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ALERTA

Presión inflacionaria: se vuelve a hablar de "contagio del dólar a precios" pese al clima recesivo

Los pronósticos más pesimistas dan al IPC de septiembre cerca del 3%, mientras se vuelve a discutir la incidencia del dólar y las tasas sobre los aumentos
13/10/2025 - 08:15hs
Presión inflacionaria: se vuelve a hablar de "contagio del dólar a precios" pese al clima recesivo

¿Hay algo que pueda empeorar aun más la accidentada campaña electoral de Javier Milei? Sí, porque, después de todo, el presidente suele repetir que su tarea fundamental encomendada por el electorado –"job description", suele decir, usando jerga corporativa- es bajar la inflación. Y los analistas más escépticos creen que el dato del IPC de septiembre podría dar cerca de 3%.

Y la presión alcista se acumuló en las últimas semanas, incluyendo la del arranque de octubre, en medio de la turbulencia financiera y la incertidumbre política.

Lo peor de la situación es que hay analistas que están viendo otra vez el "contagio a precios" -o pass trhough, en términos técnicos-. Para algunos, el contagio se produce por la inestabilidad del dólar, mientras que otros tienden a ver una mayor incidencia de las tasas de interés.

En todo caso, lo que se percibe en el mercado es que la expectativa de un cambio de política económica post electoral está llevando a las típicas presiones de aumentos preventivos. En algunos casos, corresponde a rubros que típicamente se mueven con el dólar por tener un alto componente de costo importado, como el automotor. La semana pasada las listas de precios de las automotrices promediaron subas de 6%.

Pero también hubo señales de aceleración en el sensible rubro de alimentos y bebidas. La consultora LCG registró que el aumento "punta a punta" fue de 2,3%. Pero otros economistas con relevamientos propios sorprendieron con cifras más altas: es, por ejemplo, el caso de Price Stats, la consultora de Alberto Cavallo, que proyectó un 2,9% en su canasta de productos supermercadistas.

Y lo peor es que, a diferencia de lo ocurrido en otros momentos, no puede hablarse de una inflación provocada por una "huida al consumo", dado que se acumulan los indicadores de enfriamiento. Las encuestas de ventas en pequeñas empresas que realiza la Cámara Argentina de la Mediana Empresa viene marcando, ininterrumpidamente, caídas interanuales desde mayo.

También la consultora Scentia viene registrando caídas: su última medición, de agosto, marcó un empeoramiento de 1,9% respecto del mes previo. Y los canales de venta que sufrieron más el enfriamiento fueron los kioskos y almacenes, farmacias y autoservicios independientes.

Las primeras mediciones de septiembre dan señales de empeoramiento. Estadísticas provinciales como la que se realiza en Córdoba por parte de la Cámara de Comercio local, registró un desplome de 10% interanual real en el consumo en el mes pasado.

¿Menger estaba equivocado?

Para el gobierno, es la peor conjunción posible: precios que empujan al alza al mismo tiempo que los consumidores disminuyen su volumen de compras y se ponen a la defensiva-según se desprende de la encuesta de confianza que mide la Universidad Di Tella, en septiembre se desplomó 14 puntos el índice de predisposición a la compra de bienes durables-.

Según la tesitura de Javier Milei, es en estos momentos cuando debería revelarse el "principio de imputación de Menger". Es decir, la teoría que defiende que son los precios los que determinan los costos, y no al revés.

Milei suele sintetizar ese postulado teórico en una expresión mucho más gráfica respecto de en qué parte de la anatomía de los comerciantes se guardarán los stocks de mercadería no vendidos. Y, por lo tanto, la visión oficial es que, ante la falta de convalidación de la demanda, debería registrarse una caída de los precios hasta ubicarse en el nivel aceptado por los consumidores.

Como suele ocurrir, los economistas no se ponen de acuerdo en este punto: para algunos, lo que está ocurriendo refleja que esa tesis es incorrecta, porque los precios dan señales de seguir subiendo aun sin convalidación de la demanda. Pero otros argumentan que, si en medio de una turbulencia del dólar y las tasas los precios apenas tuvieron una pequeña variación, es precisamente por la "ayuda de Menger".

El ministro Toto Caputo, hombre pragmático, aplaude los discursos donde Milei habla de Menger y en los que declara que no hay relación entre dólar y precios. Pero, por las dudas, al mismo tiempo, realiza "sugerencias" a las industrias alimenticias y cadenas de supermercados cada vez que el dólar da algún sobresalto.

Ya había ocurrido a inicios de 2024, cuando el ministro los forzó a revisar a la baja "aumentos preventivos", mientras que, ya este año, tras la liberación del cepo cambiario, celebró su victoria de haber contenido las expectativas y de haber hecho un lobby efectivo. Fue así que el IPC de abril bajó a 2,8% después de haber tocado 3,7% en marzo y luego bajó a su mínimo de 1,5% en mayo.

