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Brecha cambiaria paralizó el ingreso de dólares y empuja al Gobierno a acelerar la devaluación

El aumento de la brecha diluye el beneficio del "dólar agro" y exacerba la crisis. Con un "crawling peg" más rápido se intenta evitar un salto devaluatorio
26/04/2023 - 13:00hs

Todos hablan del precio del dólar blue, pero en realidad el verdadero tema que preocupa a los funcionarios del equipo económico es la brecha entre el paralelo y el oficial. Dos problemas que parecen lo mismo pero que no lo son: si el blue avanza a la misma velocidad que el "crawling peg" del dólar oficial, entonces el efecto macroeconómico es casi neutro. En cambio, si ocurre lo de los últimos días, es cuando la crisis se hace inminente.

En abril, el blue avanzó un 26%, mientras el dólar mayorista -el que fija el Banco Central y rige para el comercio exterior- apenas se movió un 5,67% y el dólar oficial que se maneja en los cambios subió apenas un 4,94%.

Esa es la diferencia que está en el centro de las distorsiones de la economía, y es lo que terminó por estrangular la posición de reservas del Banco Central, porque arruina el efecto esperado del nuevo "dólar agro".

Esto ocurre porque la percepción del productor sojero respecto de si es buen o mal momento para vender depende de la brecha, mucho más que del precio del mercado internacional o del tipo de cambio que se les ofrezca como incentivo.

Y en las últimas semanas, los productores han visto deteriorar sus cuentas cada día. Cuando recién se anunció el "dólar agro", la expectativa era que se pudiera recibir un 51% del precio internacional de la soja, en vez del 35% que se estaba cobrando hasta entonces.

Pero con el agrandamiento de la brecha, esa ventaja se ha recortado notablemente, al punto que hoy es de 44% y con perspectivas de que continúe cayendo a velocidad acelerada.

Uno de los impactos más directos de la brecha cambiaria se ve en la liquidación de soja, dado que altera la ecuación del negocio para los productores
Uno de los impactos más directos de la brecha cambiaria se ve en la liquidación de soja, dado que altera la ecuación del negocio para los productores

La calculadora de los sojeros

La cuenta era así: en ese momento el precio de la soja en el mercado de Chicago era u$s553, a lo cual se debe restar el 33% que se queda la AFIP por concepto de retenciones. Quedaban u$s370, que se liquidaban al tipo de cambio oficial -entonces en $209-, lo que implicaba que ese monto se cambia por $77.436. Y, como el sojero necesita divisas para afrontar sus costos, recurría a la conversión de esos pesos en el MEP -que hoy cotiza a $396-, con lo cual en el mercado obtenía u$s195. O sea, un 35% del valor internacional.

Con la propuesta de Sergio Massa que reconocía un tipo de cambio de $300 la cuenta cambiaba, porque, una vez descontadas las retenciones, el productor recibía del Banco Central $111.150, que a su vez, en el mercado financiero, se transforma en u$s281. Esto significa un 51% del valor de la soja en el mercado internacional.

Aun con esa mejora, el sistema tuvo problemas evidentes desde el inicio, por la divergencia de expectativas entre los exportadores, que veían con preocupación una tendencia a la baja del precio internacional, y los productores, que sentían que el precio interno que recibían no sería suficiente para compensar los costos.

Y la crisis del dólar jugó en estos últimos días un rol fundamental para decretar el fracaso del "dólar agro". Porque ahora la cuenta cambió radicalmente, dado que la brecha entre el tipo de cambio de $300 que reciben los sojeros y el precio al que deben convertir sus pesos subió sustancialmente.

Para ponerlo en cifras, si se mantuvieran los mismos precios del mercado de Chicago de hace un mes, los sojeros pasarían a recibir por cada tonelada exportada $111.150, que ahora deberían convertir a un MEP que subió 13% y cotiza a $449. Y se llevan la desagradable sorpresa de que pueden convertir sus pesos en u$s247, en vez de los u$s281 que había previsto originalmente.

Dicho de otra forma, por el efecto de agrandamiento de la brecha, ya no se quedan con un 51% del precio internacional de la soja, sino con apenas un 44%, y ese porcentaje va descendiendo día a día.

Para colmo, el precio ha ido disminuyendo en el mercado internacional, al punto que hoy cotiza a u$s22 más bajo que cuando se ideó el "dólar agro", lo cual aumenta el incentivo a retener el poroto en los silobolsas y esperar a que llegue un momento más propicio para la venta.

La brecha atenta contra la liquidación de soja

Como módico consuelo para Massa, la situación no es todo lo mala que podría haber sido, dado que el dólar MEP -que es el relevante para el cálculo que hacen los productores agropecuarios- no ha corrido a la misma velocidad que el dólar blue.

En lo que va del mes, es decir desde que rige el "dólar agro", el blue aumentó un impactante 26% mientras que el MEP se movió "apenas" un 13% contra un dólar oficial que sigue muy de atrás a 5%.

