo friendly". Para el público argentino, esas señales son buenas en el sentido de que no agravan la situación, pero de ahí a pensar que puedan aplacar sus ansias dolarizadoras hay un abismo.

La prueba estuvo en la reacción de esta primera semana de agosto: los bancos afirman que en todo el año no habían recibido tal avalancha de pedidos de dólares. Y habrá que creerles: el lunes varias entidades financieras sufrieron un colapso de sus páginas web ante la cantidad de compradores online que se agolparon para adquirir su cuota mensual de u$s200.

Y esa tendencia creciente de compra de dólares lleva a una constatación que empezó a causar preocupación en el Gobierno: aun con el duro cepo cambiario y aun con los controles para evitar el accionar de "coleros virtuales", la fuga de capitales se volvió a instalar como el gran problema financiero.

En junio, último mes de medición oficial, hubo 3,3 millones de compradores, que se llevaron u$s618 millones para ahorro, y además u$s110 millones para otras operaciones, como compras online de bienes dolarizados. Y se asume que en julio fueron no menos de 4 millones.

Si se toma como parámetro de medición la recaudación del impuesto PAIS, el volumen comprado en julio excedió en 42%. Es decir, si se cumpliera esa proporción, los compradores de dólares en julio habrían superado los 4,5 millones, que habrían pasado la cifra de u$s800 millones. Y la tendencia luce ascendente.

En otras palabras, con el número de compradores acercándose a toda velocidad a los cinco millones por mes, el nivel de compras para ahorro ya empieza a instalarse en la marca de u$s1.000 millones mensuales.

Hasta ahora los números no son preocupantes, marcan que la "formación neta de activos externos" son de u$s1.300 millones en un semestre, la octava parte de lo fugado un año atrás.

De todas formas, hay que tener cautela; quien hace las cuentas mirando hacia atrás en el tiempo, obtendrá un resultado relativamente bajo, porque los primeros meses del año registraron una demanda muy liviana de divisas, lo cual baja el promedio. Pero si se hace la proyección hacia adelante, suponiendo -como todo hace suponer- que la demanda de agosto se sostenga firme durante los próximos meses, entonces hay que suponer que la "fuga" de los ahorristas puede llegar a u$s12.000 millones de aquí a un año.

Pero claro, eso es solamente por concepto de ahorro, a lo cual hay que agregar otros rubros, como lo que se gaste en operaciones de compra online y en turismo. Por efecto de la pandemia, el déficit cambiario del turismo, que en 2019 había alcanzado u$s2.150 millones, este año no significó un gran problema. De todas formas, ya hay señales de que también esa paz será de corto plazo.

Por raro que parezca, en lo que va del año también hay un pequeño rojo en esa cuenta –que seguramente se verá acrecentada a futuro por eventos promocionales como el Hot Sale-, dado que ya se acumulan u$s657 millones en el primer semestre.

La compra de dólares por parte de los ahorristas se está aproximando al nivel de u$s1.000 millones mensual
La compra de dólares por parte de los ahorristas se está aproximando al nivel de u$s1.000 millones mensual

Un goteo de potencial destructivo

¿Es mucho o es poco una fuga de u$s1.000 millones por mes? Si se tratara de un año "normal", sin restricciones cambiarias, sin pandemia que impidiera la salida de turistas, sin dificultades de Gobierno y empresas para acceder al crédito internacional, entonces podría decirse que son números relativamente modestos y hasta manejables.

En comparación histórica, impresionan más los datos de los años recientes. Sin ir más lejos, en 2019, cuando colapsó el plan económico de Mauricio Macri en el contexto de su revés electoral, la salida de capitales fue de u$s26.870 millones, y ya era un mercado que sufrió restricciones en los últimos meses.

Pero salvo esos años accidentados, el ritmo de compra de dólares que se está viendo ahora no se ubica tan lejos del promedio histórico reciente.

De hecho, Macri tuvo años como el 2016, en el cual la fuga no llegó a u$s10.000 millones. Y el promedio mensual de la gestión macrista indica que los ahorristas se llevaron u$s1.800 millones por mes.

En cuanto a la gestión de Cristina Kirchner, el promedio de su primer período de gobierno –cuando no existía el cepo cambiario- era de una salida de capitales de a u$s1.070 por mes. Hubo un año récord, el 2011, coincidentemente el de la reelección de la ex presidente con 54,11% de los votos, cuando salieron del sistema u$s21.504 millones. Pero tuvo picos como los registrados en los meses previos a la elección del 2011, cuando se superó la marca de u$s3.000 mensuales, lo cual derivó directamente en la primera versión del "cepo".

Ya en el segundo mandato de Cristina, y con vigencia del cepo e intermitentes períodos de permiso para adquirir el "dólar ahorro" –por un monto que estaba vinculado a los ingresos de cada comprador- la fuga fue menor. En total de esos cuatro años, u$s30.500 millones, lo cual da un promedio de salida de capitales por u$s635 mensuales.

Igual que ahora, no toda la fuga se explicaba por la compra de ahorristas, dado que también estaba vigente la operatoria de triangulación de bonos conocida como "contado con liqui". Pero los economistas estiman que un 90% de la fuga se explica, efectivamente, por la compra de los ahorristas.