Dólar, tasas y contagio

¿Y ahora? Septiembre fue un mes particularmente movido en el frente cambiario, con una disparada de 9% hasta que se produjo el temido choque del dólar contra el techo de la banda de flotación, un momento a partir del cual el Banco Central vendió u$s1.100 millones sin lograr que el mercado se calmara.

El último tercio del mes, ya con la nueva estrategia que implicó la intervención del Tesoro, vendiendo divisas que ingresaron por la exportación agrícola, se bajó hasta $1.380, un valor en el que no aguantó más de un día, y ahora se ubica en un "sub techo móvil", que cotiza en $1.430.

Lo cierto es que a Caputo se le hace más difícil convencer a los empresarios: ahora no puede alegar que no hubo un aumento del tipo de cambio. A lo sumo, podrá argumentar que el dólar se estabilizará en su nivel actual, a 3,6 puntos de distancia del techo de la banda de flotación -y al costo de un sacrificio de reservas por más de u$s2.200 millones en dos semanas.

Sin embargo, los industriales y comerciantes no se están mostrando persuadidos por esos argumentos. Afirman que, diga lo que diga el gobierno, no pueden dejar de mirar al dólar, sobre todo en aquellos rubros en el que el principal insumo se mueve con la divisa estadounidense.

Es ante esa situación que el gobierno no se limita a poner el costoso "sub techo" a la banda de flotación, sino que además exacerba el torniquete monetario.

Este lunes, causó alarma en los bancos el hecho de que la tasa de caución -una de las principales operatorias para la obtención de liquidez de cortísimo plazo- se disparó a 37%, después de haber cerrado en 21% la semana pasada.

En el mercado se interpreta esta situación como un nuevo estrechamiento de la liquidez del sistema bancario, algo que también puede tener efecto inflacionario por el encarecimiento del crédito. Y, también, se ve esta señal como un posible síntoma de que los operadores toman pesos para demandar cobertura contra una devaluación.

Se incrementó en los últimos días el volumen de inversiones defensivas, como la compra de contratos en futuros del dólar -el BCRA ya tiene una posición de u$s7.000 millones- y también la venta -a precios "de remate", dicen los más críticos- de los bonos con cláusula "dólar linked".

Milei no se queda sin argumentos

En definitiva, se le puede poner el nombre que a cada facción económica más le guste, pero lo cierto es que la turbulencia del dólar y la suba de la tasa están ocurriendo en coincidencia con un alza de los precios.

Para algunos, sobre todo los más afines al equipo económico de Caputo, es la típica caída en la demanda de moneda nacional que ocurre antes de toda elección importante. Pero otros argumentan que hay una distorsión provocada por el atraso cambiario, que inevitablemente tendrá un correlato inflacionario.

¿Qué hará Milei si, finalmente, se cumplen los pronósticos más pesimistas y el IPC queda más cerca del 3% que del 2% a dos semanas de la elección legislativa? Por lo que ha demostrado hasta ahora, encontrará algún argumento para usar en su favor.

Por ejemplo, en julio, ante un aumento del IPC, dijo que lo verdaderamente importante era la "inflación núcleo" -la que no depende de precios regulados ni de consumo estacional-, que había dado sólo 1,5%. Sin embargo, en agosto celebró que el IPC se había mantenido debajo del 2%, pero no hizo mención alguna a que "la núcleo" había saltado a 2%.

Y no sólo eso: en julio había justificado la suba del IPC -de 1,6% a 1,9%- por el efecto de aumentos estacionales, además del "pase de factura de la resaka kuka". Sin embargo, en agosto se registró la misma inflación que en julio, a pesar de que los precios estacionales fueron los que menos empujaron -una suba de sólo 0,8% en agosto-.

¿Entonces, cuál es el dato verdaderamente importante a seguir? Si el que marca la tendencia de largo plazo es el IPC núcleo -parece ser el consenso entre los economistas-, entonces Milei estuvo todo el año en problemas, dado que en mayo había registrado un 2,2% y en junio un 1,7%, pero él celebró que el IPC de esos meses había dado, respectivamente, un 1,5% y un 1,6%.

"Lo festejan los argentinos de bien y lo llora todo mandrilandia", decía Milei, con su inconfundible sello personal.

Después, con el IPC de agosto a la vista, Milei recurrió a un nuevo argumento técnico para concluir que el 1,9% de inflación mensual era un gran dato: "fue en el contexto de un mes de muchísima volatilidad en la demanda de dinero". Omitió decir, claro, que en los bancos culpan de esa volatilidad a la política monetaria del propio gobierno, y no a los riesgos políticos.

En todo caso, lo que queda en claro es que Milei no dejará que un eventual mal dato del IPC contradiga su discurso, y encontrará el argumento técnico para afirmar que "todo marcha acorde al plan".

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