Sergio Massa, bajo presión del mercado y del FMI para tomar una medida cambiaria drástica
Sergio Massa, bajo presión del mercado y del FMI para tomar una medida cambiaria drástica, alienta una aceleración del "crawling peg"

Está claro que si el MEP hubiese corrido a la misma velocidad que el blue, hoy el "dólar agro" se encontraría en una situación mucho más grave. Con la situación actual, la expectativa que se maneja en el campo es que el programa de incentivo exportador produzca una liquidación de u$s2.500 millones, la mitad de lo que se había planteado originalmente.

Y la clave de todo es que el supuesto atractivo del plan de incentivo exportador era el achicamiento, en los hechos, de la brecha cambiaria, que bajaría de 89% a 35%. Hoy, si se toma como referencia al blue, esa brecha volvió a ser de 65%. Y si se toma al MEP, es de 50%.

Para que se mantenga el atractivo original del "dólar agro", tendría que ocurrir algo drástico desde el punto de vista político: que Massa llevara el tipo de cambio a $340. No parece una medida que pudiera contar con consenso en la interna de la coalición gubernamental, aunque también es cierto que en las últimas horas se han escuchado especulaciones de todo tipo respecto de eventuales medidas cambiarias.

¿Tiene "techo natural" la brecha?

Con semejante cuadro, hay una pregunta que se repite a diario en la city financiera, en las redes sociales, en el campo y en las propias oficinas gubernamentales: ¿cuándo frena el dólar paralelo, dónde está el punto a partir del cual encuentra un nuevo nivel de equilibrio?

Es una pregunta de difícil respuesta, porque intervienen muchos factores, y no todos son de índole técnica sino que pesan los argumentos políticos.

Pero hay economistas que plantean modelos ya probados en el pasado: por ejemplo, están quienes argumentan que habría un "techo natural" de la brecha que se ubicaría en 120%. El argumento es que cuando se produce esa diferencia entre el blue y el tipo de cambio oficial, aparecen operadores que se tientan con el precio alto y salen a vender. De esa forma se recompone la oferta -que es lo que desapareció en los últimos días- y la situación empieza a estabilizarse.

Es una teoría que entrará en su prueba ácida en los próximos días, dado que si la premisa fuera correcta, entonces ya con los actuales precios se tendría que empezar a ver una corrección, dado que el martes se cerró con una brecha de 118% entre el blue y la cotización oficial del Banco Nación.

En los últimos días, el Banco Central aumentó la tasa de microdevaluación diaria, con la expectativa de que contribuya a una disminución en la brecha con el blue
En los últimos días, el Banco Central aumentó la tasa de microdevaluación diaria, un mensaje al mercado sobre su voluntad de atenuar la brecha con el blue

Lo cierto es que la historia reciente también ha demostrado que cuando el pánico se apodera del mercado, no hay análisis técnico que resista, y los extremos de la brecha pueden estirarse mucho más. El ejemplo más claro es el de julio del año pasado, durante el interinato de Silvina Batakis en el ministerio de Economía, cuando el blue llegó a cotizar a $340. En aquel momento, eso implicaba una brecha de 160%.

Es por eso que muchos economistas han advertido que, por más que parezca alto, el dólar blue de hoy todavía luce bajo en comparación con momentos de turbulencia financiera reciente. Por caso, aquel pico ocurrido en julio del año pasado equivaldría hoy a un dólar blue de $576, según una estimación del economista Salvador Vitelli.

La apuesta a acelerar el "crawling peg"

Hoy nadie se anima a desmentir que el paralelo pueda seguir su carrera ascendente hasta alcanzar ese nivel en pocos días. Y los primeros que se toman en serio esa posibilidad son los funcionarios, a tal punto que hoy se está instrumentando un cambio en la política de micro devaluaciones diarias.

Desde que se agudizó la crisis cambiaria, el Banco Central aceleró el crawling peg, al punto que si se lo proyecta a un ritmo anual se acercaría al 9%. Todo una diferencia respecto de la política que se había mantenido en los últimos meses, sin ir más lejos en marzo el dólar oficial apenas se movió un 6% contra una inflación de 7%.

Esa aceleración en la tasa devaluatoria diaria del tipo de cambio oficial es una señal contundente al Fondo Monetario Internacional, que venía advirtiendo sobre la pérdida de competitividad de la economía argentina, por mantener un "crawling peg" siempre debajo del IPC.

En su último reporte, el Fondo calculó que el peso tiene una sobrevaluación de hasta un 25%. Lo que, en otras palabras, significa que para el staff técnico del organismo, hoy el tipo de cambio oficial debería cotizar a $275.

El Gobierno se resiste de plano a un salto devaluatorio brusco, por motivos económicos y políticos. Entre los primeros, destaca el argumento de que a toda devaluación sigue un contagio inflacionario al resto de los precios. Y entre los argumentos políticos, naturalmente se impone la regla de que todo gobierno que devalúa se asegura una derrota electoral.

Sin embargo, hay una aceptación generalizada de que con este nivel de brecha cambiaria, se impone la toma de alguna medida para atenuar la situación. Una aceleración del "crawling peg" funciona como una señal al mercado, y los funcionarios están esperanzados en que sea la medida que evita el salto devaluatorio.

Por ahora, el mercado no está dando señales de compartir esa visión.