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Salto del dólar con "timing" electoral: Massa busca aguantar hasta octubre, mientras espera la ayuda del FMI

El ministro y candidato finalmente cumplió el reclamo del FMI. Ahora hay más chances de recibir la asistencia económica. La duda: ¿se estabilizará el blue?
15/08/2023 - 06:32hs
Salto del dólar con "timing" electoral: Massa busca aguantar hasta octubre, mientras espera la ayuda del FMI

Con la devaluación del lunes, Sergio Massa se adelantó a la lectura que haría el mercado sobre el resultado electoral: es decir, que el nuevo escenario de tercios, con Javier Milei liderando las posiciones, haría imposible la continuidad del esquema de devaluaciones gradualistas del "crawling peg".

Ni siquiera quiso esperar a la apertura de los mercados para ver las reacciones, a pesar de que en la previa se había especulado con que un buen resultado de Javier Milei podría disparar un rally en los bonos soberanos -porque se supone que el candidato libertario jamás defaultearía una deuda- y también de las acciones argentinas -por su perfil "market friendly"-.

La realidad fue la que muchos temían: ante lo imprevisto, una corrida hacia posiciones defensivas. Massa interpretó que se había terminado el tiempo de la sintonía fina y había llegado la hora de las medidas drásticas. Haciendo nueva ostentación de pragmatismo, coordinó con el Banco Central una devaluación y una suba de tasas que hubiese puesto colorados a los ex funcionarios de la gestión macrista.

A primera vista puede resultar difícil de entenderlo, pero Massa tomó esas medidas desagradables en defensa de sus propias chances electorales. Él sabe que, para pelear un lugar en el balotaje, necesita llegar a octubre con un escenario relativamente controlado, aunque sea algunos escalones nominales más arriba que los de hoy.

Y no dudó sobre el "timing" político: si había un día adecuado para devaluar, era el lunes post electoral. Hacerlo antes, le habría valido un serio costo político, y por eso en el cierre pre-PASO dedicó todas sus energías a combatir la presión devaluadora -incluyendo millonarias intervenciones del BCRA en el mercado de bonos y en los contratos de futuros-.

Salto del dólar: la ayuda del "oxígeno devaluador"

Pero, una vez que se contaron los votos, devaluar trae más beneficios que costos. Primero, cumple, aunque sea tardíamente, el reclamo que desde hace casi un año le viene haciendo el Fondo Monetario Internacional, que en sus documentos había estimado en más de 20% la sobrevaluación del peso.

Además, la devaluación va en la línea de lo que Massa necesita para los próximos dos meses. Por ejemplo, lograr que el campo no corte el flujo de divisas por la exportación. Ya había quedado en claro tras el "dólar maíz" que habría muy bajas probabilidades que una cuarta versión del "dólar soja" tuviera éxito. El incentivo que se estaba ofreciendo ya no era suficiente, y la perspectiva de un cambio de gobierno hacía que, desde el campo, los propios productores adelantaran su determinación a mantener todo el stock guardado en los silobolsas hasta tener un tipo de cambio atractivo.

El triunfo de Javier Milei en las PASO trajo incertidumbre al mercado y aumentó la presión devaluatoria: Massa y el BCRA lo asumieron rápidamente
El triunfo de Javier Milei en las PASO trajo incertidumbre al mercado y aumentó la presión devaluatoria: Massa y el BCRA lo asumieron rápidamente

Por otra parte, la devaluación trae los típicos efectos favorables de corto plazo: es un freno natural a las importaciones, en un momento en el que Argentina no puede permitirse continuar con un nivel de compras de u$s7.000 millones mensuales.

Y, además, con el mismo volumen exportador se recaudan más pesos para la caja de la AFIP, con lo cual se cumple parcialmente la función de "licuación" del déficit por la vía devaluatoria. Este punto es fundamental para que el FMI siga creyendo en el compromiso de Massa con la meta fiscal, sobre todo si en los próximos dos meses se pone en práctica un paquete de medidas para lubricar el consumo.

Objetivo de Massa: bajar la brecha del dólar

Lo cierto es que, para Massa, más relevante que el precio nominal del dólar es la brecha entre el oficial y el paralelo. Ese es el punto verdaderamente importante, porque es el que determina cuánto desincentivo tienen los exportadores y cuánto sobre-incentivo tienen los importadores. En definitiva, cuánto riesgo hay de seguir agrandando el desajuste de la balanza de pagos y la pérdida de reservas.

Fue así como Massa había argumentado durante sus "discusiones picantes" con el FMI que lo importante era la brecha con el paralelo y no tanto la comparación entre la tasa devaluatoria y la inflación.

Hasta el viernes previo a las PASO, esa brecha se estaba agrandando a una velocidad preocupante, prueba de que cuando el BCRA movía el tipo de cambio oficial, el mercado respondía con una suba mayor. En la previa a la elección la distancia del blue había llegado a 103% respecto del dólar del Banco Nación, ya mirando de cerca la marca de 118% que se había alcanzado en la corrida de abril.

En ese marco, en el que muchos temían que se repitiera el pánico de julio del año pasado, cuando la brecha alcanzó un 150%, la devaluación de este lunes hizo caer súbitamente la brecha otra vez debajo del 100%: al cierre de la jornada estaba en 87%.