No era un tema que la ex mandataria intentara disimular. Más bien al contrario, sobre el final de su mandato lo utilizó en sus mensajes de Twitter como un argumento para desmentir a quienes la acusaban de restringir el mercado cambiario. Y, por otra parte, se jactaba de que esa elevada demanda de billetes verdes era otro indicador del bienestar económico generado en su gobierno, dado que implicaba la capacidad de ahorro de los argentinos.

Fue uno de los momentos de mayor contradicción del "relato K", porque la justificación teórica para implementar el cepo había sido la necesidad de priorizar los dólares para que la industria nacional pudiera importar sus insumos. Sin embargo, sobre el final de su gestión, Cristina priorizó el humor social, para lo cual debió dejar impaga una deuda de u$s13.000 millones con los importadores, para preservar los pocos billetes verdes que quedaban en el Banco Central y poder vendérselos a los ahorristas.

¿Cuánto aguanta?

Volviendo a 2020, lo que queda en evidencia es que, aun cuando en comparación histórica no parezca tan grave, un nivel de compra de dólares que pronto podrá ubicarse en torno a los u$s1.000 millones mensuales luce como un problema.

Sobre todo, si se tiene en cuenta que el Banco Central tiene reservas por u$s43.000 millones, pero cuando se hacen los descuentos de dólares que no pertenecen realmente a la entidad monetaria – como los encajes bancarios, los swap de monedas de otros países, las obligaciones con organismos, etc.- el resultado es que solamente unos u$s9.000 millones están realmente disponibles en caso de urgencia.

Eso es lo que explica que Miguel Pesce sufra cada vez que se incrementa la salida de dólares. Como no hay casi oferta privada –porque nadie quiere vender al tipo de cambio oficial pudiendo embolsar casi el doble en el mercado paralelo-, la demanda de los ahorristas implica una posible erosión de la posición del Banco Central, que tras una breve paz otra vez tuvo que salir a vender divisas al mercado. En las últimas semanas hubo jornadas donde la intervención superó los u$s100 millones.

Con reservas que tienen que respaldar la creciente emisión monetaria más la bola de Leliq con la que se intenta moderar la presión inflacionaria, el resultado es una mayor presión sobre el precio del dólar.

Peor aun, la insistencia de los ahorristas implica poner en peligro uno de los principales objetivos que se fijó el Gobierno para este año: quedarse con la mayor cantidad posible de los dólares que ingresen como superávit de la balanza comercial. Ese superávit, logrado sobre la base de la recesión económica y de las restricciones a las importaciones, está en un promedio de u$s1.500 millones por mes.

Como para empeorar las cosas, ahora empieza la época del año en la que merma el ingreso de divisas provenientes de la exportación agrícola.

Pesce no logra contener la fuga, pero se niega a restringir más el
Pesce no logra contener la fuga de dólares, pero se niega a restringir más el "cepo"

El dilema de Pesce

Es en ese marco de nerviosismo que desde el gremio de los economistas le empezaron a sugerir a Pesce que adoptara una medida drástica: dejar de venderle la cuota de u$s200 a los ahorristas y desdoblar el mercado cambiario. En otras palabras, legalizar el blue para los dólares destinados a atesoramiento y turismo, y solamente mantener el tipo de cambio oficial para las operaciones de comercio exterior.

Una fórmula que, por cierto, la Argentina ha probado durante muchos años y que tuvo su máxima expresión en los turbulentos ’80. Paradójicamente, el principal abanderado de esa propuesta es Domingo Cavallo, justamente el gran crítico de esa política cambiaria, que luego sería sustituida por el régimen de convertibilidad "uno a uno".

La argumentación de Cavallo es que si el Central mantiene abierta la ventana de los u$s200 millones, verá una rápida erosión de sus reservas. Y que legalizar el blue haría que inmediatamente reapareciera la oferta de divisas por parte del sector privado.

Pero él mismo se encargó de aclarar que el Gobierno haría oídos sordos a su sugerencia, por un prejuicio ideológico del kirchnerismo.

"Estimo que el manejo de la economía, hasta las próximas elecciones, se basará en controles de todo tipo, que procurarán reprimir la inflación y redistribuir ingresos, aún a costa de acumular una situación insostenible para después de las elecciones. Una suerte de Plan Gelbard en versión Kicillof-Moreno", escribió el controvertido pero siempre escuchado Cavallo.

En el Gobierno, más bien en el sentido contrario al que pide el ex ministro, dan señales de que, gracias al acuerdo con los acreedores, existirá la posibilidad de ir aflojando gradualmente los controles al mercado cambiario.

El propio Martín Guzmán aclaró que no hay condiciones para hacerlo ahora mismo y que un requisito previo es el fortalecimiento de las reservas, lo cual en el mercado es interpretado como un anuncio de que no puede pensarse en un cambio por lo menos hasta que no haya un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Pero claro, eso puede llevar varios meses, y mientras tanto los ahorristas siguen comprando. Y en cuentagotas, de a u$s200 por vez, le siguen generando al Gobierno el problema más grave para garantizar la estabilidad económica y el éxito de un plan de recuperación.