Si en las próximas semanas logra que se mantenga en esos niveles -es decir, que el paralelo no continúe la senda alcista y quede relativamente estable hasta octubre-, habrá cumplido uno de sus objetivos principales.

Tras la devaluación, Massa recibió un apoyo explícito del FMI y mejoran las chances de recibir la asistencia financiera
Tras la devaluación, Massa recibió un apoyo explícito del FMI y mejoran las chances de recibir la asistencia financiera

El "timing" político para propiciar un salto del dólar

Desde el punto de vista político, también era el mejor día. Hacia la interna, puede argumentar que fue una medida inevitable por la presión del mercado y por el pánico que genera la eventualidad de que Milei llegue a presidente. Los mismos kirchneristas que en otro momento no hubieran tolerado una devaluación, ahora pueden llegar a justificar la medida sin reproches.

Por otra parte, demorar la medida habría sido peor: a mayor dilación, mayor pérdida de reservas del Central, mayor escapada del paralelo y, finalmente, mayor gravedad del salto devaluatorio.

Además, como venían advirtiendo los economistas, llega un momento en el que la aceleración del "crawling peg" no resulta suficiente. El mercado interpreta que igualmente tendrá que venir una corrección drástica, y entonces se adelanta a las medidas del Banco Central.

En otras palabras, por más que el dólar oficial empiece a correr más rápido que la inflación, no se logra detener la pérdida de reservas. Hay ejemplos en la historia reciente, como los meses previos a la devaluación de Axel Kicillof y Juan Carlos Fábrega en enero de 2014, cuando tuvieron que convalidar un salto de 25% en el dólar después de meses de haber acelerado la tasa devaluatoria mensual, sin resultados.

En la semana pre-PASO, Massa y el presidente del Central, Miguel Pesce, venían deslizando la paridad del dólar a un ritmo de 15% mensual, sin que ello sirviera como señal para descomprimir la demanda de dólares. Ahora, el desafío es convencer al mercado de que con este nuevo precio de $350 en el mayorista y $365 en los bancos, se corregirán las distorsiones por dos meses.

¿Quién dará la bendición al nuevo dólar?

Como suelen repetir los economistas veteranos, la clave del éxito de una devaluación reside en persuadir al mercado de que se trata de "la última". En la medida en que se imponga esa sensación, las empresas saldrán de su parálisis, volverán a tener precios de referencia y los proveedores volverán a vender.

En cambio, si hay dudas sobre si el deslizamiento continuará en las próximas semanas, la economía puede continuar en suspenso, con un efecto recesivo de consecuencias impredecibles. Es por ese motivo que desde el Gobierno se enfatiza en que, a partir de ahora, la cotización quedará congelada.

Naturalmente, todos interpretan que el congelamiento durará hasta la elección del 22 de octubre. El lunes 23, nuevamente, será otra historia dependiendo de lo que digan las urnas.

El objetivo del Gobierno ahora está puesto en que el
El objetivo del Gobierno ahora está puesto en que el "contagio" del dólar a los precios se limite lo más posible, cuando ya se presume un IPC en torno al 8%

El gran interrogante del mercado en este momento es si el salto de 22% en el tipo de cambio será considerado suficiente por el mercado o si volverá la presión en pleno cierre de la campaña.

Ahí entra a jugar el factor inflación: para que una devaluación sea "exitosa" es necesario que el contagio a precios sea lo más limitado posible. Y Massa tiene un problema: ya antes de las elecciones se preveía que la inflación de agosto, septiembre y octubre subiría al escalón del 8% mensual. Era lógico: las medidas pre-PASO que encarecían las importaciones y que gravaban al maíz habían disparado precios del mercado interno en rubros tan sensibles como la carne.

Suponiendo que esa fuera la situación, dos tercios de la competitividad que se acaba de ganar se perdería hasta la elección de octubre. En otras palabras, el dólar oficial debería estar en $408 dentro de dos meses, para mantener un ritmo que acompañe la inflación.

Es por eso que el desafío de Massa será el manejo político del tema, de manera de convencer al mercado que se resistirán las presiones devaluatorias. Parte de la estrategia será la consabida negociación con las grandes industrias y las cadenas de supermercados para contener las subas.

Y, en el plano estrictamente político, lo que ayudaría al ministro/candidato -pero que con toda probabilidad no va a ocurrir- es que reciba un guiño de la oposición, como le ocurrió a Macri hace cuatro años. En 2019, el salto de 20% no terminó de percibirse como un nuevo nivel estable del dólar hasta que Alberto Fernández -que había tenido una victoria resonante en las PASO, con 16 puntos de ventaja- no dijo explícitamente en una entrevista que la cotización de $60 por dólar le parecía correcta.

Años después, el economista Emmanuel Álvarez Ágis reveló entretelones sobre cómo se había llegado a esa declaración, en el marco de un "pacto de caballeros" con los economistas de Juntos por el Cambio, que habían pedido una ayuda para evitar un final caótico. Se supo también que ese mismo día nació la primera desavenencia estratégica grave entre Alberto y Cristina Kirchner.

Ahora, con el nuevo escenario político, parece imposible que una situación como aquella se repita. Ni por convicción ideológica ni por conveniencia política parece creíble que ni Milei ni Patricia Bullrich se sientan motivados para opinar sobre si una determinada cotización del dólar está bien.